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sábado, 23 de agosto de 2014

El Señor Mapache y La Rana​ (Cuento)

Érase una vez un bosque muy hermoso, en donde todos sus habitantes se mantenían ocupados haciendo sus deberes. El Alce estaba descortezando un árbol con sus astas, una Mofeta estaba persiguiendo a una Ardilla, pareciendo jugar. Un pequeño animalito recogía madera para poder hacer su casa en el agua, se trataba del señor Castor; estos y más animalitos se mantenían ocupados, pero un animal muy peculiar, el Mapache, esperaba impaciente en su madriguera que la oscuridad se apoderara del cielo azul, a pesar de que le gustaba andar por el día, prefería salir bajo la luz de la luna.


Transcurrieron las horas y por fin el Mapache salió para buscar algo que comer. Con ayuda de su vista nocturna, emprendió su búsqueda de algún fruto; a los minutos se adentró a lo profundo del boscaje. Allí se detuvo al escuchar a un grupito de ranas hablar de algo escalofriante. Estos anfibios dialogaban sobre crear un veneno mortífero y expandirlo por todo el bosque, para ellas ser las dominantes de esas tierras. Al escuchar eso, el Mapache corrió a advertirle al mandamás; el señor Oso. Cuando llegó a su cueva y lo despertó, señor Oso somnoliento le preguntó al Mapache la razón de su desasosiego.

—Un grupo de ranas dijeron que iban a envenenar todo el bosque —anunció.

—¿Y cómo piensan hacer eso? —se escuchó la voz burlona de Oso —Será un trabajo arduo, ¿estás seguro de lo que escuchaste?


El Mapache asintió mientras el señor Oso con expresión no muy convencida optó por seguir al Mapache, quien le había insistido en que lo acompañara. De esa manera ambos mamíferos llegaron al lugar donde deberían estar las ranas, pero ya no había nadie allí. El señor Oso miró descontento al señor Mapache, lo que hizo que el señor Mapache le insistiera en lo que había escuchado; por otro lado, el mandamás tan solo negó con la cabeza y le advirtió a su compañero que debía dormir, para eso era la noche; para descansar y no andar de vagos. Al decir aquello, el mandamás se alejo de allí para regresar a su hogar y dormir.


El señor Mapache, estaba consiente que las ranas habían planeado aquello y que aquellos anfibios utilizarían la noche para efectuar sus malvados planes porque la mayoría de los animales descansaban. Con eso en mente, el señor Mapache sintió la necesidad de hacer algo. Por ello, al día siguiente fue a encarar a las ranas; una vez allí, el líder de ellas negó todo, diciendo que era mentira y que estaba inventando todo y que si seguía insistiendo en que estaba planeando algo, iba a llamar a las autoridades del bosque.

Por ende, el señor Mapache decidió hacer otra cosa, esperó a que el líder rana comenzara con su plan y eso fue un par de noches después, cuando la rana venenosa estaba creando con los venenos de sus compañeras una poción muy peligrosa; era mucha he iban a ponerla en todos los arboles que daban fruto para que los animales que comían de estos se envenenaran, además que la carne intoxicada se la comerían los animales que se alimentan de esos animalitos. Era un plan perfecto, según el clan de ranas. Cuando creían que nadie los iba a detener, el señor Mapache salió de su escondite, pues día y noche los estuvo vigilando y los detuvo.

—¿Entonces siempre estuviste aquí? —preguntó la rana líder.

—¿Creíste que con tu cuento de que no era verdad lo que decía, ibas a salirte con la tuya? Pues estuviste equivocado —fue la respuesta del mapache.

La rana se armó de valor para golpear al mamífero, pero debido a que el señor Mapache leyó su movimiento que tomó a la rana con sus zarpas delanteras; pues era muy diestro con ellas y la acercó a él.

—¿Sabes cual es mi dieta favorita? —preguntó el mapache al anfibio; quien tan solo con ojos asustados negó —Las ranas —terminó.

El señor Oso se levantó al escuchar un alboroto de afuera, observó a muchos animales reunidos en el río, se acercó a ellos mientras preguntaba confundido.

—¿Qué es toda esta bulla? ¿Qué sucede? —se sorprendió al ver a Mapache lavar al líder rana en el agua del río.

—¡Auxilio! ¡Lo siento! —gritaba con desesperación Rana tratando de salir de las garras de su adversario; miró al líder Oso —¡Perdón, ya no lo vuelvo a hacer! Nunca más planearé intoxicar al bosque, pero que este mapache me perdone la vida.

—¿Entonces era verdad? —se impresionó el gran animal.

—Parece ser que el señor Mapache tenía razón sobre las ranas —mencionó un animal del bosque.

—Es nuestro salvador —dijo otro.

—Es un héroe —concluyó el tercero.

Fue de esta manera que el señor Mapache, a pesar de que al principio las bestias del bosque no creyeron en su palabra, al salvar todas esa vidas, fue el héroe del bosque. Al líder de las ranas la castigaron por sus acciones y debía agradecer, pues la salvaron de ser comida por el mapache.


FIN

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