Capítulo
uno
El
equipo femenil de baloncesto de aquella universidad se encontraba en
el gimnasio, en la cancha correspondiente al deporte, acababan de
terminar el entrenamiento. El sudor bajó por el cuerpo de Wanda
Ríos, quien se acercó a la banca donde solían quedarse algunas
jugadoras en el transcurso de algún partido, esperando a ser
llamadas, sacando de la pequeña mochila que siempre la acompañaba y
que descansaba en la larga banca, una toalla con la que se secó el
sudor del rostro, para después tomar la botella de agua que también
era su fiel compañera en esas ocasiones y bebió del vital líquido
con vehemencia, sintiendo su sed aplacarse lo suficiente. Soltó un
suspiro de alivio mientras su agitada respiración se regularizaba.
—Wanda
—la llamó una de sus compañeras acercándose a ella y sentándose
a un lado de la mochila—. Lo hiciste muy bien hoy. Se nota que esto
se te da.