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sábado, 5 de octubre de 2013

Esbozando lo Prohibido



Parte 1

Cuidad Del Comienzo

Capítulo 1
La iniciación



Transcurría el año 2172, donde los problemas económicos no eran tan comunes. Donde los vehículos electrónicos voladores ya existían para cualquier persona que tuviera licencia. Existen “Electri-Combu” que son lugares que sustituyeron las gasolineras para llenar las baterías de los carros. Esta es la ciudad Del Comienzo en donde los edificios son altos y grandes y donde las calles al nivel del suelo, son exclusivas para peatones y bicicletas flotantes. Entre algunos edificios se encuentran las llamadas “calles del cielo”, en donde se pueden visualizar detalladamente los trenes electrónicos, los que nunca dejaron de funcionar, recorriendo la ciudad de un extremo a otro mediante una delgada vía. Los automóviles iban y venían deteniéndose en los semáforos que estaban suspendidos en el aire, y algunos de ellos tenían la forma de una pelota u otros eran triangulares. La gente caminaba entre las calles de abajo despreocupadas u otras paseaban en sus bicicletas flotantes con forma aerodinámica, siendo levantadas e impulsadas por un pequeño motor; éstas a diferencia de las anteriores, no necesitaban llantas ya que solo tenían una rueda en forma ovalada que se extendía de un extremo al otro, era tan delgada que a simple vista no se puede distinguir, pero tan resistente como para cargar a una persona de peso completo.

En esa ciudad, como en muchas otras, cada persona poseía una IV (Identificación de vida) que es una tarjeta delgada de 10cm por 5cm que contiene toda información del usuario, la que al colocarse en una máquina e introducir un código que solo la persona debe saber, toda la información podía encontrarse con facilidad. En la IV se encontraba la edad, el sexo, sus estudios, su licencia de conducir y también podía usarse como cuenta de banco, al igual que funcionaba como llave tanto del automóvil como de la casa, así pues, para todo se usaba esta tarjeta, por consiguiente, toda persona debía obtenerla desde el momento de nacer.

Por las calles de la ciudad iba caminando una joven de 19 años de edad con destino a sus estudios. Ella tenía el cabello largo y en ese momento lo llevaba suelto, luciendo sedoso en su caída sobre la espalda, resaltando su color castaño. Sus ojos eran de un tono azul gris. Llevaba puesta una diadema roja que sostenía su flequillo. Su vestimenta consistía en una falda negra y unas mallas que combinaban con esta, una camisa de mangas largas color blanco y un gafete que portaba el nombre: Evarista Mohs.  Se encontraba transitando por la segunda calle más famosa y recorrida Del Comienzo y la gente se podía ver usando sus teléfonos inalámbricos,  hologramas o paseando a sus mascotas reales o virtuales.

Evarista se detuvo al quedar frente a un edificio en donde la enorme entrada en la parte superior tenía unas enormes letras que rezaban el nombre de Universidad ESER, la universidad más prestigiosa y famosa Del Comienzo. Eva se quedó viendo por unos momentos la entrada, pues comenzó a pensar en lo que haría cuando terminara sus estudios y esto era conseguir un trabajo decente. Por el momento ella vivía sola desde hacía cuatro meses que dejo la casa de sus padres. La ley en la ciudad era que una vez que se cumple los dieciséis años de edad, se puede crear una cuenta de banco mediante la IV y recibir M 1,000 (3,000 dólares) cada quincena y continuar  recibiéndolo hasta que se consiga un trabajo, lo que era mejor ya que se puede ganar lo triple. Los pensamientos de Evarista fueron interrumpidos al escuchar la voz de alguien familiar.

—Hola Eva, ¿lista para empezar? —un joven de su edad se acercó a ella llevando puesto un gorro de invierno de color crema, el que le cubría hasta las orejas, era extraño que alguien llevara uno de esos en tiempo de calor, además llevaba unas grandes gafas oscuras. Su gafete declaraba el nombre: Ruber Corindo.

—Oh, solo eres tú Ruber —mencionó ella en tono de poco interés.

—Qué mala eres, ¿no te da gusto verme? —preguntó divertido, adivinando su respuesta, pues ya la conocía, además de que no era la primera vez que se lo decía.

—Como todos los días te veo, la verdad no.

—Eres cruel —comunicó con tono triste.

—Vamos Ruber, no hagas pucheros, ya eres mayorcito como para eso, es mejor que entremos.

—Sabes, odio este edificio —informó con un tono serio —, no necesitas trabajar cuando el gobierno te paga por no hacer nada.

—¿De qué hablas? —ella se molestó al escucharlo—, no es lo suficiente para hacer nada, por ejemplo el poder viajar —así era, cada vez que hablaba de ese tema, sus ojos brillaban de la emoción, puesto que ese siempre fue el sueño de ella, el poder viajar y conocer ciudades, estados, países, siempre le llamó la atención el viajar y por esa razón conocía la ciudad Del Comienzo como la palma de su mano. No había rincón que no conociera.

—Pero ese es tu sueño y meta de la vida —le comunicó el joven despertándola.

—¿Y tú no tienes uno?

—Claro que sí —respondió inmediatamente.

—¿Se puede saber cuál es?

—Si te lo digo te reirás.

—Por supuesto que no —dijo un tanto ofendida, se conocían desde hacía ya un año y él ahora tenía el descaro de decir que se burlaría.

—Mi sueño es… —dudó por un instante, pero Eva lo miró atenta esperando ansiosa su respuesta, así que no tuvo remedio más que continuar: —Mi sueño es tener una familia.

Eva no pudo evitar sonreír divertida.

—¿Ves? Te lo dije —Ruber apuntó su rostro. Ella negó con las manos para explicarle el porqué de su reacción.

—No es por lo que piensas. Es que no puedo creer que creyeras que me iba a burlar de ti por eso. Hablas de ese sueño casi como algo imposible —sonrió. Esa sonrisa siempre calmaba a Ruber, su pensamiento volvió a la realidad cuando ella continuó: —¿Has pensado en alguien?

Ruber desvió rápidamente su rostro y negando, dijo:

—No.

Eva miró su reloj, el que llevaba en su muñeca izquierda y al notar la hora, comentó:

—Es muy tarde, tan solo faltan 15 minutos para que las clases empiecen —miró a su compañero, quien había vuelto a verla —Ruber, es hora de entrar, así que quítate el gorro y las gafas.

Sin demora o apatía hizo lo sugerido, ya que la buena presentación era uno de los requisitos para poder entrar  a las instalaciones de la universidad ESER. Al quitarse de encima el gorro, se expuso su cabello de dos colores, un lado de castaño oscuro y el otro castaño claro casi en tonalidad rubio. Algo parecido cuando se retiró las gafas, uno de sus ojos era color azul y el otro verde. La fisonomía de Ruber era así de nacimiento.

—Listo. Vamos —contestó regalándole una sonrisa. Ambos caminaron a la entrada y entraron a las enormes instalaciones, un edificio que contaba con muchas habitaciones, las cuales eran utilizadas por diferentes clases. Se dirigieron a un elevador, ingresaron y fue allí donde se separaron pues las clases de Mohs eran en el piso 22 y las de Corindo en el 39.


En las calles Del Comienzo andaban muchos robots fabricados por la empresa Fucus, algunos tenían la función de policía, otros estaban encargados de rondar por las calles del cielo para vigilar que los automóviles respetaran la velocidad asignada y si eran violadas —que rara vez sucedía eso —multaban a los conductores. Unos más estaban confiados para la protección de las calles y a pesar de que la ciudad era muy pacifica, nunca faltaba algún loco que se saliera de las normas o que molestara a los civiles y los robots les advertían sobre su conducta y si los transgresores no obedecían, los robots llamaban al cuartel de la policía para que fueran a arrestarlos. Siempre había gente que le gustaba fastidiar e irrumpir la paz.

En la calle Apagador se encontraba ubicada la sede de las empresas Fucus,  la que se encargaba de la distribución de la tecnología ya fueran robots, máquinas, carros o demás.  A su cargo estaba Belirio Fucus, un adulto joven de 35 años, sus cabellos eran rubios y sus ojos azules tal como una gema. Siendo hijo del señor Fucus, era sucesor y dueño de todas las fábricas y empresas que portaran ese apellido. Dos semanas después de que murió su padre, decidió tomar su cargo y relevarlo en el negocio.

La fábrica principal de la empresa Fucus se encontraba en las afueras Del Comienzo debido al enorme espacio que necesitaba, por ello era imposible que estuviera en la ciudad, además de que se pensó en la seguridad de los citadinos, pues se solía experimentar o crear cosas que tendían a salirse de control, como el mal manejo de algún gas letal, o el mal funcionamiento de alguna máquina.

Belirio se encontraba frente la enorme ventana que se alzaba casi por toda la oficina, observando la belleza de la ciudad. Sonreía mientras visualizaba los carros y demás cosas fabricadas por la empresa.  El anterior señor Fucus sí que había hecho un gran trabajo al proporcionarles a las personas  tecnología y eso no solo en Del Comienzo, sino en varias ciudades alrededor del mundo, adquiriéndola considerablemente y por ello reinaban en tranquilidad, seguridad y habían desarrollado el mejor sistema para evitar contaminación innecesaria en el ambiente, así que no solo los seres humanos eran beneficiados, sino también evitaban la contaminación atmosférica.

El hombre dio media vuelta y se dirigió a su escritorio al escuchar el ruido del teléfono de la oficina de que su secretaria llamaba. Apretó un botón.

—Señor, —se escuchó la voz de la joven dama por toda la habitación —el señor Coleman lo está esperando junto con los demás, la junta pronto dará apertura.

Juntas, se la vivía en juntas todos los días desde que comenzó a trabajar allí y debían tener recuento de cada trabajo, sin contar que la empresa suministraba a las otras ciudades o países la nueva tecnología. Era un trabajo agotador y se requería muchas horas de discusiones y reuniones.

—Ahora voy —soltó casi en modo de suspiro —Solo dame un par de minutos.

—Se lo comunicaré al señor.

Belirio se tuvo que acostumbrar a esto. Para que todo pudiera funcionar debía hacer su trabajo a pesar de lo aburrido que resultara ser. Se alejó del escritorio y caminó a un estante que quedaba no muy lejos de allí. En una máquina colocó un código y con eso las puertas se abrieron, dejando ver colgados algunos sacos, corbatas y abajo alineados, como diez pares de zapatos de diferente marca y colores para cualquier ocasión que se pudiera presentar. Bel observó los sacos uno por uno hasta que descolgó el que le llenó la pupila, hizo lo mismo con la corbata y mientras la estaba anudando, escuchó otra vez el teléfono, pero esta vez no se trataba de una llamada de su secretaria o de algún jefe de sección, la llamada era directa de la fábrica. Rápidamente se acercó al escritorio, desconectó las bocinas, tomó asiento en su sillón y se colocó los audífonos.

—¿Qué problemas hay? —preguntó con voz seria. Estaba estrictamente prohibido que lo llamaran a menos que se tratara de algo muy… pero demasiado importante. Una voz del otro lado de la línea contestó inmediatamente:

—Neón se ha revelado.

A pesar de que le era problema, Bel no perdió la paciencia, se mantuvo serio. La verdad que no le importaba lo que ese muchacho hiciera, más lo que sí le importaba,  era lo que podía llevarse, como evidencia de todos sus planes.

—¿Qué planeas hacer? —preguntó Fucus a su interlocutor y esa pregunta le resultó un tanto extraña al oyente. Pero trató de responder, pues sabía que si no lo hacía se enojaría.

—No lo sé con exactitud, pero los… —la llamada se cortó escuchándose estática, indicándole que no había señal. Él se quitó los auriculares. Se recargó en el respaldo de su silla. Esperaba que estuvieran preparados para lo que venía. Al parecer, Neón había comenzado su movimiento. Él no se iba a dejar vencer tan fácilmente, conocía la determinación de Neón. Sonrió  por ese hecho. Pero le resultó una lástima ya que Neón había hecho que su vida se acortara más y era un desperdicio, pues se trataba de alguien muy impresionante. Pero por ahora no debía sentirse turbado, debía mantener la serenidad y concentrarse en que tenía una reunión, pues eso sí que lo sacaba de quicio.


Capítulo 2
Tiempo revelado


En las afueras de la ciudad Del Comienzo, en la fábrica Fucus, una revuelta había comenzado. Los pasillos estarían en total oscuridad si no fuera porque las luces de emergencia estaban en funcionamiento dejando ver un poco el interior de las instalaciones. En uno de los muchos pasillos, un joven corría desesperadamente, él había desactivado las luces y el código de seguridad, pero aun así lo habían descubierto y en este momento un MR tipo 3 lo perseguía sin que pudiera escapar de sus seis ojos que lo mantenían en la mira. Esta máquina tenía la estructura de un canino y su color era el del metal, gris opaco. Este modelo poseía tres cabezas finas que se conectaban al cuerpo con cuellos largos. Llevaba la orden de capturar a Neón, quien de haber sido ayudante de su amo, ahora era un desertor.

Por fin, el joven Neón se perdió por un momento de la mirada del MR y se adentró a la habitación donde se encontraban las computadoras principales, las que se encargaban de recibir toda documentación de los proyectos de la empresa. Se acercó a la computadora madre sacando de la parte trasera de su oído izquierdo, un cable que vinculaba con un USB que a su vez conectaba a su memoria. La introdujo a la máquina y comenzó a leer toda la información de ella, pero debido a que el MR estaba pisándole los talones, leyó  toda la lista tan rápido como pudo, volviéndose a mirar la puerta, asustado al escuchar al robot entrar al cuarto, pero a pesar del susto, logró pasar toda la información de la computadora a su memoria sin terminar de leerla completamente, borrando todo de la computadora madre.

Sintió al robot detrás de él, así que se dirigió al fondo de la habitación, pues allí había un pasadizo secreto. Al acercarse y tratar de abrir la puerta del pasadizo, se dio cuenta que se encontraba sellada, pues se había bloqueado automáticamente debido a la falta de la energía principal. Se dio media vuelta al escuchar como el MR se detuvo cerca de él, mirándolo con sus ojos azules y Neón pudo verse reflejado en ellos. Estaba consiente que un movimiento en falso podía significar que pudiera ser capturado y como diera lugar debía salir de allí con los archivos.

Neón, lentamente, sin dejar de prestar atención a los posibles movimientos de la máquina, llevó su mano para llegar a la bolsa de su pantalón con la intención de sacar la bomba que generaba corriente; su plan era arrojársela y huir cuando el robot sufriera una descarga eléctrica, lo que lo privaría de sus movimientos por un corto tiempo y su plan habría funcionado de no ser porque el canino mecánico anticipó sus movimientos y lo atacó con su cabeza de en medio, pero el joven, esperando su reacción, saltó en el preciso momento del ataque y antes de que la boca lo pudiera tomar, él se trepó sobre la cabeza impulsándose con los pies y así alcanzar la puerta por la que entró, no obstante, la cabeza del MR que quedó a su lado izquierdo entró en acción y lo tomó del brazo arrojándolo con fuerza hasta el otro extremo de la habitación, provocando que el joven golpeara contra la pared y emitiera un agudo grito de dolor.

A pesar del terrible dolor que sintió, Neón comenzó a ver lo que se encontraba a su alrededor, ya que cada segundo contaba, cada segundo determinaba si salía victorioso o no. Tan solo vio una gran mesa frente a él y a sus lados, regadas en el suelo, piezas de metal que utilizaban como pruebas o partes de otros artefactos. Por debajo de la mesa pudo ver como el MR se acercaba con la intención de estirar uno de sus cuellos y tomarlo; pensó en algo, se deslizó debajo de la mesa colocando sus pies sobre la tabla por el lado interior y dando un fuerte impulso hacia arriba, la derribó, provocando que la cabeza del canino mecánico colisionara contra la mesa con tal fuerza que se deformó. Sin esperar un segundo más, Neón cogió un par de trozos de metal y levantándose, se mostró al robot y al momento, las cabezas libres del MR embistieron al joven, pero hallándose preparado, usó las piezas como escudos. El momento de huir llegó cuando por unos segundos, desubicó al casi robot perfecto. Salió de la sala a toda velocidad. Corrió por los pasillos aún oscuros y los que parecían laberintos, sin embargo, él conocía toda la fábrica, así que no temió perderse. Tenía cada ruta de escape en su memoria y sabía por dónde correr. Fácilmente podía huir de ellos, pero si le enviaban a los RV, que eran robots especializados en la lucha, le sería mucho más difícil lidiar con ellos.

—Izquierda… derecha… derecha —decía cada vez que daba vuelta a otro pasillo —Izquier… —se detuvo drásticamente al percibir a otro MR, pero esta vez del tipo uno, los que eran parecidos a los tres, pero tan solo contaban con una cabeza. Decidió desviarse y usar otra ruta, pero de repente se detuvo y se agachó en el preciso momento en que la garra de un MR atravesó la pared, y su movimiento previsor le salvó la cabeza.

La sorpresa del ataque no lo detuvo y se irguió para continuar por otro camino, evitando a toda costa tener contacto con ellos. Él retrocedía algunas zonas al notar que algunos buscadores lo esperaban para emboscarlo, de esta manera, poco a poco las posibles rutas de escape fueron invadidas o bloqueadas por MRs, así que optó por su último recurso: ir a la cima de la fábrica, por lo tanto, comenzó a subir las gradas sin detener o disminuir su paso y mucho menos ahora que los buscadores le pisaban los talones. La tensión combinada con el miedo empezaba a crecer en su interior cada vez que escuchaba las patas robóticas chocar contra el metal del piso, lo que le producía un desgarre interno. Al llegar arriba, no pudo evitar que su interior se regocijara al ver la puerta de salida, solo faltaba poco.

Desafortunadamente se encontraba bloqueada, pero esta vez, como no tenía otra opción, debía conectarse a ésta para desbloquearla lo más rápido posible. Concentrado en lo que hacía, no sintió al robot que se encontraba atrás, pudo darse cuenta de él cuándo vio una garra metálica del tamaño de su cabeza perforar la puerta a escasos centímetros de distancia, el joven se giró mirando a un robot en forma de araña, que lo miraba fijamente con sus miles de ojos que hacían la función de focos, su cola salía detrás de su cuerpo y esta era como una cola de alacrán, el robot tomó sin dificultad parte de la puerta y la arrancó. Neón, al ver la oportunidad y sin perder más tiempo en los ojos hipnotizantes de la araña-robot, corrió fuera por la abertura de la puerta.

No se detuvo sino hasta llegar al borde del techo, donde miró hacia abajo. Su ojo derecho no vio fin y su izquierdo calculó la altura. Una parte de él le dijo que debía retirarse y la otra que siguiera. Decidió dar media vuelta para regresar adentro de la fábrica y así poder usar o crear alguna otra ruta, pero se llevó la sorpresa de que se encontraba acorralado por varios MRs, la única entrada estaba siendo bloqueada. Exhausto y respirando con dificultad, se limitó a pasar su mirada a cada robot por unos segundos y por primera vez, desde hacía mucho tiempo, no tuvo respuesta; su computadora no tenía solución y su cerebro tampoco tenía idea. Se encontraba en una situación complicada, se sintió acorralado como una rata en un laboratorio. Analizó las posibilidades de poder evadir o engañar a las máquinas para adentrarse a la fábrica, pero cada una de estas eran menores de un 1% de éxito.

Una daba el 25% de éxito.

Con lentitud, para no presionar a los MRs a atacarlo, ya que ellos solo lo atacarían si les daba una razón para hacerlo, por el momento, el joven no les era una amenaza, dio un par de pasos hacía atrás y así sucesivamente deteniéndose cuando su pie derecho sintió el vacío, había llegado al borde. Giró su cabeza un poco visualizando a lo lejos una ciudad. Su corazón latió el doble al pensar en lo que iba a hacer. Cerró los ojos con fuerza y tragando saliva con dificultad, con aparente calma, inhaló aire para llenar sus pulmones y cuando exhaló el aire, se arrojó.

Fue ese momento en que los robots se movieron, su prioridad era traerlo a su jefe, a su dueño, pero cuando se asomaron por el borde, Neón se había perdido de su radar visual. Ingresaron apresuradamente a la fábrica para seguirlo, pues su prioridad era cumplir con las órdenes.


Mientras tanto, en la universidad de ESER, el profesor de ciencia de las tecnologías salió del salón al que asistía Evarista. Después de que una clase terminaba, se daban unos cinco minutos antes de que el otro profesor entrara a impartir su clase. Eva se encontraba sentada en medio de sus dos amigas, Blanca y Naira, quienes lo primero que hicieron una vez el profesor dejó el salón, fue platicar entre ellas. Por otra parte, la castaña decidió buscar en su computadora, las que todo alumno poseía, lo último que vieron de la próxima clase, pero no evitaba reír cuando escuchaba de sus compañeras algo que le hacía gracia.

—Vamos, Eva, cuéntanos, ¿hay alguien que te interese? —inquirió con tono pícaro Blanca quien se encontraba al lado derecho de Eva.

—¿Interesarme, de qué manera? —preguntó haciéndose la que no sabía a lo que se refería.

—No te hagas —soltó Naira colocando su brazo alrededor del cuello de su amiga —Amorosamente, claro está.

—No, aún no.

—Deberías salir con algún chico —mencionó Blanca —Deberías dejar de visitar a Calomela, siempre estas con él. Deberías salir con un chico de verdad…

—Deberías, deberías, deberías —repitió la acosada rodando sus ojos —Ya dejen de decirme tantas cosas, yo sabré con quien juntarme o no y también sabré cuándo salir con alguien —quitó el brazo de su amiga al sentirlo pesado y concluyó: —Me alegra estar con él.

—No estamos diciendo que sea mal… —Naira fue interrumpida por un voz masculina.

—Blablabla —el chico de adelante de Naira se recargó sobre la silla, dejando las dos patas delanteras en el aire. Miró a las chicas y preguntó: —¿No pueden hablar de otra cosa? ¡Válgame! Las mujeres y sus conversaciones de chicos. A mí me gusta él, ¡ah! A mí me enamoró él —dijo burlándose de ellas.

Naira, molesta, empujó desde abajo las patas donde el joven reposaba, provocando que casi perdiera el equilibrio. Él se asustó y volvió a su estado normal.

—Si no te gustan nuestras pláticas, entonces no las escuches, Nec.

Nec se giró para encararse con la mujer que hizo que casi perdiera el equilibrio y cayera al suelo.

—¿Cómo quieres que las evite si me hablan en el oído? —se escuchó elevando la voz.

—Es que estás molesto porque no hablamos de ti —comentó Blanca en tono de burla.

—¡Ah! Yo sé muy bien que ustedes hablan de mí, es solo que no lo hacen cuando estoy presente, ¡eso es mega obvio! —comentó el chico en tono altivo.

Nec no era un joven feo, al contrario, era a la vista muy agradable, además de ser elegante en todo lo que hacía. No era muy alto, pero tampoco era tan bajo y su cuerpo atlético recompensaba eso, ya que su hobbie era levantar pesas todas las tardes, además de que hacía ejercicio todos los días.

—No hables Nec —Naira empezó a empujar la silla de su compañero, algo fastidia—, eso ni en tus propios sueños.

El profesor hizo aparición al aula provocando que todos los alumnos que estaban hablando, guardaran silencio para poner atención a la clase.

—Bueno chicos, como ya se anunció en días pasados, hoy es día en que Belirio Fucus dará un discurso, así que si son tan amables de dirigirse a su computadora, pongan el canal de las noticias de la ciudad.

Todos los alumnos asintieron y haciendo caso a su mayor, se dirigieron a su monitor. Cuando se presentaba alguna noticia importante en la ciudad Del Comienzo, cada pantalla de esta se auto-programaba para que ningún ciudadano pudiera perderse tal acontecimiento. Ese discurso era importante, pues tenía que ver con el mismísimo dueño de empresas Fucus. La prensa se mantenía afuera de la cede esperando a que el señor Belirio saliera y presentara su discurso. Al abrirse las puertas de la instalación, se dejó ver el esperado, junto a sus guardaespaldas. Toda la prensa se acercó hasta lo que les fue permitido, las cámaras-robots y demás se enfocaron en él. Sin esperar más, un periodista empezó con una pregunta:

—Señor Belirio, ¿cuándo es que la empresa sacará un nuevo producto?

—Muy pronto —contestó—, la labor que estamos realizando será sin duda alguna el trabajo más innovador y revolucionario que haya inventado la empresa.

—Muchas personas mencionan que desde que su padre murió, usted no ha realizado un buen desempeño —habló otro periodista, todos sus compañeros se enfocaron en él debido a las interesantes palabras—. Desde el incidente, la empresa solo ha sacado estos cinco años un solo modelo y se dice que ese trabajo ya lo había empezado su padre. ¿Qué dice a eso?

—Les aseguro que el que viene será el mayor trabajo —objetó sin haberle afectado las palabras dichas —Tan solo tengan paciencia.

Una reportera iba a decir algo, pero se retuvo al notar que Fucus hizo un ademán, después de eso, el hombre concluyó:

—Eso es todo por hoy. Tan solo esperen y verán algo reformado.

Enseguida dio media vuelta y comenzó a caminar, detrás suyo sus guardaespaldas, dejando atrás a una multitud aturdida debido al pequeño “discurso” que el señor Fucus presentó ante la prensa. Dentro de la empresa se encontraban 8 de los 10 patrocinadores, que en cierta forma eran los que mantenían el lugar, esperándolo e indignados por el desinterés que demostró Bel ante los periodistas. Uno de ellos se apresuró al dueño.

—Belirio —se escuchó colérico, pero trató de que no se notara—, mi gente y yo pensamos en hacer esa entrevista para que usted convenciera a la gente que todo está bien. Los ciudadanos no han olvidado el hecho que despidió a más de la mitad de los científicos y obreros que trabajaban en la fábrica, el lugar ha perdido mucho dinero y puede quebrar la empresa. Estábamos mejor con su padre.

El dueño se detuvo para ver seriamente al hombre. Desde que comenzó en la presidencia hacía cinco años, había escuchado una y otra vez que cuando el señor Fucus vivía, el lugar era mucho mejor y tal vez era verdad, ya que los MR que habían sacado, fueron solamente renovados. Pero él estaba harto de escuchar a sus representantes decir eso.

¡Que se arrojen por un rascacielos!” Ahora él estaba a cargo de la empresa y ellos debían obligarse a confiar en el nuevo dueño de la fábrica: Belirio Fucus, hijo del difunto empresario Fucus.


Capítulo 3
El chico mitad robot


Lo primero que hizo al caer al suelo fue levantarse tan rápido como pudo, debía seguir huyendo, estaba consciente que esas infernales máquinas irían tras él a como diera lugar. Era verdad que su cuerpo era mitad robot, pero solo se trataba de la mitad, por esa misma razón pudo sobrevivir a la caída, pero también sintió un profundo dolor. Se irguió como pudo, con el brazo derecho se tomó las costillas del costado izquierdo, apretándoselas con fuerza con la intención de sofocar el dolor, mientras comenzaba a caminar, cojeando del lado derecho, sintiendo como parte de su rostro estaba herido. Miró el horizonte distraído, pensando si se había roto algún hueso, no obstante, a pesar de su malestar, comprendió que no podía darse el lujo de permanecer quieto, debía seguir huyendo. Se detuvo visualizando la ciudad.

Entonces, una pregunta lo ahogó, ¿adónde podía huir? Sabía que dentro de él llevaba un chip localizador que les permitía a los buscadores encontrarlo en cualquier lugar donde estuviera, así que no sería fácil escapar de ellos, pero no por eso debía dejar de luchar, por lo que dando de sí, emprendió de nuevo su camino. Minutos después, el joven miró sobre su hombro encontrándose con la desagradable sorpresa de que los MR lo seguían. Neón caminó con más prisa, cada segundo se volvía para ver qué tan lejos se encontraban; aunque lo deseaba no podía moverse más rápido, la caída que sufrió lo había limitado en su velocidad. Trató de correr dejando de lado sus dolencias, sintiendo como los buscadores le pisaban los talones.

Fatigado cayó al suelo, pues sus pies se cruzaron. Se sentó en el suelo mirando como los buscadores aumentaban su velocidad.  La angustia de sentirse atrapado lo hizo retroceder asustado, impulsándose con las piernas y los brazos y cuando las máquinas se encontraban a escasos metros, pensó que era todo, entonces de pronto, ellas se detuvieron. El joven miró con sorpresa a las cuatro máquinas inmovilizadas, luego observó a ambos lados, pero no vio nada, se volvió a los robots cerrando los ojos y un suspiro de alivio brotó. Afortunadamente había cruzado la zona límite, pues cada una de las máquinas de la fábrica tenían un radar que solo les permitía estar a cierto radio alejados de las instalaciones; no podían cruzar esos límites puesto que existía una barrera invisible que les impedía esa acción.

Los buscadores dieron media vuelta y se alejaron de Neón. El joven no pudo evitar relajarse, se acostó completamente en el suelo y observó detenidamente el cielo azul, frunció el ceño y levantándose, volvió  a su andar. No debía perder el tiempo, él no estaría conforme y posiblemente enviaría más buscadores, por ello, debía huir lo más lejos que pudiera.

Un par de horas después, visualizó lo que le parecieron construcciones de casas. Volvió a suspirar. Había perdido mucha energía, así que se le dificultaba seguir en pie, por lo que tenía la necesidad de recostarse y dormir para recargarse y recuperar su poder, pero no podía darse el lujo de hacerlo aunque su cuerpo implorara descanso. Si lo hiciera daría tiempo a los MR a que lo capturaran.  Su mitad humana comenzó a temblar, esta no soportaba tal maltrato. Un terrible escalofrío lo invadió, la vista comenzó a fallarle y  vio borroso, las siluetas de las casas iban y venían. Se tomó el brazo izquierdo con la intención de calmar su temblor, pero fue en vano, este seguía moviéndose a contra voluntad. Su pierna comenzó a padecer lo mismo.

Lo que temió sucedió.

Ya no pudo más, los párpados le pesaron mientras una sensación de no poder cargar con su cuerpo se apoderó de él. Su visión empezó a desvanecerse, de repente sus piernas ya no pudieron soportar su peso y mientras una somnolencia cayó sobre él, se dejó caer de rodillas y antes de siquiera sentir que su cuerpo diera por completo en el suelo, vio una silueta de un animal acercársele. Perdió el conocimiento.


Lo primero que hizo Eva cuando sus estudios finalizaron fue ir al restaurante “Come Rápido”, un establecimiento que vendía comida rápida, ella pidió el especial del día y esperó a que un robot especializado en ello preparara su pedido, el que era para llevar. A decir verdad, esos establecimientos eran pequeños y solo era para pedir comida para llevar. Al salir, ella se dirigió para la calle “El Tercer Anillo”,  la que vinculaba a donde deseaba ir. Se dirigía a la Colonia Nube, un lugar muy bonito de la ciudad Del Comienzo. Tarareaba una canción alegremente mientras movía la bolsa de la comida al cruzar las avenidas.

Se detuvo al llegar a la residencia, la que por ser privada, se encontraba protegida por una muralla de piedra y la entrada principal era una enorme reja de color negro que era adornada por un elegante dibujo. Se acercó y colocándose a un lado de una máquina que era la que determinaba si la persona podía entrar o no, pues así se protegía la seguridad de los residentes, los únicos que tenían acceso libre a la residencia. Pero si el residente deseaba que  algún conocido lo visitara, podía hacer que la IV del visitante funcionara como llave, más aparte un código de voz.

Eva apretó el timbre y mientras se mostraba una onda de sonido dibujada en el aparato, se escuchó la voz de una máquina.

—Buenas tardes. Residente o visitante.

—Visitante. Vengo a ver a Riz Calomela, numero de casa 37, mi nombre es Evarista Mohs número de cuenta 322 —lo dijo corrido, pues se sabía todo el procedimiento. Por esa razón la máquina analizó la información.

—Confirmando voz —tras un sonido de aceptación, la reja se abrió—. Bienvenida Evarista Mohs —la joven entró —Que pase buena estancia.

La famosa residencia Nube era uno de los pocos lugares de la ciudad que aún conservaba las estructuras antiguas, contando con casas separadas y amplios suelos pastosos, siendo decorados por árboles y hermosas y variadas flores, las que eran mantenidas por un robot que les proveía el agua y los cuidados necesarios. Los caminos eran adornados por piedras que daban una agradable vista a la residencia. Al llegar a la casa 37 tocó el timbre y esperó a que el dueño abriera y casi de inmediato alguien abrió la puerta. Una pequeña máquina de un metro de altura, redonda, que poseía brazos delgados con tan solo dos dedos y sus cuadrados ojos de color azul cielo, atendió a la castaña.

—Muy buenas tardes señorita Mohs, por favor pase —se movió a un lado para dar paso al visitante.

—Gracias —mencionó cortésmente mientras echaba un vistazo dentro de la pequeña, pero acogedora casa, sin moverse —¿Está el señor de la casa?

—El señorito Calomela no se encuentra —mencionó la voz robótica —Está en el taller. ¿Desea pasar y tomar asiento, mientras lo espera?

—No. Iré a verlo al taller.

—Como deseé. Que pase buen día, señorita —el pequeño robot cerró la puerta e inmediatamente Eva salió a toda prisa de la residencia, ignorando esta vez cuando la máquina de la entrada dijo: “Gracias por su visita, que tenga excelente día”.

El taller de la familia Calomela estaba ubicado a dos cuadras detrás de la residencia Nube, así que por eso, ella no tardó mucho en arribar al lugar. El taller se encontraba abierto; sus dos puertas de hierro abrían paso a la clientela. Debido a que el taller se especializaba en la reparación de artefactos electrónicos, como a robots, el lugar era amplio. Tenía una altura de 8 metros y a pesar de lo espacioso que era, el lugar se mantenía lleno de muchas piezas de máquinas. Los estantes estaban al borde de pesados motores. Por todo el lugar se observaban robots de diferentes tipos, desde robots especializados en la construcción, hasta los robots de restaurantes de comida rápida. Pero también se veían robots más pequeños y simples, licuadoras, taladros, microondas, etc.

—¡Riz! —gritó Eva para que fuera donde fuera que se encontrara la pudiera escuchar, pero lo único que percibió fue el propio eco que regresaba cuando sus palabras chocaban entre las paredes y el metal de los robots. Volvió a intentarlo mientras se adentraba más al taller. Sin resultado alguno.

Más al fondo, notó un robot de rescate, de forma humanoide, los que se utilizaban para rescatar y poder mover los escombros cuando algún desastre natural hacía de las suyas. Este era de color escarlata, con franjas naranja que atravesaban el torso y el enorme logotipo del departamento de rescate dibujado en el pecho. La persona que buscaba se encontraba adentro de la máquina, y literalmente hablando, no en la cápsula donde la persona podía entrar y maniobrar el robot.

—¡Riz! —A pesar de estar tan cerca, aquella persona aún no se daba cuenta de que era llamado —¡Calomela! —Volvió a gritar, pero más fuerte.

Un hombre de 30 años de edad se asomó algo desubicado, por la escotilla y la miró.

—Eva, ¿eres tú? —El hombre la reconoció cuando se desactivó sus anteojos de soldar —Ahora bajo —informó.

Riz Calomela, hijo del dueño del taller, se especializaba en mecánica robótica de casi toda clase de robots o máquinas eléctricas. Distinguido por siempre llevar una bata blanca. Él era de cabello castaño, sus ojos miel, dignos del apellido que portaba, no dejaron de mirar a Eva hasta que se acercó a una distancia prudente. Aunque no se dejaba la barba, en ese preciso momento llevaba una descuidada y Eva se lo hizo saber.

—Deberías mirarte, pero qué guandajo estás, deberías rasurarte.

Él se tocó la barbilla y sin dejar de mirarla, comentó divertido:

—¿Tan mal está?

—¿Cuándo fue la última vez que comiste? —quiso saber ella.

—Dime en qué día estamos para responderte con precisión.

—¿Día? —se sorprendió, aunque no debió, pues sabía que algo así ocurriría. Por esa razón le compró algo.

—Te traje esto.

—Pero que amable —se tomó la bolsa —¿Lo preparaste tú? —su respuesta fue inmediatamente respondida cuando observó el logotipo del restaurante impregnado en la bolsa —Pensé que me traerías algo que prepararías, no creas que no tengo ganas de comida preparada por una máquina, pero es mucho mejor cuando es preparada por las manos humanas.

—Pues dile eso a tu mujer, claro, cuando la tengas.

Tan solo mirar ese robot de rescate estuvo consiente que Riz no se despegaría de este hasta que lo analizara a fondo. Lo conocía muy bien, sabía que cuando obtenía algún robot nuevo para que lo arreglara, él no lo soltaba ni aunque encontrara la falla y lo arreglara en segundos. Realmente lo devolvía hasta que investigaba cada uno de sus componentes o piezas y por esa razón para él, encontrándose en ese estado, no existían las noches y los días.

Como exactamente en ese preciso momento, a pesar de haber tomado un descansito para poder comer, comía muy rápido sin saborear, ansioso por terminar y así volver al trabajo, además observaba la guía del robot de rescate en su Pantalla. Eva se acercó a la mesa, la que estaba totalmente llena de piezas, tanto grandes como pequeñas, de varios prototipos de robots. De entre tantas cosas observó un plano de los nuevos robots de búsqueda, tomó la hoja y comenzó a detallarla. Lo único que le gustaba de estos era el diseño y sus dos colores; plateado y rojo plateado.

—Acabo de comprar el reformado modelo 1 —escuchó la voz de Calomela, haciéndole saber sobre su nueva adquisición al verla concentrada en los planos, además de que ya había terminado su aperitivo. Ella lo miró y él continuó: —Está en el despacho —señaló el lugar —Te lo enseñaría, pero ahora se encuentra algo destrozado. Lo estaba investigando cuando me trajeron el de rescate —sonrió, ella le devolvió la sonrisa —Bueno, agradezco que hayas traído el almuerzo. Ahora voy a seguir trabajando, pero antes —se tocó la barbilla sintiendo la barba—, creo que iré a rasurarme.


Capítulo 4

Correr y esconderse




Se hundió en un profundo lago de oscuridad y trataba de luchar para salir de él, ante eso abrió los ojos de golpe. No sabía dónde se encontraba y por esos primeros segundos no recordaba lo que había sucedido. Lo que notó primero fue un techo y una lámpara que colgaba debajo de él. Comenzó a tocar a su alrededor descubriendo algo suave y sedoso, se trataba de sabanas; se encontraba en una cama. Se levantó un poco sintiendo un leve mareo y se sentó, pensativo,  tratando de recordar lo que sucedió.

Se puso de pie y comenzó a girar sobre su eje lentamente para mirar todo a su alrededor, reconociendo que se trata de un sótano, los que nunca en su vida había visto, pero que reconoció inmediatamente debido a su conocimiento programado. Al estar seguro de donde se encontraba, se dirigió a unas gradas que estaban hasta el fondo y tomando el pasamano, lentamente subió escalón por escalón, sorprendiéndose al llegar arriba. La puerta era de hierro, pero eso no fue lo que lo sorprendió, sino ver una abolladura en medio de esta, la que venia del otro lado. Con preocupación tomó la manija y trató de abrir el acceso, pero no cedió, pues se  encontraba cerrada desde el otro lado. Su miedo se hizo mayor y movió bruscamente de arriba abajo la manija deseoso de que la puerta abriera. Después la tocó con gran fuerza mientras gritaba que lo dejaran salir. Se mantuvo en silencio. Un penetrante y aterrador silencio ante la desesperación y el mal presentimiento que lo embargó, así que volvió a tirar de la manija, pero esta vez con la fuerza que su brazo robótico le proporcionó, logró abrir la puerta. Con cautela se adentró al hogar sintiendo pánico, pues esa abolladura solo se podía tratar de los buscadores, ellos lo habían localizado y habían ido por él.  Sus ojos se abrieron tan grandes como un plato al descubrir tal escena.

Sus ojos cafés empapados de terror y sorpresa no dejaban de ver al dueño de la casa recargado en la pared con un enorme agujero en lo que fue su estómago y a su lado, un perro; su fiel compañero se encontraba  igualmente, con la mandíbula destrozada, sin diente alguno. Al parecer, el can había luchado para proteger hasta el final a su dueño. Neón comenzó a sentir náuseas, llevó su mano a la boca para retener lo que venía. Salió apresuradamente para alejarse de la casa, sin dejar de pensar en que los MR llegaron hasta ahí y  unas preguntas lo inquietaron más: ¿Por cuánto tiempo estuvo inconsciente? ¿Por qué razón no se lo llevaron?

Él se encontraba en una pequeña localidad ubicada a las afueras de la ciudad Del Comienzo. Su sorpresa fue más grande cuando salió, pues se encontró que todos los de esa localidad estaban muertos. Algunas personas habían sido arrojadas contra los carros o a las casas, pero no importaba en sí cómo los habían matado, sino el hecho de que todos los habitantes perdieron la vida por culpa de él. Era su culpa, el lugar había sido atacado por su culpa. Miró con detenimiento la catástrofe que ocasionaron los MR o hasta los mismos RV. Un enorme vacío en su interior creció. ¿Estaba haciendo lo correcto?

Angustiado por todo lo que veía, metió las manos en los bolsillos de la chaqueta descubriendo algo en uno de ellos, al sacarlo observó un extraño instrumento redondo, no más grueso que tres milímetros de color negro y con unas letras alrededor, doradas, las que rezaban: C. Calomela.

“¿Qué es eso?”

No tenía idea, pero algo tenía claro y era que ese aparato fue lo que impidió que los buscadores lo encontraran. Ese aparato había bloqueado el rastreador que tenía. Quería saber más sobre eso. Si alguien fue capaz de crear algo así, tal vez esa persona lo ayudaría a desbloquear los archivos que se llevó de la fábrica, pues aunque lo intentara no podía tener acceso a ellos, así que por esa razón emprendió a la ciudad para buscar al creador del aparato.



Ruber se encontraba frente la puerta del edificio del hospital Psiquiátrico. De nuevo en ese lugar, sin falta todos los sábados y como ese día miércoles. Aquí lo visitaba a él y a pesar de que no deseaba pisar dichas instalaciones, no podía evitarlo, así que sus piernas lo guiaban a este lugar. El joven dirigió su mirada al enorme reloj que colgaba arriba de la recepción, el que podía ver por el vidrio de la entrada. El reloj marcaba las 4:54 con enormes números color verde limón. Siempre era igual, él era puntual a sus visitas. Esta comenzaba a las 5 de la tarde. Un sábado había decidido no acudir a estas visitas, pero todo el día se la pasó mirando intranquilo el reloj, una y otra vez, porque se acercaba el momento de la visita. Por ello decidió salir a dar un paseo y así despejar su mente, pero cuando menos acordó ya se encontraba frente al hospital.

Al dar un suspiro cuando el reloj marco las 5, caminó para acercarse más a la puerta y así los sensores lo detectaran y automáticamente las puertas de abrieran y poder ingresar. Caminó a la recepción y se detuvo para hablar con una recepcionista, la que siempre, como todos los sábados y miércoles lo atendía. La saludó con una sonrisa, preguntando lo de siempre:

—¿Puedo ver al paciente Efrin Corindo? Habitación 137 B.

—Por supuesto que sí —escuchó a la joven decir la misma respuesta que le decía cada vez que iba. Siempre deseoso de que le dijera que no podía verlo, pero no, siempre era lo mismo —Puede pasar.

—Gracias —se despidió de ella y giró a su derecha comenzando a caminar por un pasillo para dirigirse al elevador, el que tomó para llegar al piso tres y así buscar el número de la habitación de Efrin. El camino ya se lo sabía de memoria por tantas veces que había ido a visitarlo; tan así que hasta con los ojos cerrados podía llegar.

Al llegar al piso deseado, giró a su izquierda y al pasar por tres puertas más, encontró la que buscaba. Se colocó enfrente  mirando detalladamente los números dibujados en ella.

Le hacía daño verlo, pero a pesar de eso no podía dejar de visitarlo; sin importar como se encontrara alguno de esos días, soleado, lluvioso, con nieve, siempre abría esa puerta. Antes de abrirla e ingresar, esperó a que dos guardias de seguridad llegaran, puesto que no se podía entrar a una habitación de algún paciente a menos que dos guardias estuvieran afuera, por si se les necesitaba; casi nunca eran necesarios, pero era mejor estar preparados por si acaso. Era por esa razón que cada visitante debía presentarse en la recepción y dar constancia de su presencia.

Los vigilantes no tardaron mucho y al tomar su posición, uno a cada lado de la puerta, Ruber tomó el picaporte y lo giró dejando ver el interior de la alcoba, la que era grande. Había una cama Queen apoyada contra la pared derecha al acceso; había una puerta al fondo que llevaba al baño; en la pared izquierda había una larga y enorme ventana de vidrio reforzado que iluminaba gran parte de la habitación. Pero esas cosas no le importaban al joven, su vista se dirigió a una persona que estaba en medio de la habitación sentada en una silla de ruedas, se encontraban sus muñecas atadas en los apoyabrazos para evitar que se lastimara él mismo, la persona vestía una bata larga color crema, la que todo paciente llevaba. Efrin era delgado, casi flaco, se hallaba con la cabeza agachada y su barbilla tocaba su pecho. El cabello lo tenía largo y despeinado, ocultando su demacrado rostro.

—Hola Efrin —saludó el joven acercándose con una silla a él—. Me informaron que tuvieron que amarrarte las manos porque te provocabas daño —a una distancia prudente colocó la silla frente al paciente, se sentó en ella —Mira lo que te traje —de una bolsa sacó una revista—. Siempre te han gustado los animales, ¿verdad? El otro día vi esta revista en un mostrador y pensé: “¿Por qué no se la llevo a Efrin cuando vaya a verlo?” —Abrió una página al azar y se la mostró a él, pero Efrin siguió con la cabeza agachada. Él estaba como si no lo escuchara, siempre era lo mismo, cerró la revista y levantándose la colocó sobre una mesita redonda que no se encontraba muy lejos de Efrin, allí había medicina, frascos de pastillas, agua, jeringas, todo cuanto necesitaba.

Ruber se acercó a la ventana y comenzó a observas afuera, no era un panorama muy bonito, tan solo se mostraba los edificios y los carros viajar de aquí allá. En la ciudad transcurría la vida con total normalidad. Se giró un poco para observar al de la silla; al que ya no le importaba la vida. Los ojos del joven se entristecieron, no le agradaba verlo de esa manera, sufría por dentro al igual que él.



—Ah, por cierto Eva —habló Riz para llamar la atención de la joven quien se encontraba sentada vagando por su Pantalla mientras él terminaba su trabajo. Eva prestó su atención y él continuó: —Ayer vino el bicolor.

Al escuchar la última palabra la joven puso una cara seria, cuando Riz hablaba del “bicolor” se refería a Ruber y a ella no le agradaba para nada que lo nombrara de esa manera.

—Por favor Riz, no lo llames así, su nombre es Ruber.

—Lo siento, lo siento —se disculpó al ver el enfado de ella—. Pero no puedo evitar darle ese sobrenombre. Con su cabello así me recuerda a algún miembro de esas pandillas que desaparecieron hace años, los que se pintaban el cabello para separarse de otras pandillas. Ellos eran una mala influencia en la ciudad.

—Pero él no es uno de ellos. Así es él. Además ellos dejaron de existir. ¿Por qué me buscaba?

Riz pensó un poco, se acercó y de una mesa tomó su café y le dio un sorbo, provocando que una mueca de disgusto se dibujara en su rostro, el café se había enfriado.

—No lo sé —admitió —Estaba tan concentrado en terminar el robot de rescate que no le presté atención. Recuerdo que hablaba de algo, pero honestamente no presté atención. Eva, sabes cómo me pongo cuando estoy concentrado en mi trabajo. Después de rato me di cuenta que ya no estaba.

Ella se quedó pensativa y preocupada, desde hacía tiempo que observaba a Ruber algo fuera de lugar, como distraído, como que algo le molestaba o inquietaba.

—Si se trataba de algo importante, volverá —las palabras de Riz la volvieron a la realidad y tenía razón, solo esperaba que no se tratara de algo grave. Al ver que Riz se alejó para volver a su trabajo, ella volvió con lo suyo.



Ruber dejo de mirar la ventana y de nuevo se acercó a Efrin e hincándose para estar a la casi altura del rostro de Efrin, tomó con cuidado su rostro para poder verlo, así descubriendo sus ojos cafés que no poseían brillo alguno, una vista opaca, cansada y perdida. Su rostro pálido estaba lleno de heridas que él mismo se había provocado.

—Mírate —dijo con voz casi apagada. Pegó su frente a la suya —¿Efrin? ¿Efrin aun estas corriendo? ¿Aún estas huyendo? Sé que en este preciso momento no me estás viendo, pero aun así estoy allí, al igual que aunque yo no venga a verte, aún estas aquí. Te veo y tú me ves. Tú deseas que desaparezca y yo deseo que desaparezcas, pero no podemos…

Con brusquedad, Efrin apartó su rostro de las manos del joven sorprendiéndole y más cuando comenzó a mover sus brazos tratando de soltarse.

—¡Aquí esta! —Comenzó a gritar con voz aguda, histérica  —¡Aquí viene!

Y empezó a moverse bruscamente de un lado a otro en su silla gritando una y otra vez las mismas palabras, provocando que Ruber se levantara y retrocediera sorprendido hasta chocar y caer contra la silla que él mismo había traído.

—¿Efrin?

—¡Corran! ¡Él está aquí! ¡Ayuda! ¡Sálvenme! ¡Aquí viene!

Ruber observó sorprendido la reacción de él, ¿Qué debía hacer? Efrin estaba empezando a jalarse con fuerza para zafarse y se lastimaba las muñecas.

—¡Ya déjalo, Efrin!

Inmediatamente los dos hombres de seguridad entraron a la habitación cuando escucharon el escándalo y al ver a Efrin Corindo alterado, uno de ellos tomó una jeringa y llenándola  con un líquido, lo inyectó en el cuello y de esta manera fue que se calmó, pues instantáneamente el suero hizo su efecto y el paciente perdió el conocimiento.

—¿Te encuentras bien? —preguntó uno de los hombres extendiendo la mano hacia el joven y ayudarlo a ponerse de pie. Ruber aún se encontraba observando a Efrin inconsciente, dormido en su silla y después dirigió su vista al hombre cuando de nuevo él le volvió a preguntar si estaba bien. Ruber aceptó su ayuda y mientras  se ponía de pie, respondió, aun impactado por la escena que acababa de ver.

—Creo que sí.
  

Capítulo 5
Seguir huyendo


Blanca, Naira, Eva y Nec se encontraban afuera de las instalaciones del ESER, ellos miraban por la Pantalla de Blanca las noticias más impactantes que se escuchaban por toda la ciudad Del Comienzo. A primera hora del día se publicó la desafortunada notica de que todos los habitantes de un condado pequeño que colindaba con la ciudad, habían muerto y si no fuera porque un habitante que había ido a Del comienzo y volvió a su condado, que era el de los asesinatos,  nadie se hubiera percatado de tal suceso, pues fue él quien denunció las desafortunadas muertes. La policía fue inmediatamente a la escena del crimen, al igual que las ambulancias las que se asegurarían de que no exista alguno con vida.

—Esto sí que es horrible —el primero quien rompió el silencio fue Nec, alejándose del grupito —¿Quién haría semejante barbaridad?

—Nunca había escuchado de algo similar —comunicó Blanca apagando su Pantalla y guardándola. Se estremeció de espanto al imaginar las fotografías que presentaron, pero estaba consciente que no se mostraron al público las más fatales.

—Lo bueno es que ahora existen máquinas como los buscadores que puede dar con el o los asesinos —informó Naira mirando a cada uno de sus compañeros, sin darse cuesta que quienes hicieron tal acto de barbaridad fueron los MR. Por otro lado, sus compañeros asintieron estando de acuerdo con sus palabras.

Eva desvió su mirada de ellos al sentir que alguien llamaba su atención. A unos metros, alejado, vio a Ruber escondido en un anuncio, como siempre llevaba su gorro y sus anteojos. Él le sonrió y acto seguido con la mano hizo una seña que indicaba que se acercara. Ella le devolvió la seña, indicándole que él se acercara. El joven negó y volvió a hacer la misma seña.

—¿Pero qué le pasa a ese tipo? —Eva miro a Nec —Si quiere decirte algo, que él venga.

—Ya se lo dije, pero se reusó —dijo Eva comenzando a caminar para acercarse a donde el joven de los ojos de diferente color —Ayer Calomela me dijo que fuiste al taller a buscarme — mencionó ella como saludo al plantarse frente a él, pero no obtuvo respuesta de Ruber, lo que obtuvo fue una Pantalla frente a ella y al tomarla observó una noticia del juego de beisbol los Guantes contra los Grandes.

—Tenías razón, los Guantes ganaron diez contra quince —informó Ruber.

—Oh, era eso —contestó ella con tono desganado y tocando la pantalla para maniobrarla, busco otra noticia —¿Leíste la noticia de esta mañana? —cuestionó entregándole su pertenencia, el aparato mostraba la noticia de las muertes.

—Sí. La leí. Es más, muy en la madrugada las patrullas me despertaron —observó con detenimiento la noticia y en susurro, dijo: —Fue terrible —lo que más le extrañaba era el hecho de que “todos los habitantes se encontraban muertos” estaba claro que quien lo hizo no fue una persona, o por lo menos no actuó sola.

—Entonces —los pensamientos del joven se dispersaron al escuchar la voz de su compañera—, ¿Qué era lo que habíamos apostado?

Él apago su Pantalla y guardándola, respondió:

—Un postre de la Casa del Antaño.

—Más malteada.

—Más malteada —repitió.

La Casa del Antaño era una tienda de repostería en la cual vendían toda clase de postres, el local se encontraba en el centro de la ciudad y era famosa, por lo que siempre estaba llena de gente, ya que los pasteles que ofrecían allí, eran deliciosos, muy buenos en sabor, no obstante, la fachada del establecimiento no era diferente a los locales o lugares del lugar; lo único que lo hacía diferente era el letrero arriba de la puerta que, con letras magnas de neón, rezaban el nombre de la tienda. La dueña del local era una mujer de edad madura y ella junto con sus empleadas elaboraba los propios pastelitos. Claro estaba, las máquinas y robot no faltaban. A diferencia de los locales que vendían comida, los aparatos en la Casa del  Antaño solo se encargaban de atender a la clientela y a cobrar.

Debido a la hora, no se encontraba muy lleno, así que los dos jóvenes alcanzaron una mesa de su agrado. Eva ordenó y al poco tiempo recibió su pedido. Sobre la mesa se encontraba una rebanada de pastel sabor vainilla cubierto con una ligera capa de chocolate y adornado con dulces sabor fresa, además de ser adornado con una fresa arriba y esto era acompañado por una malteada sabor melón. Tomando una cucharita que incluía el pedido, comenzó a comer.

Ruber recargó su codo en la tabla y colocando su barbilla en la palma, observó a Eva saborear su postre con gran gusto. Ella notó que su compañero no había pedido nada y dándole vergüenza que ella estaba comiendo y él no, preguntó:

—¿No vas a pedir uno? —Él tan solo negó con la cabeza —¿No se te antoja?

—No realmente —contestó quitando su brazo de la mesa —Yo estoy muy bien, así que provecho.

—¿Estás seguro? —lo miró sospechosamente.

—Sí, de verdad. Es que no tengo mucho para darme ese lujo —sonrió a lo dicho.

—¡Ah! ¿Lo ves? Y tú dices que no quieres encontrar un buen empleo que porque el gobierno te paga por no hacer nada.

—Tienes razón —rió divertido —Pero si quieres puedo pedirte el mío, ¿lo quieres?

— Dijiste que no tenías dinero.

—Bueno, yo esperaba que me dijeras que no.

—Eso —Eva miró pensativa el techo y casi en seguida lo encaró —¿Sabes qué?, quiero otro.

—¿De verdad? —se sorprendió el joven.

—Cómo crees. Este es la paga de la apuesta que hicimos y si tengo ganas de otro, yo me lo puedo comprar.

—Entonces, ¿te vas a comer otro? —preguntó mirándola con cara de: “glotona.”

—Tal vez. Pero si fuera así, sería para llevar.

Los minutos trascurrieron en plática y cuando Eva terminó, se despidió de su amigo, quien difícilmente quería que se fuera, pero ella insistió en que debía irse. Lo que deseaba ella era ir al taller de Riz, y mientras caminaba miró la caja donde tenía un par de rebanadas de pastel, le llevaba ese aperitivo a él, pues sabía que le encantaban, aunque si seguía trabajando, seguro que se los comería muy rápido sin saborearlos. Riz trabajaba muy duro días y noches literalmente, ahora más porque su padre, meses atrás, se había ido a tomar unas vacaciones dejándolo solo en el trabajo del taller, pero a pesar de eso, él siempre se esforzaba dando lo mejor de sí.

Al cruzar una avenida para ir a otra y tomar el camino que la llevaría a su destino, sintió que alguien chocó con ella instando a que retrocediera un poco y se percató que algo cayó al suelo, lo que la hizo inclinarse rápidamente con intención de coger lo que había caído y devolvérselo a la persona, pero se detuvo a mitad del proceso al escuchar la voz de un joven:

—¡No lo toques!

Ella levantó un poco su vista para ver al dueño de la alarmante voz, sintiéndose ofendida, pues no tenía la intención de robarle la pequeña bolita café que miró en el suelo, tan solo iba a tomarla para devolvérselo. Se sorprendió al ver a un joven de catorce años, pálido, ojeroso, sin duda alguna, muy fatigado, notándose por su forma irregular de respirar. Ella se enderezó cuando él se agachó para tomar lo que le pertenecía.

—¿Qué es eso? —no pudo aguantar su curiosidad cuando notó cómo el joven al tener el aparato en sus manos, lo miraba como algo muy preciado.

—No lo sé —admitió apretándolo con fuerza—. Pero debo encontrar al fabricante… a Calomela —el nombre lo mencionó en un susurro, pero Eva pudo escuchar con claridad el apellido de Riz, por lo tanto lo detuvo cuando él se giró con intención de retomar su camino.

—¡Espera! ¿Mencionaste a Calomela? —quiso estar más segura.

Neón se volvió para verla y asintió para responder a la pregunta.

—Yo conozco a Calomela.

—¿Lo conoces? —se acercó a ella y la miró con un brillo en sus ojos, lo que extrañó a Eva —¿Dónde está? ¿Dónde puedo encontrarlo? —Su reacción la tomó por sorpresa, sus ojos se mostraron desesperados al no escucharla decir algo. Se notó que necesitaba saber su paradero y con urgencia —Llévame con esa persona, por favor —pidió con insistencia.

Eva no tuvo el valor de decirle que no, además iba a ir a verlo, ¿por qué no llevarlo? Así que lo guio, pero ambos se asombraron cuando vieron la puerta cerrada, lo que indicaba que Riz había ido a su casa a descansar, tal vez a dormir un poco, puesto que el mejor lugar para que pudiera conciliar el sueño era en su casa, pues si se encontraba en el taller no podía siquiera tomar una siesta. Por esa misma razón Eva no quería incomodarlo llevando al joven hasta su casa.

Neón por fin pudo encontrar el lugar donde Calomela trabajaba y no quería retirarse de allí, así que recargándose en la pared, decidió esperarlo pensando que tarde o temprano regresaría. Eva lo observó y aunque al principio creyó que el joven se había recargado allí para descansar un poco, al final se dio cuenta que estaba resuelto a quedarse allí, adivinando sus verdaderas intenciones de esperar a Calomela. Se desesperó por su actitud.

—No creo que regrese hoy. ¿Piensas quedarte aquí?

—No tengo a dónde ir, así que me queda solo esperar.

—¿Estás loco?

¿De verdad no tenía dónde quedarse? Lo miró mejor notando que quizás fuera verdad lo que decía por su vestimenta andrajosa y su apariencia le dijo también que había venido de muy lejos para ver a Riz. Suspiró no creyendo lo que iba a decirle:

—Vamos a mi casa.

Neón la miró con sorpresa.

—Estoy bien aquí.

—Vamos, no pienso dejarte aquí.

Con tanta insistencia, el joven no tuvo más remedio que seguirla, la mujer era persistente por naturaleza. El departamento donde se alojaba Mohs era muy amplio para una persona que vivía sola. Tenía una gran y lujosa cocina, la que rara vez usaba. El comedor era amplio y solo tenía una mesa en medio para seis personas. El recibidor contaba con su propio sillón de espera. Ni hablar de la sala, la que en medio tenía una alfombra roja de bordes dorados dándole un toque elegante a la habitación, los sillones se encontraban colocados estratégicamente mostrando una agradable vista, los que combinaban a la perfección con la alfombra y en la pared del fondo estaba ubicada una televisión de tercera dimensión, tan grande que abarcaba toda la pared. Además de eso, contaba con dos cuartos, extensos; uno de ellos era la habitación de Eva y el otro lo utilizaba como una oficina.

Neón la esperó en el recibidor cuando Eva ingresó totalmente al departamento,  dirigiéndose a su alcoba y cuando volvió con él, traía consigo una toalla, la que  le entregó.

—Espero no te importe dormir en el sillón, a menos que desees dormir en el suelo. Te ves agitado, deberías descansar, pero antes te hace falta una ducha. Como no tengo ropa de hombre, tendrás que usar la que tienes puesta.

El joven se quedó mirando la toalla mientras ella le decía eso.

—¿No tienes desconfianza que me quede aquí?

—¿Debería tenerla?

—No entiendo cómo dejas entrar en tu casa a un desconocido, un extraño y no solo eso, dejarlo dormir.

—Escucha. Primero que nada vete a dar un baño —se tapó la nariz —Esta noche necesito dormir y para ello debes ducharte —cruzó a su lado para llegar a la puerta y antes de abrirla, dijo: —Has la que te digo, me pensaré lo de si te quedas aquí o no.

—¿A dónde vas? —preguntó dándose la vuelta para verla.

—A conseguirte ropa limpia.


En la sucursal, el señor Belirio sentado en su cómoda y gratificante silla, observaba detenidamente en el monitor de su computadora de tercera dimensión, la noticia que había estado circulando por toda la ciudad. Su concentración en ella se perdió cuando escuchó que su secretaria lo llamaba. Contestó el aparato.

—Lo buscan, señor.

Apagó la pantalla y girando a su derecha encendió otra pequeña pantalla que estaba conectada a una cámara que estaba ubicada en la sala de espera, en esta observó a Raúl, uno de sus patrocinadores y el encabezado de envenenar la mente de los demás patrocinadores  con eso de que Fucus no hacía bien su trabajo.

—Déjalo pasar —ordenó  y dirigió  su vista a la entrada, la que se abrió poco a poco para dejar entrar a la persona del otro lado.

Raúl entró directamente deteniéndose al colocarse  frente al escritorio de Fucus.

 —Señor Raúl, tome asiento si es tan amable —él hombre hizo caso y al hacerlo estaba decidido a hablar, pero Fucus no lo dejó, pues continuó: —¿Escuchó de la terrible catástrofe que sufrió una pequeña localidad? ¿Sabe qué fue lo que más me extrañó de eso? La parte en donde se menciona que a todos sus habitantes se les dio muerte, sin dejar a nadie vivo. Ahora todos los oficiales están en busca del culpable, pero ¿sabe?, no se trata de una persona, eso fue obra de algo más o por lo menos el culpable no trabajó solo.

—Escuché y leí la noticia —habló Raúl al tener la oportunidad dándose cuenta que todos en la ciudad ya sabían de ese hecho. Las noticias se expandían rápido, pero él no se encontraba en esa oficina para hablar de eso, no le importaba realmente, pero antes de que pudiera decir algo más, Belirio continuó.

—¿No sería peligroso que el que ideó ese macabro plan aparezca por aquí?

—Honestamente no lo sé, pero creo que si esa persona es tan “inteligente”, no atacaría la ciudad, pues sería descubierto inmediatamente, hay demasiada seguridad. Atacaron esa  localidad porque no hay tanta seguridad.

Al escuchar la respuesta, Bel sonrió.

—Eso es muy cierto.

—Pero no he venido para hablar de ese tema.

Belirio se recargó en su amplia silla y entrecruzando sus dedos entre sí, mencionó en tono desinteresado.

—Eso ya lo sé, usted ha venido a amenazarme, ¿no es verdad?

Miró seriamente al hombre, provocando que Raúl se asombrara, tanto así que comenzó a ponerse nervioso, incrementándose el sudor de su rostro, ¿cómo supo que ha eso venia? ¿Estaba consciente de ese hecho? Quiso defenderse y decir que eso no era verdad, inventar una excusa, pero no pudo, la mirada de Bel, tan segura, indicaba que tenía los hechos de demostrar hasta su amenaza. El jefe notó eso y al no escuchar respuesta rápida del hombre, prolongó con voz pausada:

—Es cierto que ustedes los patrocinadores son prácticamente los que sostienen la empresa, ¡pero! Quiero que le quede algo muy claro señor Raúl —se incorporó en la silla y acercándose al escritorio, miró fijamente los ojos del patrocinador, quien no rehuyó a su mirada —No importa si usted, dos, tres o hasta cinco patrocinadores renuncian, no me va a dejar en la ruina; yo puedo conseguir cuatro, cinco o hasta más y usted, ¿dónde encontrará otra empresa como esta? Ninguna que satisfaga sus deseos materialistas.

Raúl salió hecho una furia de la oficina de Fucus, se encontró con cuatro de sus compañeros empresarios, los que se acercaron a él para preguntarle cómo le había ido. Él con dificultad de pasar saliva por el enojo que tenía, respondió:

—Rompió todo lazo con mi empresa.

Belirio se paró de la silla y prendiendo su Pantalla, hizo que las imágenes se mostraran por toda la habitación, así que movió las manos en el aire cambiando las escenas, hasta llegar al programa que mostraba muchos cuadros, los que a su vez mostraban algunos lugares de la ciudad por las cámaras de seguridad que se encontraban estratégicamente ubicadas para que cada rincón de la ciudad fuera vigilado. Se situó en una cámara específica, ampliando más la vista.

—¿Dónde te has metido, Neón?

Capítulo 6
¿Cuál es la identidad de esa persona?


Se dice que existen mundos diferentes, dimensiones desconocidas o lugares parecidos a nuestro mundo, pero diferentes, al igual que puede existe un futuro paralelo al que nosotros conocemos.

Eva caminaba para regresar a su casa y así poder hacer tanto sus quehaceres escolares, como hogareñas. Había ido al hogar de su amiga Naira para ayudarla a hacer un trabajo, pues a ella siempre le gustó ayudar a sus compañeros, por lo tanto, con mucho gusto había aceptado ayudarla, no obstante tuvo que retirarse antes de tiempo porque el cielo comenzó a mostrar gruesas nubes grises que indicaban que iba a llover. Ella nunca tuvo la costumbre de revisar el clima, por esa razón corría ahora, pues las gotas habían comenzado a caer y no deseaba empaparse totalmente. En una calle se detuvo drásticamente a mitad de la cuadra, al observar del otro lado a un joven de catorce años, totalmente empapado y sangrando, recargándose en una pared que le servía como apoyo, pues a apenas podía mantenerse en pie.

Velozmente ella cruzó la calle para prestarle su ayuda.

–¿Te encuentras bien? –deseo saber la castaña.

Neón se aferró del brazo de ella para poder erguirse e hizo el esfuerzo de volver a retomar el paso. Ella se preocupó mucho al ver cómo su brazo izquierdo sangraba. El joven estaba perdiendo mucha sangre.

–Necesito… –no pudo completar  la frase, pues el vértigo lo hizo caer al suelo, sin embargo, estuvo alerta. Lo había encontrado y no tenía el lujo de quedarse a esperar más tiempo. Él se encontraba cerca y debía seguir huyendo. Por otro lado, Mohs se preocupó por su estado, así que nerviosa sacó su Pantalla.

–Llamaré a una ambulancia –estaba apuntó de marcar los números cuando sintió como Neón la tomó del brazo para detenerla.

–¡No lo hagas! No los llames, ellos no lo entenderán, no deben verme, no deben saber nada de mí, ni lo que soy.

–Pero…

Neón le arrebató su aparato.

–No deben saber qué soy.

Por algunas  circunstancias el futuro real puede dar un giro inesperado, creando un nuevo camino. Sin saber lo que cambió la corriente normal.


El joven salió de tomar la refrescante ducha encaminándose a la cocina y escuchó que Eva se encontraba allí, la vio detrás de la mesa comiendo algo de comida recalentada mientras revisaba algo en su Pantalla, mas puso su atención en él cuando lo miró.

—¿Gustas un poco? —apuntó la comida sobre el plato.

Neón negó con la cabeza, pero sí tomó asiento en la cabeza de la mesa.

—¿Por qué estás tan interesado en buscar a Riz Calomela? —Cuestionó sin más —Esa cosa redonda que proteges, ¿tiene que ver con él?

El joven no respondió a ninguna de sus preguntas, se limitó a agachar la cabeza para observar el aparato que protegía con su vida.

—Parece ser que el que tiene desconfianza eres tú —mencionó Eva levantándose de la silla para dejar el plato en el lava bajillas, por alguna extraña razón había perdido el apetito.

—Yo… —dudó un poco en decirlo, pero decidió mejor hacerlo, después de todo se veía que ella era una persona muy amable —Yo soy mitad robot.

Mohs se giró para verlo, sorprendida e incrédula dijo en tono de burla.

—Es broma ¿verdad? No puede ser verdad, eso no es posible. Digo, existen las implantaciones quirúrgicas de brazos y piernas robóticas, pero ser un robot en sí.

—Es cierto, no soy 100% humano, tal vez un 48%. Lo importante es que me están siguiendo, estoy escapando de los buscadores de la fábrica porque me llevé unos documentos importantes.

—¿De las fábricas? —Preguntó ella tratando de comprender. Casi a los segundos se alteró al procesar lo escuchado —¿Estás diciendo que robaste importantes documentos y ahora la policía está detrás de ti? ¡Eres un ladrón!

—Espera, eso no es verdad —rectificó indignado, no era nada de lo que posiblemente comenzaba a imaginarse. Era verdad que un ladrón es aquella persona que se lleva algo sin consentimiento del dueño; pero lo que estaba haciendo no era por una mala intención, trataba de ayudar a la humanidad. Pero a pesar de eso, Eva aún se encontraba alzando la voz.

—Eres tú el que me estás mintiendo, ¿no sabes lo que le pasa a las personas que hacen semejante cosa como robar a Fucus? Y no creo que seas mitad robot.

—Pero tengo partes robóticas.

—Pruébalo —la voz de ella sonó autoritaria.

Neón se levantó de la silla para acercarse a ella y así poder demostrar que era cierto lo que le decía y aunque no tenía necesidad, ya había hablado con ella de eso, así que era mejor si terminaba de contarle todo. Se detuvo a una distancia prudente de ella y con una seña le indicó que le tocara la cabeza, el lado izquierdo precisamente. Eva alzó desconfiada la mano y no muy de acuerdo aún, llevó la mano al lugar indicado, retirándola casi de inmediato, sumamente asombrada, pues al tocar, había sentido algo inusual, sin embargo, ante el acercamiento que tenía con el joven, pudo mirar detenidamente los ojos cafés de Neón, que el lado izquierdo era un poco más claro que el del otro lado.

Ante el asombro que percibió de ella, pero más que nada, aún la incredulidad, se encaminó a donde un cajón de la cocina y abriéndolo, buscó algo que pudiera ayudarlo a que Eva pudiera creerle.

—Todo mi lado izquierdo de la cabeza, mi brazo, mano y torso derecho y mi pierna izquierda, son metálicos —él le mostro un cuchillo que sacó de un cajón, el más grande que vio y tomándolo con fuerza, golpeó su brazo robótico y el arma blanca se rompió.

—¡Oh, por Dios! —exclamó asustada ante el acontecimiento, llevó su mano a la boca para evitar que saliera un grito. No pudo creer cómo el cuchillo se rompió y el brazo del joven no sufrió daño alguno. Lo miró con mayor sorpresa.

—¿Por qué? —su boca y palabras temblaron —¿Por qué? ¿Por qué estas huyendo de las fábricas? ¿Qué fue lo que robaste? ¿Por qué  te hicieron así? —Eran tantas preguntas que tenía, que tan solo esas fueron las que pudieron salirle —Dime solo una cosa. ¿Belirio Fucus mandó tu creación?

—No —la respuesta le dio mala espina a Eva, pero lo que a continuación escucharía era peor de lo que imaginaba —Quien me hizo fue… Klaus Val.

Tuvo que apoyarse en algo porque sintió una ola en su interior que provocó que se desequilibrara, el joven iba a ayudarla, pero se dio cuenta que no era nada realmente grave, así que dejó que ella lo hiciera por su cuenta, mientras la joven negaba una y otra vez. No podía creer lo que escuchó, ese nombre, ese hombre, esa persona ya no debería de existir… se encontraba muerta, entonces, ¿por qué razón él lo estaba nombrando?

—Es imposible —dijo casi para sí misma al sentirse un poco mejor, pero tan alto que Neón pudo escucharla y comprenderla un poco, por el momento ella se encontraba en un estado de negación—, él está muerto. ¡Ese tipo está muerto! —Se tomó la cabeza con las manos —Él ya no… —miró seriamente al joven —¿Estás totalmente seguro de eso?

—Para serte sincero, no lo he visto personalmente, pero sé que es él, en mis datos esta ese nombre…

—No —lo interrumpió, trató de componer el semblante —¿Qué datos robaste? ¿Algo que delate que él se encuentra en la fábrica?

Neón desvió su mirada de ella, dudando en decírselo, teniendo en cuenta que a ella le costó trabajo escuchar ese nombre, ¿Cómo reaccionaría a lo que estaba a punto de decirle? Pero ya había hablado, ahora no podía detenerse.

—Es el archivo de la reconstrucción de un androide perfecto.

La sorpresa fue tan grande que no pudo creerlo al instante, pensando que era una total mentira debido a que esa persona, Klaus Val, hacía cinco años que le habían dado muerte. Las autoridades habían encontrado su cuerpo y dieron por hecho que él ya no se encontraba con vida. Cuando era joven, Klaus había sido contratado por el mismísimo señor Fucus al observar sus dones de la creación de robots y por su conocimiento amplio que tenía de la rama de la tecnología. Sin duda alguna era una persona muy inteligente, la clase de hombre que siempre le gustó crear. Desgraciadamente, años después de comenzar a trabajar en la fábrica, se le declaró un terrorista humano, pues se le encontró que estaba planificando la creación del ser más fuerte, un androide autónomo, lo que se le llamó como el “robot perfecto”.

En el año 2118, Isaac Ferrie decretó en nombre de toda la humanidad, la prohibición de tales robots/androides/autónomas, debido a que si en el futuro era posible la fabricación de estos, sería la perdición de la raza humana, pues tomando en cuenta que serían inmortales y muy poderosos, llegarían a ser amenaza si llegaran a oponerse a seguir ordenes humanas al darse cuenta que ellos eran superiores: mucho más inteligentes y eficientes que los seres humanos. Por esa razón se impidió la elaboración de los tales. Una rebelión podía ser inminente por la perfección de la máquina.

Pero Klaus se había atrevido a romper  esa ley  tan importante para la sociedad, así que se dictó orden de arresto para el hombre, pero tras saber la situación, huyó y estuvo en fuga por dos años, no obstante la ley dio con él dándole muerte, de acuerdo al testimonio de los oficiales y todo había salido en las noticias, en las websides y demás redes. Después de eso, las autoridades destruyeron por completo todo documento que él alguna vez utilizó, tanto las computadoras, como su hogar, porque no deseaban que alguien más tratara de efectuar ese plan. Nada de lo que pertenecía a Klaus, según los informes, sobrevivió.

Desde ese suceso habían pasado cinco años y ahora, en ese instante, Eva estaba escuchando de su propia boca que Klaus aún se encontraba con vida y no solo eso, él estaba escondido en las fábricas Fucus, pero lo que aún no entendía era si Belirio sabía que Val se encontraba allí o acaso, ¿él estaba involucrado en este asunto?

Después de algunos minutos, Eva tomó asiento a un lado del joven y comenzó a hablar más detenidamente con él. Neón trató de responder a todas las preguntas que ella le formulaba, algunas no sabía cómo contestarlas. El único objetivo que él tenía, era evitar a toda costa que Klaus o quien fuera, creara al “robot perfecto”, haciendo lo que había hecho.

—Espera Neón —comunicó la joven tras haberlo escuchado atentamente—, creo que entiendo más o menos lo que ha sucedido, pero, ¿por qué estás buscando a Riz? Eso aún no me queda del todo claro.

—Por este aparato —le mostró el instrumento —Cuando lo escaneé según mi computadora, está diseñado para  que las señales de rastreo queden bloqueadas. Desafortunadamente dentro de mí llevó un chip de rastreo.

El joven observó cómo Eva se mostró algo desconfiada cuando escuchó que tenía un rastreador. En pocas palabras sería más fácil dar con él. Temió por su vida. Neón, como si estuviera leyendo sus preocupados pensamientos, contestó:

—Pero cuando el aparato está cerca de mí, la señal ya no funciona.

—Entonces lo buscas, ¿por qué?

—Solo quiero saber si quien creó esto puede ayudarme a descifrar los documentos que no puedo leer.

—No entiendo muy bien esa parte —Eva se movió inquieta en el asiento —Pero creo que Riz sí, es muy inteligente. ¿Qué sucedería si no puede hacer lo que quieres?

El joven agachó la cabeza para mirar sus manos, las que tenía entrecruzadas, y algo desconcertado, contestó:

—No me quedará otra que huir y seguir huyendo para evitar que los buscadores de Klaus me encuentren y él vuelva a poseer la programación.

—Te llevaré con él mañana a primera hora—le comunicó levantándose.

La joven pensó que ahora tenía que evitar, a como diera lugar, que ese supuesto “robot perfecto” llegara a ser una realidad, además, sintió el deseo de investigar más a fondo si Belirio Fucus estaba enterado que Klaus Val se encontraba en la fábrica principal.

Capítulo 7
Plan en marcha



La hora de los estudios estaba por comenzar y Eva Mohs aun no llegaba y ese hecho extrañó a Naira como a Blanca, quienes la conocían muy bien y sabían que ella no era de las persona que se ausentaban solo porque sí. Ambas miraron el asiento vacío que dejaba la ausencia de su amiga. Nec se hizo campo entre los demás alumnos para poder acercarse a sus pensativas compañeras y tomando el asiento que correspondía a la ausente, cruzó los brazos y mencionó:



—Bueno, chicas, tenemos malas noticias, a Eva la busqué por todos los lugares donde podría estar en el ESER y no vi a nadie que se pareciera a nuestra queridísima desaparecida.



—Entonces no vino —Habló Blanca.



—Eso es lo mismo que pensé —opinó el varón, quien colocó su mano bajo su barbilla y mirando con rostro detectivesco, añadió: —Por esa razón busqué a Ruber, el joven que está casi siempre con ella, e interrogándolo, le pregunté si sabía algo de Eva y él respondió que no, pero eso…



Nec fue interrumpido cuando Naira lo empujó levemente a un lado, para que guardara silencio, ya que su plática se había vuelto absurda y se lo hizo notar al decirle:


—Ya deja de hablar como Sherlock Holmes. No vino y punto —enseguida se tornó seria —Espero que no le haya pasado nada malo.

—Y por esa misma razón la llamé…

—¿Y te contestó? —la pregunta de Blanca lo interrumpió.

—Sí. Lo hizo…

—¿Y qué te dijo? —esta vez cuestionó Naira.

—¡Ah, chicas! —Mencionó irritado porque le impedían que terminara lo que quería decir —Déjenme terminar.

—Lo sentimos —se disculparon al unísono avergonzadas.

—Me contestó inmediatamente, ni siquiera me dejó hablar, fue como si estuviera pendiente de cuando le habláramos. Sus palabras fueron: “Hola, estoy bien, no se preocupen y por favor envíenme las clases por correo, muchas gracias” y ¡Puf! Me colgó.

—¿Solo eso? —cuestionaron las mujeres mirándolo fijamente, como esperando a que continuara. Pero su respuesta repetitiva les indicó que ya no había más que contar.

—Solo eso.

—¿Dónde estará metida? No se escuchaba enferma ¿verdad? —se preguntó Blanca.

—Son asuntos de ella, así que no se vayan a meter —comentó el varón ya imaginando lo que ellas podían hacer para “averiguar” o más bien dicho “ayudar” a su amiga. Por otro lado, Naira se tomó mal el comentario de él, así que mientras lo empujaba varias veces, le dijo:

—Y tú tampoco. ¡Largo! ¡Vete a donde perteneces, a tu asiento! ¡Usurpador!

—¡Oye! ¿Ahora soy eso? —Nec se levantó del asiento para alejarse de allí.

Blanca miró a Naira cuando el varón se fue. En eso sucedió algo inusual, las luces comenzaron a parpadear; prendiéndose y apagándose constantemente, lo que provocó que los estudiantes se inquietaran, enseguida un profesor entró al cuarto y con un megáfono de mano vociferó, tratando de tranquilizarlos.

 —No pierdan la calma, levántense cuidadosamente y hagan una fila para salir de aquí en orden.

Los alumnos hicieron caso y fueron evacuando el edificio. Varias personas, más que nada las curiosas, salieron afuera y se pusieron en la calle para observar lo que estaba sucediendo, por otro lado, las carros que circulaban fueron obligados a detenerse para evitar algún accidente. Era mejor la precaución que el lamentarse. Hogares, semáforos y luces se prendían y apagaban, los robots que mantenían la seguridad en las calles comenzaron a comportarse extraños, siendo como atacados por esa frecuencia, e incluso, un par de una unidad se cayeron a las calles, por esa razón las personas se obligaron a protegerse dentro de sus hogares o trabajos. Esa frecuencia atacó a todas las máquinas eléctricas y el taller Calomela no fue la excepción, pues llegó hasta allí.

Eva y Neón estaban por cruzar la puerta del taller cuando de repente, el más joven se tomó la cabeza con fuerza y comenzó emitir un sonido de dolor, sintiendo un extraño hormigueo por todas sus partes robóticas, el joven no aguantó tal dolor y se arrodilló soltando un grito de dolor. Eva se preocupó.

—¡Neón! ¿Qué te sucede? ¿Te encuentras bien? ¡Neón!

Ese sonido infernal  penetró en su cabeza y sonaba tan fuerte que no pudo poner atención a su alrededor, así que no escuchó la voz de la joven a pesar de que ella gritaba. Su ojo izquierdo comenzó a tener fallas observando interferencia. Después sintió levemente como alguien golpeaba su cachete y al enfocar su vista en la persona, pudo notar a un hombre que hablaba, pero no logró escucharlo, sin embargo supo que no le hablaba a él, sino a Eva. Tras un par de minutos, lo que para Neón fueron horas, el dolor y ese ruido que taladraba su cabeza, fue disminuyendo, hasta que desapareció permitiéndole incorporarse, aunque se sintió  mareado.

—¿Ahora te encuentras bien? —le preguntó Riz, pero no le dio respuesta, pues con rapidez, Neón salió unos metros del taller para observar hacia todos lados  alerta, notando que a simple vista nada había ocurrido, pero esa frecuencia que no afectó a los seres humanos, había hecho algo, ¿qué? ¿Qué había sido? No cabía duda que significaba algo. ¿Alguna señal para él?

—Fue extraño —al volver a escuchar la voz del hombre, Neón se volvió para ver a Riz, quien se puso a su lado. La mirada de él lo miraba, pero Neón pudo notar que sus ojos no lo veían a él, más bien se mostraban pensativos, mirando el infinito y reflexivo.

—¡Oigan! —Los varones dirigieron su vista dentro del taller al escuchar la voz de Eva —Miren las noticias —les informó ella apuntando la televisión. Riz y Neón una vez se acercaron, observaron detrás de la pantalla a Belirio, quien se mantenía afuera de la empresa para dar un informe. Fucus comenzó a decir:

—No se alerten por la frecuencia que dañó las máquinas —su voz se escuchaba serena, lo que a muchos no les gustó para nada, debía de preocuparse por lo ocurrido, algunas de esas máquinas habían dejado de funcionar —Solo se trató de una pequeña prueba.

—¿Está diciendo que la empresa tuvo algo que ver con eso? —no se hizo esperar y uno de los muchos reporteros preguntó sin más. Se elevó el murmuro de ellos como de los televidentes.

—Así es —su corta respuesta sorprendió a muchos, ni siquiera pretendía él que no sabía. La mayoría de sus patrocinadores no sabían de ese hecho, cuando a ellos se les debía de mantener informados. —Como lo dije, tan solo es una prueba de las fábricas, no es nada de lo que se deban de preocupar —continuó—, las máquinas que fallaron, dentro de unos minutos volverán a su funcionamiento. Eso es todo —y sin más dio media vuelta para dirigirse de nuevo adentro de sus aposentos.

—Él… —susurró Neón impactado, retrocedió un par de pasos hacia atrás —Lo he visto antes… fue para mí. —A Belirio ya lo había visto rondar por las fábricas y sin duda alguna esa “frecuencia” fue enviada para él. Aun sorprendido, el joven no dejaba de mirar la televisión.

—Claro que lo has visto —Neón dirigió sus ojos a Riz para prestarle atención —Él es el mismísimo hijo del señor Fucus, Bel, famoso e irresponsable.

La mente de Neón vagó por un momento y un recuerdo brotó, ese recuerdo que pertenecía a aquél día que supo que era mitad robot, antes de haber sido sedado y de perder la memoria, observó a un hombre, su rostro no pudo distinguirlo pues estaba cubierto por una mascarilla. Se trataba de la persona que lo operó para convertirlo en mitad robot… Klaus.

—Por cierto —Calomela se acercó a Eva y en susurro preguntó —¿Quién es él? —apuntó sigilosamente al joven quien se mantenía perdido en sus pensamientos.

—Su nombre es Neón y lo traje aquí porque deseaba verte con urgencia. Y para que lo examinaras.

—¿Yo? ¿Desde cuándo soy doctor? —se extrañó que Eva le dijera eso.

—Es que dice ser mitad robot.

Las últimas dos palabras que escuchó de Eva hicieron que algo dentro de él se encendiera, una especie de ansias recorrió su cuerpo y aunque no estaba del todo cierto de lo que escuchó, rápidamente, sorprendiendo a Eva y más aún al joven, quien volvió de sus pensamientos al sentir como Calomela lo tomó de la muñeca y estirándolo lo llevó hasta la silla más cercana, obligándolo a tomar  asiento. Extrañado, Neón observó el semblante de felicidad de Riz, después dijo con voz ansiosa.

—Quédate aquí —se arrodilló frente a él, tomó el brazo derecho del joven y tratándose como de un doctor, examinó su brazo tocándole suavemente la mano y muñeca con la yema de sus dedos hasta subir al codo. Al terminar, se pasó al otro brazo, haciendo el mismo procedimiento. Sintió una gran diferencia. Pero debía estar más seguro, podría tratarse de una cirugía cualquiera. Tomó el rostro del joven sorprendiéndolo y miró detenidamente cada uno de sus ojos, fue así que descubrió una irregularidad en su iris y pupila izquierda.

—Sí es —soltó emocionado irguiéndose.

—Riz —Eva observó como él comenzó a buscar algo en una de las muchas pilas que adornaban el taller.

Neón parpadeó varias veces extrañado, mirando como el mayor al no encontrar lo que buscaba, se fue a otra y después se pasó a un estante de donde tomó algo. Se trataba de un rayos-X. Al girarse para volver a donde Neón, Riz notó la puerta del taller abierta y algo lo preocupó.

—Eva, ayúdame a cerrar la entrada —gritó sobresaltando a la joven, él dejó el rayos-X de nuevo en su lugar para velozmente acercarse a la entrada. Eva hizo lo mismo. Y ambos manualmente comenzaron a cerrar la puerta, ya que la anterior frecuencia había afectado el automático de la puerta. Cerca, ambos observaron a un par de personas que iban a entrar al taller, se detuvieron nada contentos al observar las puertas siendo cerradas.

—¡Calomela! —comenzaron a escucharse las voces de las personas llamándole.

—¡Lo siento, está cerrado por ahora! —gritó Riz ya desde adentro una vez que las puertas se cerraron. Enseguida se alejó de la puerta ignorando los golpes que producían los hombres del otro lado.

Eva y Neón miraron con rareza al mayor. Riz se percató de las nada gratificantes miradas, así que comentó:

—Aquella pasada frecuencia alteró un poco las máquinas eléctricas y demás —hizo una pausa leve —Las máquinas pequeñas, tal como las licuadoras y aparatos de cocina dejaron de funcionar, pero como mencionó Bel, estos volverán a funcionar en breve. Y cerré el taller porque muchos vendrán a que “repare” sus máquinas, y eso es irrelevante. Este trabajo es fastidioso —al decir lo último  suspiró.

—Ah, fue por esa razón —dijo Eva, comprendiendo ahora la actitud de Calomela. Por otro lado, Neón también comprendió algo, pero no lo mismo que ella.

—Los aparatos pequeños… —repitió él en voz baja.

—Así es, solo esos, no semáforos o robots policías, que fueron un poquito afectados, pero trabajan con normalidad.

“Solo se trata de una pequeña prueba” recordó las palabras que dijo Bel. El rostro de Neón se tornó preocupado. De eso se trataba, metió su mano a su bolsillo y sacó el aparato que llevaba consigo, se acercó a Riz, quien se sorprendió de la actitud de él.

—A lo que he venido realmente es… —comenzó a ponerse nervioso.

—Tranquilo, respira —le indicó el mayor.

—Esto, ya no sirve —le enseñó el pequeño círculo que seguramente la frecuencia había estropeado. Riz lo tomó y comenzó a mirarlo detenidamente, extrañado —Es demasiado tarde, él ya lo sabe. Sabe dónde estoy —comenzó a decirse.

Riz aun observando el aparato, que sin duda alguna se trataba de algo que su padre hizo, se iba a dirigir de nuevo al joven, pero descubrió que ya no estaba a su lado y fue cuando Eva gritó su nombre, que se dio cuenta que Neón había abierto un poco la puerta del taller para correr afuera.


Belirio se encontraba sentado en su silla y mostraba un rostro lleno de felicidad debido a que el plan había comenzado. Sonrió en su interior. Ahora solo faltaba que Norez se encargara de lo demás.


Un hombre alto, de un metro ochenta y seis centímetros, caminaba tranquilamente por la segunda calle más transitada de la ciudad Del Comienzo, llevaba puesto una gabardina de color café oscuro que lo cubría por completo, además de que una capucha mantenía oculto su rostro. Aun lado suyo un RV policía caminaba esperando cualquier orden que su amo le diera.

Neón corría un tanto desorientado por las calles, topándose y chocando con algunas personas, pero ni siquiera tenía la oportunidad de pedir disculpas, ya que debía dejar la ciudad lo más rápido posible. Sin el bloqueador que evitaba que lo encontraran, ahora Norez iba a dar con él. Su estómago se revolvió al pensar que lo encontraría. Nunca debió detenerse, debió haber seguido, pero lo hecho, hecho estaba. Se detuvo por un momento tratando de tranquilizarse, ya que los nervios no lo dejaban pensar, primero que nada debía saber a dónde correr para salir de la ciudad. Iba a dar un paso hacia su derecha cuando alguien lo tomó del brazo haciéndolo girar con fuerza.

Lo habían encontrado.

 

Capítulo 8
Un nuevo enemigo


En el centro de la ciudad, un par de policías que andaban inspeccionado por ese barrio en sus bicicletas, se detuvieron al pasar junto a una tienda de pasteles y donas. Decidieron tomar un pequeño refrigerio, uno de ellos se adentró a la tienda, mientras que su compañero lo esperaba vigilando su bici. Una vez al oficial lo despacharon, salió para acercarse a su compañero, quien muy paciente lo esperaba.

—Mocha y vainilla, ¿verdad? —dijo mientras le entregaba el vaso de la bebida.

—Gracias —agradeció dándole un sorbo a la bebida fría. Y tras un sonido de satisfacción, mencionó: —No hay nada como tomarse algo refrescante después del trabajo.

—Tú lo has dicho compañero —estuvo de acuerdo dándole una mordida a la dona que se había comprado, y estaba a punto de darle la segunda mordida cuando escuchó a su compañero silbar y después decir:

—Ese es un nuevo modelo del RV, ¿cierto?

El uniformado dirigió su vista a donde su compañero veía e imitó a su compañero y el sonido de admiración que salió de sus labios demostró que el RV si se trataba de un modelo mucho más fino a los otros.

—¿Se tratará del nuevo trabajo de Fucus? —preguntó.

—Sí es así, no se trata de algo nuevo y revolucionario como presumía —contestó —Es más bien algo mejorado —a pesar de ello no evitaba ver a la máquina, pues fuera lo que fuera era muy grata a la vista. Pero, después su vista se desvió al hombre que caminaba y al parecer era el dueño de la máquina. —A ese hombre no lo reconozco.

—Ni yo.

Ambos se extrañaron porque los RV solo estaban disponibles para los oficiales. Los civiles no tenían el permiso de tener uno de esos robots y a esa persona no la conocían.

—Tal vez se trate de algún compañero de la sección del Este —informó el mismo tras darle otra mordida a su aperitivo.

—Sí es así, ¿por qué esta en nuestro sector? El jefe nos hubiera comunicado eso. Es mejor que vayamos a ver.

Al estar de acuerdo, los dos dejaron sus bicicletas recargadas en una pared y caminaron a donde el hombre misterioso se dirigía y más que nunca, cuando se acercaron a él, se observó sospechoso. Iba por las calles con el rostro cubierto y un robot policía a su lado.



—Lo siento, lo siento mucho, te confundí con otra persona —se disculpó el joven quien había tomado a Neón del brazo y lo había estirado hasta verse frente a frente.

Neón se sorprendió al ver al joven. Estuvo a punto de lanzarle un golpe al creer que se trataba de Norez, pues sabía que lo enviarían a él para que fuera a detenerlo. Dio un suspiro de alivio al saber que no era él. Si no se hubiera contenido, el joven hubiera recibido un golpe fatal.

—¿Te encuentras bien? —preguntó el joven a Neón al verlo pálido y un tanto desorientado.

—¡Neón! ¡Neón! ¡¿Dónde estás?! —a lo lejos se escuchó la voz de Eva. Ambos varones voltearon al lugar donde provenía la voz y de entre la gente, Eva se dejó ver —¿Neón?

¡¿Eva?! —se sorprendió Ruber quitándose los anteojos.

—¿Ruber? —cuestionó ella sorprendida de verlo.

—¿Eva? —ahora preguntó Neón al verla.

—¿La conoces? —Ruber inquirió mirando a Neón.

—¿Lo conoces? —indagó ahora Mohs.

—Creo que me confundí —comentó Ruber sabiendo que no llegarían a ninguna parte si seguían así.

—¿Eva, qué estás haciendo aquí? —preguntó el menor extrañado de que lo siguiera.

—En que Riz y yo te queremos ayudar —fue su respuesta. Recordó cuando él salió corriendo del taller y ella iba a salir a buscarlo, extrañada por su reacción tan repentina. Calomela la había detenido y mencionado, mirando el aparato que le dejó, que no entendía muy bien por qué fue Neón al taller, pero que se notaba que necesitaba ayuda y él estaba dispuesto a dársela, si es que sus posibilidades se lo permitían. Riz estaba dispuesto a ayudarlo y ella también, así que por esa razón se encontraba allí.

—No sabes lo peligroso que es estar a mi lado, es mejor que nadie se involucre conmigo. ¡Y lo sé! Fue malo haberme permitido pasar por la ciudad…

—¡Escucha! —Alzó la voz Eva para hacerse escuchar entre los murmullos de la gente y del propio Neón —No quiero saber nada de eso. Riz como yo, estamos dispuestos a ayudarte en lo que podamos, déjate ayudar, si es verdad lo que acabas de contar, entonces se trata de algo que los ciudadanos y el gobierno debe saber.

—Disculpen —la voz de Ruber interrumpió y ambos fijaron su vista a él—, ¿pero qué sucede aquí? —guardó silencio al notar la tensión del ambiente, pensó en que no era el momento apropiado para interrumpir. Al cabo de unos segundos, Eva comentó, mirando al menor.

—Vamos Neón, es mejor ir al taller.

Tras haber asentido, percibiendo que hablar de tal cosa en la calle no era lo más conveniente y también decidido aceptar su ayuda, comenzó a caminar  en dirección al taller, Mohs iba a hacer lo mismo, pero antes, se dirigió al confundido.

—¿Quieres venir? Pero escucha bien Ruber, promete que lo que vamos a hablar no lo contarás a nadie más.

El joven aceptó y enseguida se unió al grupo. Ni una palabra se escuchó de parte de ninguno durante el transcurso del camino, tan solo eran acompañados por el ruido de los vehículos transitando y de la gente caminar.


El encapuchado se detuvo al escuchar que uno de los uniformados que se acercaban a él, le dirigió la palabra, pero no respondió a su pregunta, tan solo optó por permanecer quieto. Esa actitud molestó un poco al oficial y por eso volvió a preguntar lo mismo, pero esta vez elevando más la voz, pero con un tono más molesto.

—¿Tiene licencia para llevar un RV? —él, al igual que su compañero, se detuvieron y al tener más cerca a la máquina pudieron observar con más detenimiento al robot, no cabía duda que se trataba de una máquina muy fina. —¿Me podría permitir su IV?

—No…

El oficial no pudo terminar de escuchar la oración del hombre cuando la cola del RV, a una velocidad imposible de captar el ojo humano, lo atravesó por el pecho, quitándole la vida instantáneamente. Ni siquiera había sentido cuando la cola dejó su cuerpo.

—…tengo.

Su compañero retrocedió un par de pasos anonadado al presenciar la muerte tan sanguinaria de su compañero de patrulla. Sus ojos desorbitados se posaron por unos segundos en el RV y después se dirigieron al hombre de la capucha. Abrió sus ojos aún más para ver con diligencia a esa persona, tratando de convencerse que era real lo que veía. El rostro del hombre era mitad plateado, color metal, todo su lado izquierdo hasta el cuello donde la ropa dejaba ver. Su ojo era más grande y totalmente rojo. Tomó consciencia de sí mismo al sentir la helada mano de su adversario, ya que lo había tomado del cuello, fijándose que su brazo izquierdo era de la misma consistencia que la mitad de su rostro. De su muñeca a su codo tres cables salían y no pudo notar más porque la gabardina lo tapaba. Lo último que vio el oficial antes de sentir que el brazo le arrebataba la vida, fue la sonrisa sádica de aquel hombre. Después de eso, su cuello fue roto.

Norez dejó caer el cuerpo sin vida y giró un poco su cabeza al lado derecho al escuchar como alguien, que había presenciado en primera fila la muerte de los policías, gritó despavorida para alejarse después corriendo. La multitud que estaba presente hizo lo mismo aterrada. Norez volvió a retomar su camino sin darle importancia a los espectadores. Él no pudo evitar dibujar una sonrisa en su rostro al ver a la gente huir de su presencia, con sus rostros  bañados de miedo, lo que realmente lo reconfortaba, porque le gustaba que le tuvieran ese miedo. En ese momento podía cumplir las pesadillas de ellos, pero no tenía tiempo para ello, su prioridad era llegar a ese lugar y cumplir con las órdenes de su jefe. Así que no tenía tiempo de matar a esa gente, no por ahora.


En el taller, Calomela los estaba esperando y lo primero que hizo al ver al más joven fue pedirle que le contara por qué había ido allí y qué era exactamente lo que quería. Neón le explicó lo mismo que a Eva, a excepción de que Klaus Val se encontraba con vida. Riz comprendió cada palabra de decía y aceptó en decodificar lo que llevaba en su memoria, pero antes, como una condición —más que nada un capricho —tenía que ver cómo es que su organismo funcionaba aun teniendo extraños en su cuerpo, que en ese caso era el metal.

Riz se dirigió a una máquina que era solo para robots. Para poder ver su funcionamiento, debía recostarse sobre una mesa corrediza que llevaba al interior de una cabina cilíndrica en donde por medio de cables conectados en los puntos vitales de su cuerpo y estos estaban conectados en un monitor.

—Acuéstate, por favor —le indicó Riz.

Ruber miró algo extrañado la máquina.

—¿En esa? —preguntó.

—Así es. Es que él es mitad robot.

Ruber se sorprendió al escucharlo.

—¡¿Eso es posible?! Que es lo que eres,  ¿un robot o un humano? —preguntó él con un tono de burla.

—Como sea —Riz se interpuso en la conversación —Neón.

—De acuerdo —respondió nervioso, sin estar muy seguro de que eso iba a funcionar. Y estaba a punto de sentarse para recostarse cuando se detuvo en seco al escuchar de Riz algo que no ayudó a calmar sus nervios.

—Aunque sabes, no estoy tan seguro qué es lo que le pueda pasar a tu parte humana —meditó en lo dicho —Podría resultar peligroso.

—¿Pe-peligroso? —preguntaron al unísono Eva y Ruber dirigiendo su vista al joven, el que se preocupó mirando sin confianza la máquina. La declaración despreocupada por parte del mayor no ayudó mucho.

—Pero no te preocupes por eso, todo estará bajo mi responsabilidad —soltó al fin Calomela en un tono divertido y una amplia sonrisa totalmente despreocupada —Ponte en posición.

—Oye, Riz —llamó la atención la joven—, ¿de verdad estará bien?

El nombrado se volvió para verla.

—Puede que sí.

—¿Puede? —murmuró Ruber inseguro de esas palabras ¿cómo era posible que existiera alguien así?

—Realmente quiero saber cómo es su funcionamiento —comenzó a decir con voz ansiosa, ya que quería que lo dejaran hacer su trabajo. Siempre había sido así, desde pequeño le encantaba saber los funcionamientos de los robots o de algo similar.




Capítulo 9
Belirio y Klaus

 



Calomela no cabía de emoción al ver el funcionamiento de Neón, el que casi fue obligado a que se introdujera a la máquina que lo examinaría. Cada una de sus partes lograba verlas porque había conectado esa máquina a su computadora.

—Impresionante —el hombre movía de un lado a otro las imágenes que observaba de su pantalla, mientras decía —: La parte izquierda de su cerebro tiene una tarjeta madre, la que está conectada a circuitos integrados, circuito integrado auxiliar, que a su vez trabaja como su memoria, además de que está conectada al microprocesador, al RAM, las ranuras de expansión y otros dispositivos. Todo esto trabajando en unión que permite que sus partes robóticas estén en equilibrio con sus movimientos.

A pesar de lo contento que mostraba Riz, Eva no demostraba su felicidad por él, tan solo lo observaba sentada mientras leía información desde su Pantalla acerca de Belirio Fucus. Sabía que debía decirle tarde o temprano a él que Klaus aún vivía, pero no sabía cómo. Tan solo el nombre de Klaus Val significaba problemas.

—Un diseño con precisión —seguía diciendo el hombre—, con tal minuciosidad que si te conectas a cualquier computadora o Pantalla podríamos ver con claridad tus pensamientos. ¡¿Quién es la persona que hizo esto de ti?! ¡Me encantaría  conocerla! Su diseño de la Placa base está conectada a las neuronas de tu cerebro y la energía que emiten crean la que se necesita para que siga en funcionamiento —Calomela suspiró excitado de que alguien con tal ingenio existiera —. Esa persona debe ser un genio, incomparablemente un genio. ¿Quién es? ¿De quién se trata?

Riz dirigió su vista a la joven cuando la escuchó suspirar desanimada.

—¿Y ese suspiro? —Se extrañó al ver su reacción —¿Te sientes bien?

—Es que no te puedes imaginar de quien se trata —mencionó dejando de ver su Pantalla para verlo al rostro.

—No lo sé —pensó un poco para después responder —De las fábricas Fucus, me supongo. ¿Algún especialista?

Eva dudó por un instante el decírselo, pero si necesitaban su ayuda, no tenía otra opción que supiera la verdad.

—Se trata de Klaus Val.

Como cualquier persona tras escuchar ese nombre, Calomela se sorprendió, mirando algo incrédulo a la joven.

—Imposible —se dirigió al joven y la pregunta de él a Neón se hizo seria —¿Cuál es tu edad real? Te vez de catorce, pero ¿Cuál es?

—Dieciséis.

—¿Dieciséis? Eso quiere decir que…

—Así es —afirmó él sentándose en la máquina—, fui construido hace dos años.

—¿Eh? Debe ser imposible —murmuró el mayor.

—¿Klaus Val no era un terrorista al que mataron hace cinco años? —se escuchó Ruber, el que había dejado de prestar atención a las muchas cosas que había alrededor del taller tras estar al tanto de la conversación de ellos.

—Así es… —Riz meditó un poco la respuesta —Eso es lo que pensaba —miró por unos momentos a la joven y después su vista pasó a la de Neón, quien ya estaba fuera de la máquina. El menor se sobresaltó con la mirada de Riz —¿Se encuentra aquí, en la ciudad?

—En la fábrica principal Fucus —respondió Eva.

—¿En la fábrica? —Se inquietó, eso no significaba nada bueno. Solo significaba que todavía estaba con esa loca idea de la creación de un “robot perfecto”—Eso quiere decir que… ¿Bel está al tanto de eso?

—Eso es lo que quiero averiguar —informó Eva volviendo  a poner atención a la Pantalla, donde la tenía en una página referente a Belirio Fucus.

—No creo que exista alguna información de eso en Internet —comentó Riz sarcástico, y cuánta razón tenía, esas cosas no debían rondar por esos lugares sin que el gobierno se diera cuenta e hiciera algo al respecto.

—Eso ya lo sé —estuvo de acuerdo—, pero tal vez entre las noticias pasadas haya alguna información que no cuadre, alguna pista. Algo siempre se escapa.

—¿Pistas? —Calomela se acercó a donde ella y recargándose en el respaldo que sobresalía del asiento, observo la página de noticieros de la ciudad Del Comienzo.

—Tal vez, o algo así.

—Si encuentra algo detective, no dude en confiarme esa información. ¡Neón! Quiero hablar seriamente contigo. Cuéntame cada detalle —el joven asintió.

Así fue que todos comenzaron a hacer sus cosas, Eva se mantenía concentrada leyendo las noticias, mientras que Riz y Neón mantenían una conversación, respondiendo el menor al mayor con todo lo que sabía. Por otro lado, Ruber, al ver que todos estaban concentrados haciendo algo, decidió echar un vistazo a las cosas que había allí, pues algunos instrumentos le llamaron la atención. Una que otra vez interrumpía a Calomela para que le explicara para qué funcionaban algunos aparatos.

—Oye, Bicolor —Ruber se detuvo antes de tocar algo tras escuchar la voz del mayor—, no se te ocurra perder ninguna pieza o siquiera moverla ¿de acuerdo? —a pesar de que su voz se escuchó autoritaria, no fue un regaño. Lo que sucedía es que para que no se le olvidara donde estaban las piezas, las mantenía en un orden, y a pesar de eso, eran tantas las que había que solía perderlas.

—El trabajo que haces es muy interesante —comentó Corindo mientras pasaba suavemente su mano a un motor.

—¿Te llama la atención?

—Es atractivo, pero no creo que sea para mí.

—¿Por qué?

El joven inclinó sus hombros mientras le informaba:

—Eso no es lo mío. Además, si trabajas, debe ser algo que a uno le guste, por ejemplo a ti.

—Me gusta lo que hago —fue su respuesta, la que no sonó muy entusiasta y eso lo notó Ruber, por eso le preguntó:

—¿No te gusta tu trabajo?

—Como tú dijiste: “es muy interesante”. No es exactamente lo que yo había deseado hacer —admitió Calomela.

—¿Te obligaron? —Se extrañó el chico —Es curioso, porque eres bueno haciendo esto.

—¿Bueno? ¿Y tú como sabes eso?

—Eva me lo dijo.

Su inesperada respuesta sorprendió por unos instantes a Riz y como reflejo se viró un poco para observar a Mohs, quien aún se mantenía en lo que hacía. Casi enseguida volvió a dirigir sus ojos miel a Ruber y le hizo una señal que le indicó que se acercara. El joven hizo caso, quien a una distancia muy cerca, le susurró casi en el oído:

—¿Te gusta Eva?

—¿Eh? —Ruber se sorprendió ante pregunta y no supo que contestar, se limitó a ver con los ojos muy abiertos a Calomela.

—¡Riz! —se escuchó la voz de Eva, lo que provocó que el hombre se sobresaltara al pensar que había escuchado algo, pero se calmó cuando ella prosiguió: —Ya terminé.

—¡Excelente! ¿Y qué encontraste? —preguntó mientras se acercaba a ella, quien aún permanecía sentada. De verdad que le interesaba lo que había descubierto, si es que lo había hecho.

Eva miró por unos segundos lo que había escrito en una aplicación de notas y una vez Riz estuvo cerca, continuó:

—Tengo una teoría y por el momento es la más lógica que he encontrado. Se sabe que los padres de Belirio son separados. Se decidió que el muchacho viviría con su padre, pero cuando cumplió los doce años de edad, Belirio Fucus dejó a su padre para vivir con su madre, la que vive en una localidad por nombre “Lago Azul”,  a 2 horas y media de la ciudad. La razón fue, según lo que leí, que a Bel no le gustaba estar con el señor Fucus y también había dicho que deseaba vivir en un lugar más tranquilo, humilde. Lo que me extraña de todo esto, es…

—Dos semanas después de la muerte del señor Fucus, aparece de la nada, prácticamente, diciendo que deseaba seguir el trabajo que hacia su padre —continuó el mayor, al comprender a donde quería llegar.

—Exactamente. Eso fue hace cinco años aproximadamente.

—Los que supuestamente Klaus lleva muerto.

—Ahí es a donde quiero llegar —mencionó Eva alzando un poco la voz —Anteriormente el señor Fucus había contratado a Val para que trabajara como científico en su fábrica, porque el joven era muy inteligente. Él aceptó la propuesta de Fucus en el año 2061 contando con 24 años, cuatro años después se descubrió los verdaderos motivos de él, la creación de un “robot-perfecto”. Dos años duró de fugitivo, hasta que le dieron muerte al encontrarlo. Dos meses después muere el sr. Fucus y dos semanas más tarde, aparece su hijo. Ahora surge Neón diciendo que Klaus esta con vida y aún con la loca idea de hacer el robot autónomo. La teoría es: que Klaus sí está vivo y que Belirio hizo algún trato con él. Bel quiere el poder que su padre creó e hizo una alianza con Val para que le ayude a hacer alguna innovación.

Tras escuchar eso, Riz guardó silencio y meditó en lo que acababa de escuchar, lo que tenía mucha lógica, así que podía ser verdad. Belirio Fucus estaba tramando algo. Pero tal vez también fuera cierto que Bel no sabía que Klaus era una persona potencialmente muy peligrosa y que había hecho un trato con la persona menos indicada. Val era un hombre que se daba a respetar y a temer, hombre que hacía lo que fuera para realizar sus planes. Y eso lo sabía Riz Calomela, quien recordó aquella ocasión en que lo conoció en persona en una conferencia robótica de amateurs, días antes de que fuera contratado por Fucus. Se estremeció al rememorar sus oscuros ojos.

Calomela miró detenidamente la imagen que proyectaba la Pantalla de Eva, allí se mostraba a Val como a Fucus, estrechándose las manos una vez el primero accedió a trabajar para el señor empresario. Klaus estaba vestido con un elegante traje negro, el que resaltaba más su cabello del mismo color y el que peinaba  hacia atrás. Sus penetrantes ojos negros miraban detenidamente las cámaras. No cabía duda que tan solo mirarlo a los ojos se podía percibir que haría lo que fuera por ver cumplidos sus sueños, metas o hasta sus simples caprichos.

—Tenemos que detener esta locura —dijo al fin Calomela, haciendo a un lado sus pensamientos negativos. A pesar de que Klaus era un rival excepcional, no se daría por vencido y a como diera lugar iban a detenerlo —Neón, voy a abrir los archivos para poder ir a la policía y tener prueba solida de que Klaus sigue con vida, además de que Belirio no es el hombre que se cree que es.

—¿Y no pueden ir solo allí y decirles su teoría? —preguntó Ruber.

—Imposible —indicó Eva —Belirio es una persona con mucho poder e ir y decir algo en su contra sin tener alguna prueba de lo que se le acusa, podríamos meternos en problemas.

—Y no existe prueba más sólida que los archivos que tiene guardados Neón —comunicó el mayor —Además de que tendremos el respaldo de él, quien es un testigo fiable.

—Tienen razón —pensó detenidamente en lo que le dijeron —Bien, me voy ahora.

—Ruber, no cuentes nada de esto a nadie, ¿de acuerdo? —le recordó Mohs antes de que su compañero de estudio saliera del taller. El asintió y con ello se fue.

—¿Estás listo Neón? —quiso saber Riz.

—Sí. Pero están muy bloqueadas, ni siquiera con el procesador que poseo, puedo leerlos.

—No te preocupes por esa insignificancia —Riz se volvió para verlo a los ojos y golpeando su pecho, continuó orgulloso: —No por nada soy hijo de Calomela, deja eso en mis manos.



Capítulo 10
La Fuerza de Belirio


El robot policía con el que Norez viajaba, era  controlado con facilidad por medio de ondas cerebrales y esto además de ser práctico le resultaba más cómodo a él, ya que con solo pensar en decirle algo, la máquina ejecutaba la orden. Todo esto gracias a que su jefe se lo facilitó para que pudiera ejercer su plan sin tener algún contratiempo. Su destino era la planta solar que se encargaba de distribuir la energía en la zona del centro de la ciudad Del Comienzo.

El hombre sonrió sádicamente al observar como un guardia se asomó y este amablemente le informó:

—Lo siento mucho señor, pero esta zona esta restringida solo para el personal.

Norez no hizo caso a las palabras y pasó de largo al guardia, lo que provocó que el hombre se molestara. Otro sujeto se asomó para ver lo que estaba ocurriendo y Norez no se detuvo en ningún momento.

—¡Señor! Deténgase, si no lo hace tendremos que llamar a la policía —ambas personas se acercaron poniéndose frente al hombre, fue de esta manera que se detuvo. Se quitó la capucha, mostrando su rostro, lo que provocó que los guardias abrieran sus ojos con gran asombro.

—Da un espectáculo merecedor de tu amo —dijo en voz alta Norez a su RV, el que sin esperar, mató a los dos hombres, a los que ni siquiera les dio tiempo de que corrieran o gritaran.

Uno de los trabajadores observó el asesinato y comenzó a llamar a sus compañeros, los que a los pocos minutos, hicieron sonar la alarma y trabajadores y guardias se acercaron para detenerlo. Pero el RV por órdenes comenzó a atacarlos y, aunque al hombre enviado por Val le encantaba escuchar los gritos de dolor y desesperación de aquellos hombres, volvió a su camino para poder llegar al cuarto principal y así poder activar el código para que el proyecto ERRE surgiera a la luz. Así que dejó que de esas molestas personas, se encargara su robot.

—¡Cállate! —destrozó el aparato de sonido para que el fastidioso ruido de la alarma dejara de oírse. Con eso, llegó a la sala principal en donde activó el proyecto.


En el taller Calomela, Riz había colocado cables  a la  entrada USB de Neón, los que estaban conectados a  su monitor, pero antes que el mayor tomara asiento, le comunicó algo al joven. Algo que lo sorprendió mucho.

—El aparato que trajiste, el que mencionaste que evitó que tu rastreador funcionara, lo revisé cuando te fuiste y me di cuenta que este no funciona.

—Lo sé, por la frecuencia de hace rato.

—No es por eso —el joven se extrañó y notando eso Riz, continuó:—A eso no me refiero. No tiene la función de bloquear la señal, funciona, pero es un circuito cerrado. Es verdad que mi padre llegó a construir, pero al igual que yo, solo es un reparador, no inventor y esto —se lo devolvió—, no funciona.

Pasmado, Neón observó el aparato, el que había creído que evitó que los buscadores lo encontraran. Eso no podía ser posible. Entonces eso no significaba nada bueno.


La máquina que tenía el nombre de proyecto ERRE, había permanecido debajo del centro de la ciudad por muchos años y fue activada cuando la energía suficiente circuló por completo. Desgraciadamente, la anterior frecuencia no era para otra cosa más que un estímulo para que ERRE encendiera, pero para que estuviera al 100% activo, debía de cargarse con energía. Por esa razón Norez fue a la planta de luz de la sección del centro.

El centro comenzó a temblar y el piso se abrió. El pavimento se elevó provocando que la gente asustada corriera del peligro. Los edificios cercanos se derribaron y del suelo una enorme bola metálica salió a la superficie, la que se mantuvo flotando a metros de la extensión. Minutos después la esfera comenzó a dar vueltas a una velocidad sorprendente y con cada segundo que pasaba aumentaba de velocidad. Una ráfaga de viento se formó, azotando los edificios, puestos y demás, entonces se detuvo completamente y cinco aberturas aparecieron para dejar salir cinco tentáculos, los que golpearon todo a su alrededor.


La pregunta que le hizo Riz a continuación, lo hizo pensar aún más.

—¿Estás seguro que tienes un localizador?

Minutos antes pensaba en ese hecho, pero ahora lo estaba dudando. No supo que responderle pues desde que fue creado había tenido en mente que debía tener uno. ¿Acaso había sido engañado? Y por él mismo. Nunca lo tuvo, entonces ¿se había preocupado por nada? Negó con la cabeza, rechazando por completo esa idea. Si no era así, los buscadores que Bel envió para capturarlo en aquella localidad, ¿cómo sabían que estaba ahí? ¿No habían matado a toda esa gente por eso? Los MR sabían que él estaba allí y si no tenía un rastreador, entonces… prestó atención a Eva cuando la escuchó hablarle, le había dicho que viera las noticias, con ello, Riz encendió su Pantalla y las miró, acercándose Neón para ver. En el monitor se presenciaba una enorme esfera que había invadido el centro de la ciudad. Una reportera decía:

“Les informamos que todas las personas que viven en el centro y en los alrededores, evacuen. Una extraña esfera apareció y como pueden ver, está haciendo estragos por todos lados…”

Pudieron observar la bola metálica con sus cinco tentáculos, la que  poco a poco ya no daba forma de esfera, pues toda clase de metal comenzaba a pegarse en los tentáculos y demás, formando un humanoide.

“Se les informa que todos salgan de un radio de 10 cuadras…” —seguía informando la reportera —“las autoridades y ambulancias ahora se encuentran en la localidad de los asesinatos, aun revisando e investigando el caso de las muertes, por esa razón tardarán…”

Los buscadores nunca supieron que Neón se encontraba en esa localidad, ahora lo tenía todo claro, todo había sido un plan macabro desde un principio. Bel mató a todos esos pueblerinos para que tanto las ambulancias, como las patrullas de policía se mantuvieran allí. La localidad era tan solo una carnada. Si desde un principio hubieran sabido que Neón se encontraba en ese pueblo, lo hubieran buscado hasta destruir cada casa y lugar, hasta debajo de las piedras, pero no lo buscaban a él.

Al quedarle todo claro de la situación en la que se encontraba, Neón maldijo entre dientes y apretó los dientes con fuerza. Lo había engañado, se había dejado engañar. Lo único en lo que pensaba era en que tenía que detener esa endemoniada máquina antes de que pudiera matar a muchos civiles, los que no tenían culpa de su incompetencia, así que decidido dio media vuelta para salir del taller y enfrentarse a la máquina, pero al emprender el camino, se detuvo metros antes de llegar a la puerta al ser detenido por una voz autoritaria. Se giró para encararse a él y notó a Riz que lo miraba seriamente, lo que nunca había notado de él desde que estaba allí. Calomela dijo:

—Ni se te ocurra ir a ese lugar.

—Pero no puedo quedarme sentado sin hacer nada —elevó la voz con tono de frustración —Tengo que ir…

—¡Guarda silencio! —la voz alta del hombre asombró tanto al que fue dirigido como a Eva, quien desde que lo conocía, nunca lo había visto alzar la voz de esa manera —Entiendo que te sientas responsable —continuó Riz ahora con voz normal—, pero ¿qué es lo que piensas hacer?

Neón bajó la mirada sin poder tener respuesta exacta a la pregunta. Honestamente no tenía ningún plan, tan solo ir y tratar de hacer algo, ya que lo carcomía por dentro el deseo de ayudar y eso lo pudo saber Calomela al ver su rostro. Así que se acercó a él y le entregó un par de cosas. Sorprendido, Neón observó que uno de ellos era un extraño aparato que tenía parecido a un control y el otro, era un radio comunicador. El joven levanto su vista pare ver el rostro del hombre y Calomela sonrió a su incredulidad y tocándolo del hombro, le informó:

—No te detendré.  Para poder detenerlo debes ponerle esto a la máquina —señaló el control—, desde aquí te ayudaré.

Neón lo siguió mirando, no comprendiendo muy bien.

—¡Hombre, que vayas! —le dijo Riz entusiasta en el momento en que dio media vuelta para darle la espalda y adentrarse al taller —Por los radios nos comunicaremos y te daré indicaciones y así detendremos a ese hombre de hojalata.

El menor asintió y sin esperar más, salió del taller dirigiéndose al centro de la ciudad a toda prisa. Riz dio media vuelta para dirigirse a una computadora, pero detuvo su paso al escuchar a la joven decir:

—Voy a acompañarlo.

Calomela se giró rápidamente y le dijo alzando la voz, deteniéndola, ya que estaba dispuesta a salir y seguir a Neón.

—Hey, hey, espera, ¿a dónde crees que vas? Ni se te ocurra ir a ese lugar. Ahora es muy peligroso.

—Quiero ir. No me puedo quedar aquí sin hacer nada.

—¿Y qué vas a hacer allá?

—Tal vez pueda ayudar a la gente, no sé. Quiero ir —se giró dispuesta a salir aunque no tuviera la aprobación del mayor.

—De acuerdo —dijo al final Calomela tras hacer un sonido de insatisfacción. De una de las muchas mesas de trabajo, tomó otro radio y acercándose a la joven se lo entregó —Mantente en contacto conmigo, ¿de acuerdo? — Como la conocía, supo que no había nada que pudiera hacer para detenerla, por lo tanto, él estaría más tranquilo el que ella se comunicara con él, así sabría que se encontraba con bien.

Eva cogió el aparato y sin más cruzó la entrada y se perdió de la vista de Calomela, entonces él estiró sus brazos y miró la computadora vieja y tras pensar en lo que iba a hacer, una excitación lo invadió. Se acercó a la silla y tomando asiento, hizo funcionar el ordenador, enseguida se colocó un auricular para permanecer en contacto con los dos jóvenes. Acto seguido pulsó una combinación de teclas, lo que provocó que en la pantalla aparecieran algunas coordenadas, estas eran del sistema de navegación que utilizaban las cámaras de la ciudad.

Riz Calomela no solo era bueno en reparar las máquinas, también conocía un poco el ámbito del Hackear. Tecleó otros botones para estar en sincronía con las cámaras de vigilancia, además de que estaba listo para buscar a la persona que estaba controlando el enorme robot de metal que atemorizaba a los citadinos. Sabía que alguien estaba detrás de todo esto y qué correcto estaba, pues desde la comodidad de la oficina, Belirio miraba intensamente las pantallas de las cámaras de la ciudad, las que estaban en modo múltiple. Con esa facilidad podía examinar todas las calles de la ciudad, incluso los ángulos que nadie conocía o ignoraban y esta vez  todas enfocaban a la bestia gigante, la que ahora caminaba por las estrechas calles, destrozando a su paso edificios y cualquier cosa que se le pusiera enfrente. Fucus llevaba puestos unos cascos que le ayudaban a escuchar y estar pendiente de las noticias que se presentaban.

Con un movimiento del dedo en una de las pantallas táctiles, movió una cámara a un sitio que llamó su atención, por fin vio a Neón y comprendió que se dirigía al centro para tratar de detener a la máquina. El hombre sonrió a sus adentros. Movió esa pantalla a un lado al notar en otra algo inusual, una advertencia de que alguien más se había infiltrado a los servidores de las cámaras de seguridad. Movió un par de veces sus dedos para entrar al satélite de la red de las cámaras para descubrir de quién se trataba, pero dejó de intentarlo al darse cuenta que no sería tan fácil descubrir al individuo, la computadora que utilizaba no era hecha por las empresas Fucus y no estaba conectada a la red estatal. Por eso, inmediatamente Bel bloqueó toda conexión que pudiera delatarlo. Fuera quien fuera su enemigo, debía de admitir que era bueno.

Calomela chasqueó la lengua tras haber descubierto que alguien ajeno estaba en la red de las cámaras, pero antes de poder averiguar quien era, se bloqueó. Él tomó un pequeño panel con muchos números y que estaba adornado de teclas de solo consonantes, la conectó en la computadora para poder buscar el manual que su padre había utilizado para crear el monitor que usaba. Años atrás su padre había construido esta P.C con algunas piezas sobrantes de otras computadoras. Además, estaba consciente que no le sería nada fácil eliminar la barrera virtual y saber la localización de su contrincante. Primero utilizaría el famoso ataque de fuerza bruta, el que consiste en probar todas las conexiones para poder entrar a la fuerza al servidor de su contrincante, para entrar a la red y poder saber de quién se trataba. Y si eso no le funcionaba, tenía que recurrir a hackear los satélites para poder entrar a su conexión y así sería mucho más fácil descubrir quién era su enemigo, pero era algo arriesgado, ya que se exponía a ser descubierto por los del gobierno. Aun así, esperaba que funcionara la fuerza bruta.

—Riz —escuchó la voz de Eva desde el auricular.

—Te escucho —dijo sin dejar de prestar atención a la pantalla y al teclado

—Estoy en el centro y no veo a Neón —le informó.

En ningún momento se había encontrado con el joven, este corría muy rápido y la había dejado atrás. Ella se dio cuenta que las personas de allí estaban llenas de pavor y desorientación, corriendo sin ningún orden, chocando unos con otros, empujándola también. Los paramédicos aun no llegaban y eso que se necesitaban, muchas personas se encontraban heridas debido a los escombros de los edificios que se desprendían por el gigante. Algunos policías, los que no habían ido a la villa de los asesinatos y eran pocos, trataban de organizar a la aterrada gente. Pero les era imposible, pues eran muchos. El robot caminaba paso a paso, destrozándolo todo y sin compasión arrojaba los automóviles que volaban cerca de él.

—Señorita, evacue este lugar —un oficial se acercó a ella.  Eva miró a sus lados observando el caos, pero más que nada estaba buscando al joven —¡Señorita,  aquí es peligroso! —gritó el hombre para llamar su atención y lo logró, Eva miró al uniformado, dio un paso con intención de acercarse, pero en ese momento un carro cayo cerca de allí, provocando un estruendoso ruido, escuchándose la alarma, la que de inmediato dejó de sonar.

—¡Eva! ¡Eva! ¿Qué sucede? —se escuchó la alarmada voz de Riz cuando una interferencia produjo estática en su intercomunicador, dejando de prestar atención al monitor. No había sido buena idea haberla dejado ir, ese lugar era muy peligroso.

Por un momento, Calomela abrió los ojos con sorpresa al sentir la presencia de alguien detrás de él, se giró para mirar a aquella persona, la que con gran fuerza lo tomó del cuello de su prenda de vestir.

—¡¿Por qué la dejaste ir?! ¿Por qué la dejaste ir? —se escuchó resonar la furia de la voz de Ruber mientras envolvía a Riz con una mirada de frialdad. No podía comprender como podían existir personas de la edad de él tan inmaduras. Por otro lado, Calomela desafío la mirada del joven y respondiendo a su pregunta, dijo:

—Ella quería ir —con fuerza y nada contentó por la agresión que sufrió, apartó las manos del joven de su camisa.

—¡Solo por eso! Ese lugar es peligros…

—¡Entonces que haces aquí! —lo interrumpió y apartó su vista de él al percatarse que una alerta se hizo ver en su monitor —maldición… —debía de seguir prestando atención a las redes para no ser descubierto, además de seguir intentando entrar al sistema de la persona que creía que manejaba el robot gigante —Neón, ¿me escuchas? —trató de comunicarse con el menor.

—Te escucho —el mayor no evitó sonreír al escuchar la voz que le respondió, la de Eva. —Te escucho claro, Riz.

—¿Te encuentras bien?

—Sí. Neón me ayudó y perdón, pero perdí la radio que me diste —mencionó ella hablando con el radio de Neón.

—No te preocupes. Pásame a Neón —continuó cuando el joven lo saludó: —El aparato que te di antes de que salieras es un AOE —Ampliador de Ondas Eléctricas—. Debes ponerlo en el motor eléctrico del hombre  hojalata, pues funciona con máquinas eléctricas rotatorias y por ende, el AOE incrementará la energía y provocará que se queme. Lo único que debes hacer es colocarla lo más cerca del motor.

Mientras escuchaba a Riz, Eva no tenía ni idea de lo que estaba hablando, afortunadamente, ella no era la que iba a encargarse de eso, y por otro lado, Neón si estaba consciente de lo que debía hacer, por esa razón comprendió perfectamente las palabras del hombre.

—¿Y qué es exactamente el motor? —quiso saber Eva. Enseguida escuchó a Riz:

—La bola que salió debajo de la tierra es el motor, en pocas palabras, el torso del robot es el motor, así que el AOE debe estar en cualquier parte de éste.

Al escuchar eso, Eva miró a Neón con expresión de asombro. Neón sabía lo que tenía que hacer y era arriesgado, guardó la radio al terminar de hablar con Calomela y observó a todos lados, como buscando algo. Divisó un edificio alto y todavía en pie, así que  sin decir nada, se dirigió a toda prisa al lugar.

Neón subió con rapidez la escalera del edificio debido a que era arriesgado tomar el elevador, pues el robot, a pesar de que aún no estaba cerca de esa zona, algún escombro que arrojara lo dañaría. Su plan consistía en llegar a la cima, esperar a que el robot estuviera lo más cerca posible de allí, saltaría y se colocaría sobre él. Al llegar a la azotea, sin perder paso, se dirigió a la orilla y como mero reflejo, se asomó hacia abajo. El edificio no tan alto como otros, pero era perfecto porque estaba casi a la misma altura de la máquina que atemorizaba el centro.

Vio como Eva se dirigía a toda prisa al otro edifico que quedaba enfrente. Se extrañó un poco por eso, pero mejor decidió dejarlo así, por lo que mejor dirigió su vista al gigante, el que poco a poco se acercaba y que a pesar de que este no tenía o mostraba alguna expresión, el joven sintió que se regocijaba por cada cosa que destruía y lanzaba. En cierta manera no estaba equivocado, ya que Norez, la persona que realmente controlaba la máquina, se encontraba verdaderamente satisfecho por lo que hacía.

En eso, sin saber exactamente como fue, Neón desvió su atenta atención del robot, mientras en su rostro aparecía el asombro y la incredulidad al mirar hacia el frente, al edificio donde vio entrar a Eva,  como este se estaba derrumbando. Un enorme escombro perteneciente a uno de los edificios ya derrumbados había sido arrojado precisamente allí, dañando la estructura principal provocando su desplome.

—¡Eva! —gritó con gran preocupación el joven.

—¿Neón? ¿Qué sucede? —se preocupó Riz tras escucharlo gritar el nombre de ella . Lo que a continuación escuchó, lo dejó preocupado.

—Eva… el edificio donde entró… se derrumbó —a duras penas pudo decirlo.



Capítulo 11
Contraatacando al enemigo


—¡Sigues aquí! —la fuerte voz de Calomela hizo que Ruber despertara de lo que parecía se encontraba en una especie de shock. Lentamente volvió su mirada perdida a la del hombre. Había alcanzado a escuchar como Riz mencionó que Eva no estaba bien. ¿Cómo debía reaccionar ante esa situación? Por lo que observó en las noticias sobre el estado en que se encontraba el centro, se dio cuenta que no eran las mejores condiciones.

Dio un par de pasos hacia atrás tratando de huir de la enfurecida mirada de Calomela, no deseaba involucrarse en nada de tal índole. Pero lo que a continuación escuchó de la boca de él y con un tono triste, lo dejó pensar más en la situación.

—Parece ser que Eva está en peligro.

Fue eso una especie de estímulo para que Ruber saliera disparado del taller y poder ir a la ayuda de Eva, a quien consideraba como su mejor amiga, la persona que lo había tratado tan bien. Pero tras esa buena intención, había algo más.

“¿A dónde vas?” fue la pregunta que su mente formuló y la que hizo que se detuviera en seco. “A ayudarla” se contestó mirando al frente, observando a la gente que corría lado contrario a donde él, con toda la intención de evadir el centro. También alcanzaba a escuchar de sus palabras lo peligroso y atroz que era ese lugar. ¿Por qué razón iba a ir allí si era tan peligroso? ¿Por qué la gente huía de allá? ¿Por qué Eva había ido a ese lugar? En eso percibió el peculiar sonido de las ambulancias, las que habían dejado la pequeña comunidad de asesinados, para ir al centro Del Comienzo. Ruber alzó la vista para ver a las ambulancias y patrullas socorrer a los heridos.

“Para ayudarlos” esa fue la respuesta, por eso, decidido prosiguió con su paso, debía ir por ella. Lentamente comenzó a disminuir su caminata hasta detenerse totalmente. Algo no andaba bien. Giró un poco su cabeza al lado izquierdo, pues algo había llamado su atención. Observó una calle recta, la que se mantenía vacía.



Neón bajó tan rápido como pudo las gradas para salir del edificio y se dirigió al otro edificio que fue derrumbado. Deseoso en el fondo que no le hubiera pasado nada grave a Eva. Las intenciones de ella eran buenas al ir a ese lugar, pero no había mucho que ella pudiera hacer. Al llegar él comenzó a gritar con desesperación el nombre de ella y su desesperación aumentó al no obtener respuesta. Con cuidado, movía los escombros, no obstante, en ningún momento dejó de prestarle atención al robot, el que se mantenía arrojando todo a su paso.

—Eva, contéstame por favor. Dime que estás bien —un par de despojos llamó su atención, volvió su mirada a ese lugar y de entre la pila una mano resaltó —Eva —gritó con felicidad, se acercó y comenzó a mover la pila con cuidado para no dañarla. Cuando poco a poco iba desenterrándola, el rostro de Neón se volvió a preocupar al ver el rostro de aquella persona, no se trataba de su amiga, era otra mujer, quien suplicó ayuda. Con cautela la sacó y la llevó a que reposara en lo que parecía un mejor lugar.

—Había más —comenzó a hablar con voz cortante —Había más gente en ese lugar… —comenzó a sollozar tal vez al recordar que algún conocido murió allí y compartiendo sentimiento con el joven.

—Debe salir e ir a un lugar seguro —le recomendó, después de eso la dejó sola y volvió a retomar su búsqueda, encontrándose con un muchacho, y así sucesivamente, pero no a Eva.

Los oficiales llegaron al lugar afectado y junto con sus robots policía comenzaron a atacar al robot, pero no hacían daño alguno, ya que cuando desprendían algo de este, esa pieza volvía a su lugar, pues se trataba de un imán. Al ver eso, comenzaron a usar sus mejores armas, las que pensaron que no utilizarían. Las ambulancias emprendieron su trabajo, socorrer a las personas heridas y a las que aún se mantenían escondidos en los edificios, temerosos de salir.

El chico mitad robot ayudaba a la gente, cuando en una de esas vio a Eva, la que muy despreocupada ayudaba a sacar a alguien debajo de unos escombros.

—Eva, estás bien —se acercó para ayudar a levantar una pieza con la que la joven no podía. Le alegró verla sana y salva, tan solo con un par de moretones y rasguños, pero nada grave. A pesar de eso, ella no pudo imaginar como él se había sentido cuando no la encontraba, pero se tranquilizó al ver que después de todo, ella sí podía hacer algo para ayudar.

—Ingresé al edificio —le dijo cuándo un par de socorristas se llevaron al hombre—, porque me di cuenta que estaba lleno de personas y traté de convencerlos de que salieran y se escondieran en un lugar más conveniente. Al escuchar un estruendo y una especie de terremoto sacudió el lugar, me escondí. Por eso estoy bien, nada grave.


En el taller, Calomela aun trataba de desactivar y traspasar los muros virtuales que protegían a su enemigo. Se tranquilizó al recibir la llamada de Neón y escuchar que Eva estaba bien. Con esa noticia miró su pantalla de su lado derecho para observar la imagen que mostraba las cámaras, las que se llenaron con interferencia indicando que ya no funcionaban, seguramente habían sido desconectadas cuando el robot comenzó a lanzar cosas. Maldijo entre dientes pues ya no podría ver lo que sucedía en ese lugar. A pesar de eso, aún tenía la esperanza de localizar la señal para descubrir al que controlaba el androide gigante y quien pensaba que era el que se había infiltrado a la red de las cámaras.

Desgraciadamente no pudo entrar a la red de su enemigo usando “la fuerza bruta” la barrera era muy fuerte. No tenía otra opción que infiltrarse a la base de datos de los satélites, lo que quería evitar, ya que era muy peligroso. La OS (Organización de Satélites) tenía mucha tecnología y fácilmente lo podrían descubrir, buscarlo por ser un “posible terrorista.” Pero la situación ameritaba riesgo, así que sin perder tiempo, comenzó a desbloquear las barreras de la OS y entrar al sistema.

—¿Dónde estás? ¿Dónde estás? —murmuraba nervioso al haber tenido éxito en entrar. Cada segundo contaba.


—Aquí está —murmuró Ruber observando a Norez oculto entre la instalación de la planta de luz. Observó con cuidado a aquel hombre que manejaba la máquina por medio de unos guantes, botas y anteojos que estaban conectados al gigante y por medio de estos podía manejarlo. Norez se percibía excitado mientras virtualmente levantaba algo y lo arrojaba.

—Vamos, griten. Desgarren su garganta. Corran si no quieren morir. Huyan de mi presencia… No podrán escapar de mi ¡No pueden detenerme! —se escuchaba seguido de carcajadas y con una voz tan enloquecida llena de desquicio, pero a la vez de regocijo. Al ver cómo la gente corría despavorida y a los oficiales con sus inútiles RVs que no podían detener sus acciones. Por esa misma razón amaba y respetaba a su jefe porque le daba esa oportunidad de disfrutar.

Al sentir que Norez iba a girar dirección donde Ruber estaba observándolo, el último dejó de mirarlo para volverse a esconder detrás de la pared. Dio un suspiro mientras se recargaba en ésta y se quedó inmóvil. Pero sabía que no podía darse el lujo de eso, ya que esa terrible persona era el causante de la destrucción del centro. Cerró sus ojos con fuerza para meditar en la situación en la que se encontraba y en lo que debía hacer. ¿Qué es lo que debía hacer? ¿Cómo lo detendría? Tras observar que era mitad máquina, supuso que era fuerte.

Abrió lentamente los ojos mientras exhalaba aire, miró a su alrededor y su vista se detuvo en un palo de fierro. Dio un par de pasos para acercarse y lo tomó del suelo. Lo sostuvo con sus dos manos y lo apretó ligeramente, se acercó de nuevo a las pared y se recargó en ella, cuidadosamente se asomó un poco para ver donde se encontraba su enemigo. Norez estaba dándole la espalda, contaría con esa ventaja y más por el hecho de que se encontraba sumergido en lo que realizaba. Ruber emergió del escondite y caminó prudentemente hacía donde el hombre, pero se detuvo drásticamente al percibir que un RV lo observaba detenidamente con sus fríos ojos.

Por un momento se sintió nervioso, al pensar que lo atacaría, pero se tranquilizó al ver que lo único que hacía era observarlo. La ventaja/desventaja de ser controlado por la mente, era el hecho que no atacaba o hacia algo sin que su amo no le acatara algún mandato. El joven paso su lengua sobre sus labios inferiores para mojarlos y prosiguió con su camino.

Por otro lado, Norez no se había dado cuenta en ningún momento que alguien lo estaba observando o siquiera de que alguien se encontraba más cerca de lo que pensaba. Su mirada divertida no dejaba de observar a los ciudadanos. Lo que comenzó a caerle mal fue el hecho que los hombres de la ley, había traído armas más poderosas y estas hacia que el robot fuera más difícil manejarlo, pero no era nada que él no pudiera controlar. Lo que de verdad lo sacó de sus casillas y lo que menos creía que iba a sucederle, fue un duro golpe que recibió detrás de su cabeza. Un palo lo había golpeado. El golpe lo hizo tambalear, lo que provocó que el gigante también reaccionara del mismo modo.

Norez se giró completamente, sus ojos rojos llenos de furia no perdieron de vista al joven que llevaba un palo de metal doblado. Norez apretó con fuerza su mandíbula, desactivó por un momento el control del robot. Ruber retrocedió sorprendido al observar la mirada llena de odio que le lanzaba, se giró con rapidez con toda la intención de correr y alejarse lo más rápido de Norez, pero no pudo avanzar más que un paso, pues la enorme mano del hombre lleno de rencor lo tomó de su prenda de vestir. Lo cargo sin dificultad alguna y tomando vuelo arrojó a Ruber por los aires. Ruber afortunadamente cayó en un montón de telas y cajas que disminuyó su caída.

—No vas a salir vivo de esta, mocoso infeliz —le informó con voz encolerizada mientras se acercaba a donde había caído. El hombre se detuvo al sentir como un líquido resbalaba por su cuello, alzó su mano derecha y se tocó la zona afectada, notando que estaba sangrando. El muy maldito hizo que sangrara —Has ganado un boleto directo al infierno —miró de nuevo al joven, quien se puso de pie algo desorientado y tocándose la cabeza.

El joven de ojos de diferente color no perdió más su tiempo y corrió antes de que el hombre lo alcanzara, Norez lo observó por un momento, entonces dirigió su mirada a su RV y este inmediatamente se fue contra el joven, alcanzándolo rápido. Se colocó frente a él, deteniéndolo. Fácilmente Norez lo destruiría con sus propias manos, pero su prioridad era acatar las órdenes de su amo. Dejaría que su RV lo asesinara por él. Por eso le ordenó que lo matara. Por otro lado, Ruber rehuyó de la máquina, pero no le sería tan fácil deshacerse de esta.


En el centro, por extrañas circunstancias, el robot gigante se detuvo en medio acto de lanzar un automóvil. Los oficiales no comprendieron por qué razón. Neón tampoco, el que lo observó mientras corría a un edificio. Fuera lo que fuera que sucedió, ese tiempo que se mantuvo sin hacer un movimiento, Neón se dirigió al techo del edificio más cerca donde se encontraba el gigante. Al legar al techo, saltó lo más que pudo y se trepó al robot. Y con una velocidad y sorprendente agilidad, comenzó a subir por la enorme estructura del gigante, estremeciéndose al sentir la fuerte energía brotar de este. Para poder llegar al motor, debía hacerse paso entre la chatarra, en pocas palabras, enterrarse en ella. Se estremeció, pues para que el motor pudiera cargar con tantas toneladas de metal, debía de tratarse de un motor muy fuerte y poderoso. Por eso, esperaba que el pequeño aparato que le dio Riz funcionara, o si no, todo sería en vano.

—¡Esta listo! —Riz escuchó desde el audífono la mera satisfacción de Neón al haber llegado al centro del robot y haber incrustado el AOE en el motor. Calomela sonrió al escuchar eso y más al decir.

—Ahora voy yo —se limpió el sudor que comenzaba a resbalar por su frente. Miró la pantalla que quedaba a su lado derecho, notando algo inusual. Alguien aparte de él había entrado a la OS.

Bel se volvió a una de sus muchas pantallas al notar que alguien más estaba en la red de la organización de Satélites. Tras sospechar en lo que su enemigo tenía pensado hacer, se infiltró a la red para poder bloquear estas. A como diera lugar, no iba a permitir ser encontrado.

—Señor, hay dos sospechosos que se están infiltrando a los satélites —comunicó un hombre de los muchos que trabajaban en la OS. La sala principal constaba de muchas computadoras. El mayor hizo caso a lo que unos de sus subordinados le informó, y dio la orden:

—Llamen al mejor hacker, que tengamos.

Cumplieron las órdenes y llamaron rápido al susodicho, quien al ingresar a la sala, tomó asiento frente a la computadora principal y comenzó a teclear como loco el teclado.

—¡Ay, no! —exclamó Riz con frustración al notar que los de la OS los buscaban—, no necesitamos eso ahora— A comparación de Calomela, Fucus sonrió con mera diversión.

—Fácil —aludió mientras movía sus manos de aquí para allá tocando las pantallas orográficas. A pesar de que se tratara de los hombres de la OS, debía reconocer que ellos no eran nadie a en comparación del que le había estado dando batalla. Pero eso iba a terminar. Ingresó una clave al archivo que viajó entre las redes hasta llegar a las computadoras de la organización. Tal hazaña bloqueó todas las computadoras de la base.

—El enemigo nos ha bloqueado —gritó sorprendido el hacker de la organización, mientras observaba la enorme pantalla que abarcaba casi toda la pared del lugar.

—Es bueno el tipo —reconoció Calomela al notar que perdió señal de la OS.

—Ahora voy contigo —susurró Bel mirando su pantalla, después perdió la total señal de quien trataba de encontrarlo. Riz rápidamente había desconectado las computadoras para no ser encontrado por él. Fucus no evitó dibujar una media sonrisa en sus labios, aquella persona se había rendido. Su media sonrisa no duró mucho al notar como todas las pantallas se apagaron repentinamente y casi enseguida, aparecieron unas enormes letras de color rojo, que rezaban: “Alerta, Virus” “Sistema Muerto” “Red Bloqueada”

—Esto termina aquí, Bel —dijo Riz tomando el control que conectaba al aparato que había dado a Neón y apretando un botón mando la señal al AOE y fue de esta manera en que envió una onda eléctrica por todo el motor del robot, provocando que el gigante dejara de funcionar y en ese momento, Norez se había vuelto a activar a este, y tras la sobrecarga, la señal del control fue afectada, lo que insitó a que Norez se quitara rápidamente los artefactos al sentir una descarga eléctrica.

Maldijo entre dientes pisando los anteojos con frustración. ¿Qué había sucedido? ¿Acaso el golpe que recibió fue tan fuerte? Miró en dirección a donde el joven y el RV minutos antes habían estado, pero no observó a ninguno de los dos.

Por toda la oficina principal de la empresa Fucus se podían escuchar los aplausos de la gente. En las noticias escuchó que el robot se estaba desmantelando. A demás de que Norez le informó que había perdido control total del robot, pues los controles de repente sufrieron un corto circuito, quemándose completamente. El hombre miró un rato el piso. Su enemigo lo había encontrado antes de que él pudiera bloquear las computadoras de la organización. Dirigió su vista a las pantallas que aun mostraban las letras, su sistema había sido totalmente dañado.

En casos así, cualquier persona se indignaría, por el hecho de que había perdido, pero ese no fue el caso, al contrario, Bel no evitó que un par de carcajadas emitieran de su garganta, mientras golpeaba sus palmas en modo de aplauso para festejar con los ciudadanos.

—Esplendido Neón —se dijo mientras apagaba la computadora y se encaminaba al escritorio —Verdaderamente esplendido, muchacho, has conseguido una excepcional ayuda, es mejor así —tomó asiento y su rostro se tornó serio —Solo falta que caigas en la trampa de Klaus.

Capítulo 12
Descifrando el Misterio



Calomela se recargó en el respaldo del asiento y estiro sus brazos hacia arriba haciendo un ademán de victoria. Riz suspiró de alivio. Tomó la Pantalla que se mantenía sobre la mesa más cercana y girando en la silla sonriente, hizo funcionar el aparato. Buscó las páginas de las noticias locales.

Buenas noticas, buena noticias —repetía en voz baja sin dejar de dar vueltas en la silla. Se detuvo cuando encontró la página donde pasaban las noticias más recientes. Escuchó hablar a un reportero que notificaba la estadística de los muertos y heridos que por ese momento se registraban, la cuenta subía a cada minuto. Especialistas se acercaron al robot, más bien a la esfera, para determinar si efectivamente había dejado de funcionar. Se pudo comprobar que la esfera estaba completamente inactiva. Aún no se sabía del sospechoso o de las personas que estuvieron detrás del atentado, así que eso ameritaba más investigación. Riz sabía muy bien la identidad de esa persona y le frustraba mucho el hecho de que sabía, pero no podía decir nada. No le creerían. Su sangre ardía por dentro por el querer delatarlo, pero no podía actuar sin pruebas.

Apagó su Pantalla con frustración, deseaba escuchar noticias positivas, pero como siempre, solo eran negativas. Un par de horas después, cuando el atardecer estaba a punto de llegar a su fin, Eva y Neón llegan al taller. Al verlos, Calomela se acercó a ellos, abrazó a Eva con fuerza sorprendiéndola, lo que provoco que su sangre subiera a su rostro, un tanto avergonzada.

Me alegra saber que estás bien —dijo el hombre ahora estrujándola. Después abrazó al joven quien tan solo los miraba contento. Ahora ambos jóvenes se encontraban entre los brazos de Calomela —De verdad me alegra saber que todo terminó —habían detenido al robot que amenazaba el centro de la ciudad Del Comienzo. También habían dado con Belirio, mostrando que él estaba detrás de todo. Pero Riz se sentía feliz porque le había mandado un regalito.

A los minutos Calomela los soltó al escuchar al menor decir que comenzaba a sentirse asfixiado. De nuevo Riz los observó, con ojos llenos de agradecimiento de que estuvieran sanos y salvos. Después, tras recordar algo, su rostro se tornó un poco más serio y miró a su alrededor y extrañado preguntó:

¿Y el Bicolor?

¿Ruber? —Eva se extrañó y dando media vuelta observó afuera de la puerta, para ver lo que el mayor miraba. Al meditarlo, sorprendida dirigió su vista a la de Calomela —¿Él fue al centro?

El hombre asintió. Eso fue lo último que supo de él.

Crees que…

No lo creo —él la interrumpió con la intención de que no mencionara algo negativo —Escuchen, hoy ha sido un día muy agotador para todos, lo más razonable es ir a descansar. Muy pronto anochecerá. Mañana será otro día —miró directamente a Neón —Mañana a primera hora voy a entrar a tus archivos.

Tenía toda la razón, había sido un día muy pesado, no solo para ellos, sino para todos los habitantes de la ciudad. Minutos después la noche invadió los cielos. Algunos se fueron a descansar. Los rescatistas en sus robots de rescate buscaban entre los escombros a sobrevivientes, sin descansar. Algunos uniformados investigaban las muertes de la localidad de los asesinatos y el resto comenzó una nueva investigación sobre el atentado de esta tarde. No tardaron mucho en descubrir que en la planta principal que mantenía viva la energía del centro, había muchos muertos.

De esa manera se mantuvo la ciudad hasta que amaneció. Sin esperar ni un minuto más, con los primeros rayos de sol, Eva y Neón se dirigieron al taller, donde Calomela los estaba esperando. La joven aprovecharía que las clases se suspendieron ese día. El hijo del dueño del taller no había pegado los ojos durante la noche, ya que se había quedado a trabajar en seguir reparando uno de los bastantes robots de rescate. Le habían llevado bastantes de esos robots, sin contar de más de una docena de RVs que sufrieron daños al tratar de pelear con el gigante. No tuvo opción que quedarse a trabajar, por lo menos repararía las máquinas de los rescatistas, ya que esos eran los primordiales en esos casos. Aquí era cuando odiaba su trabajo, cuando debía reparar con rapidez las máquinas y ni tiempo de descansar le daba.

Buenos días —saludó cansado al ver a los jóvenes cruzar la entrada.

Noche pesada, ¿verdad? —preguntó la mujer al verlo con grandes ojeras debajo de su ojos.

Ni me lo digas, que me dan ganas de no hacer nada —se quejó.

¿Esto sucede muy a menudo? —cuestionó Neón observando las máquinas que debía reparar.

Esto sucede cuando el taller Calomela es el único que se dedica a hacer estos trabajos —le contestó al joven después de un bostezo —Pero bueno —de la nada su energía se vio restaurada, al recordar la razón por la que se encontraban allí —Dejando mis problemas a un lado, Neón por favor, toma asiento, tengo todo preparado para entrar a esos archivos.

El joven hizo caso y tomó asiento. De una mesa, Calomela tomó varios cables que utilizaría para conectarlos a Neón y mientras se encaminaba a donde él, una voz robótica se escuchó por todo el taller.

Tiene una llamada en la línea dos —suspiró rodando los ojos por ser interrumpido en el momento menos inoportuno, tomó el auricular de unos audífonos y se lo colocó en un oído.

Hola Luz —fue lo que atinó a decir —¿Cómo estás pequeña? —Con “Luz” se refería al robot-doméstico que había en su hogar, el que por cierto no frecuentaba. Tras haber escuchado respuesta de la máquina, el hombre mencionó: —Pásame la llamada, por favor.

La línea dos se trataba de una llamada de Luz al taller, porque alguien se comunicaba a la casa Calomela y si nadie se encontraba, Luz se comunicaba al taller, donde de seguro algún Calomela estaba allí. La línea uno recibía las llamadas directas al taller. Era su padre el que llamaba a través de la línea dos.

Hola, ¿Cómo va todo? ¿Disfrutando? —saludó el hijo, tal llamada no iba a quitarle tiempo, el que era valioso, así que se acercó a donde Neón —Estoy bien, el robot solo atacó la parte del centro —Riz entregó unos cables a Neón —Ese trabajo ya lo terminé hace dos semanas y vinieron por él —mientras contestaba a su progenitor, el hombre le indicó al joven por medio de señas que se conectara el cable —Aun no ha venido a entregar nada, ya veré ese después. Por cierto, la P.C que armaste funciona muy bien. —el hombre se sentó frente a la computadora principal del lugar —Ayer. Padre, escucha, ahora estoy muy atareado, me han entregado mucho que reparar y tengo que terminarlo. Otro día menos ocupado hablamos. Adiós —Riz se quitó el receptor y miró al joven listo para empezar.

¿Era tu padre? —preguntó Eva, a pesar de que ya sabía.

Quería saber si todo estaba bien. Parece ser que la noticia del robot que atacó Del Comienzo ya cayó a otras ciudades.

¿Y dónde se encuentra él? —ahora quiso saber el menor.

De vacaciones —mencionó con un tono desanimado, recordando que tenía mucho que reparar mientras que su padre disfrutaba de unas vacaciones. Suspiró, olvido eso y mientras miraba a Neón sonriente, frotó sus manos, ansioso por entrar a su sistema. Emprendió marcha y comenzó a teclear como si no hubiera un mañana.

No contesta —los varones miraron a Eva al escucharla con tono preocupado, ella miraba desconcertada su Pantalla. Sintió las miradas de ambos, así que se volvió para mirarlos.

¿Quién? —quiso saber el mayor.

Ruber —respondió y volvió a marcar el número del joven —No contesta y no he sabido nada de él desde ayer.

No te preocupes por eso —Eva descolgó su aparató y miro a Calomela—, él está bien.

¿Cómo sabes eso? —miró con preocupación el aparató —Él siempre contesta cuando le marco.

Tal vez —Riz pensó en algo y tras cruzar lo primero a su mente, continuó: —Tal vez se le perdió ayer. ¿Qué no se perdió ayer en esa revuelta?

El teléfono de ella sonó en sus manos y fue inesperado por lo que provocó que ella se sobresaltara, enseguida miro el contacto esperando que la llamada fuera de Ruber, pero no era él, se trataba de Blanca. Ella contestó, se había olvidado que debía avisar y estar en contacto con sus amigos para ver si estaban todos a salvo. Eva se mantuvo ocupada saludando a sus amigos y no escuchó cuando Calomela silbó.

Pero que tenemos aquí —se dijo en voz baja sorprendido mientras bajaba y subía el cursor para ver la página, observando un montón de números y códigos. Con echarle una rápida vista, supo algo: —Esto será un poco difícil —admitió.



Se encontraba de nuevo en ese lugar, como siempre. Levantó su vista para ver lo que quedaba del hospital Psiquiátrico, debido a la ubicación de este en el centro, sufrió daño severo tras el ataque del día anterior. Ruber miró a sus lados notando que el lugar estaba hecho una ruina total. Los rescatistas y una que otra enfermera husmeaban por los escombros para ver si había algún sobreviviente.

Disculpe —el joven detuvo a una mujer que por juzgar su vestimenta trabajaba con los rescatistas —Podría decirme dónde puedo encontrar a Efrin Corindo. Él era un paciente, habitación 137 B.

Permítame —la mujer sacó su Pantalla y comenzó a ver una lista para ver si en esta se encontraba el nombre de le dieron. Lo localizó, ella dirigió su vista al joven mostrando tristeza —Lo siento mucho —le notificó con tono agudo—, pero ese paciente murió.

¿Murió?” esa palabra retumbo en su cabeza, lo que hizo que se preguntara si era verdad lo que sus oídos escucharon. La miró lleno de sorpresa e incredulidad. Esperó que la mujer le dijera que estaba equivocada, que era una falsa noticia, pero no fue lo que él escuchó:

¿Desea saber dónde está su cuerpo? Permítame su correo…

No, gracias —la interrumpió con voz seria. Dio media vuelta para darle la espalda, pero no caminó. La mujer comprendió que el joven se encontraba en shock y comprendiendo su dolor de perder a un ser querido, se fue de allí para dejar solo al joven.

Vamos, hermano. Te quiero, hermano. Eres lo único que me queda. Siempre estaremos juntos” esas palabras hicieron eco en la cabeza de Ruber. Caminó con pasos lentos y a un par de metros se detuvo. Giró su rostro para ver a las personas aun buscando a pacientes.

Efrin ya no estaba. Se sintió pésimo, triste por esa verdad. Pero, ¿era verdad eso? El que Efrin ya no estuviera allí significaba que él ya no tenía que volver más a ese lugar. Eso significaba que era… libre. Libre de ir a verlo. Libre de siempre ir a algún lugar y pensar en él. Libre de miércoles y sábados. Libre de… él. Y si lo deseaba, podía irse Del Comienzo y así no volver a pisar suelo en ese hospital, el que ya no soportaba.

El joven se agarró la cabeza con fuerza. ¿Qué pensaba? Eso no debía ser de esa manera. Efrin no tenía la culpa. Por lo contrario, él sí y mira lo que había sucedido. Por su culpa él ya no disfrutaba de tener una vida normal. Aun así, el estado de Efrin lo privó a él de algunas cosas. El joven se arrodilló aun tomando su cabeza. Gritaría con todo pulmón, si no fuera porque no deseaba perturbar a los espectadores.


En el taller, Calomela aun intentaba descifrar los códigos para poder extraer los archivos que delatarían a Bel y a Klaus. Desde que comenzó no se había despegado ni un segundo del teclado y sus ojos de la pantalla. Movía estratégicamente los diagramas, le fue difícil, pero ya había dado con lo que deseaba encontrar, poco a poco se acercaba a descifrar cada uno de los diagramas.

¡Lo encontré! —Se le escapó de alegría al dar con el clavo —Eva, lo conseguí —miró a la joven para después mirar la pantalla, en esta se observaba una página normal de computadora. Pudo ingresar a la carpeta, en esta había tres archivos adjuntados. Riz movió el cursor al primer archivo que tenía el título o más bien la abreviación: MT. No tenía idea de lo que significaba, pero al poder leer el contenido, se daría una idea del porqué el título. Dio doble clic para descomprimirlo.

Eva se acercó y en el momento en que el archivo estaba descomprimiéndose, las luces del taller parpadearon hasta que se apagaron por completo, las máquinas que se encontraban conectadas, dejaron de funcionar. Pero lo más extraño era, el que no solo fueron las del taller, las luces de los vecinos, extendiéndose a un radio de 300 metros, se quedó sin electricidad, lo que indicaba que se trataba de un apagón. Pero Calomela lo opinó lo mismo, algo se le hizo extraño.

¿Una interrupción de luz? —preguntó Eva sintiéndose insegura.

Riz negó para después decir:

No lo creo —miró el monitor, el que estaba apagado. Cuando ocurría un “corte” las computadoras tenían un sistema de protección que no se apagan enseguida, ya que contienen una pila parecida a las luces de emergencia, las que tampoco encendieron, eso funcionaba para que el usuario pudiera apagar correctamente la computadora y salvar lo que se estaba haciendo. Lo raro era que, tampoco se trataba de un “virus” ya que solo afectaría y haría que diera el pantallazo al monitor, pero aquello afecto a los vecinos. Lo que indicaba que algo no andaba bien. Un mal presentimiento lo embargó. No fue una coincidencia que al tratar de descomprimir el archivo surgiera esa interrupción. Todo indicaba que al descomprimir el archivo, provocó el apagón.

Capítulo 13
Triste realidad

Desde un comienzo, Klaus Val lo había calculado todo. Nunca tuvo una razón para ponerle a Neón o a Norez un localizador por si a estos se les ocurría desobedecerlo y huir de él. No le importaba realmente, tan solo los tenía allí y los fabricó por el hecho de que gracias a ellos pudo saber un poco el funcionamiento de la parte robótica y humana, para así basarse en su creación y hacer a su robot perfecto. Aun así, debía admitir que por lo que sí estaba preocupado, era en la protección de sus archivos, los que necesitaba para poder terminar su máquina. Debía evitar que las autoridades los tuvieran en sus manos y supieran de su existencia.

Estos archivos los había bloqueado de tal manera que si alguien, que no fuera él, intentara desbloquearlos, delataría al impostor. Previó la posibilidad de que alguien se los robara, así que el comienzo de ese plan era saber si el desertor, en este caso Neón, se encontraba en la ciudad Del Comienzo, porque era la más contigua a las fábricas. Activaría el proyecto ERRE. Al saber si Neón estaba allí, al tratar de detener al robot, entonces entraba la segunda fase y esta era esperar a que tratara de decodificar el archivo. Klaus sabía que para realizar tal hazaña necesitaba de un procesador más fuerte, pues a pesar de que el procesador de Neón lo era, no era lo suficiente para hackearlo.

Sabía que Neón buscaría a alguien que supiera del tema y cuando lo encontrara, obvio que trataría de decodificarlo, así, el mismo archivo con un virus, enviaría una señal a su computadora, dándole la ubicación precisa. Y todo estaba marchando tal y como lo predijo. Por cosas como estas se destacaba Klaus Val, y no estaba dispuesto a cometer el mismo error; no volvería a dejar que lo persiguieran para darle muerte.

Pensar las cosas antes de que sucedieran, era su arma más letal.

Norez recibió un mensaje de parte de Klaus, en el que le indicaba la dirección donde se encontraba Neón. El hombre detuvo su paso, estaba buscando a su RV, el que por extraño que pareciera, no lo podía encontrar, ni siquiera tenía señal de él. No podía hacer mucho, ya que no podía moverse libremente por las calles sin que lo descubrieran, así que dejó de buscar, ya no le importaba. Tal vez los oficiales tomaron a la máquina o cuando fue a perseguir al joven lo llevó hasta el centro y algo allí le sucedió. Ya no quería pensar en eso, así que dando media vuelta, caminó hacia la dirección recibida.


La luz llegó un par de minutos después de que se apagaran, primero fueron las luces de emergencia y enseguida las otras. En cuestión de segundos, el taller se llenó de llamadas.

“Llamada en la línea uno. Llamada en espera de la línea uno. Llamada en espera de la línea dos…” —era lo que se escuchaba, eran las llamadas molestas de los vecinos que sufrieron el apagón repentino, ya que creían que el taller Calomela había provocado tal incidente. Cada vez que por ese barrio sucedía algo así o extraño, la culpa era de los Calomela, ya habían ganado esa fama.

Fastidiado del ruido, Riz ordenó que se desactivaran las llamadas. Neón dijo:

—Riz, es posible que esto sea cosa de Klaus…

—No lo creo —el hombre lo interrumpió —Nunca había escuchado hablar de que se produjera un apagón por tratar de descomprimir algo.

—Eso es cierto, pero… —Neón quedó pensativo —Estamos hablando de Klaus.

—El tipo es inteligente, pero no un genio —no pudo ocultar su preocupación. No sabía si las palabras que decía eran verdaderas. Lo que sí sabía era que si se estaban enfrentando con un genio, entonces no tenían posibilidades de poder detenerlo.

Riz meditó más en lo sucedido, en la masacre de la villa, el robot gigante que emergió de la tierra, el apagón que sufrieron y no pudo evitar sentir un escalofrío.

—Riz, te vez cansado —comunicó la mujer al verlo tomar asiento. Él se recargó en el respaldo y mientras miraba detenidamente el techo, se pellizcó la nariz abatido e irritado.

—Me siento agotado —fue su respuesta con tono molesto —Anoche no tuve ni tiempo de cerrar los ojos o descansar algo.

—Tampoco has comido nada, ¿cierto?

Negó con la cabeza, después alzó su mano y con el dedo índice y sin dejar de mirar el techo, comenzó a dibujar algo en el aire mientras movía los labios pero sin pronunciar palabra alguna.

—¿Qué está haciendo? —preguntó extrañado Neón al ver su comportamiento.

—No te preocupes, está meditando, viendo las posibilidades de descifrar el archivo recordando los diagramas que utilizó y los que pudo utilizar.

—¿Y puede hacer eso? —se sorprendió el chico sin dejar de observar al mayor con admiración. Él podía hacer eso y hasta tomar fotos, pero eso era gracias a la tecnología que tenía en su interior.

—Tiene algo así como memoria fotográfica —comunicó ella y después, cambiando de tema, preguntó al joven —¿Quieres acompañarme a comprarle algo a Riz?

El joven miró por unos segundos a Eva y después puso su mirada en Calomela. No estaba del todo convencido de quedarse solo con él, le agradaba, pero sentíase muy asustado cuando estaba con el hombre. Temeroso de que lo volviera a obligar a que se acostara en alguna extraña máquina. Así que por eso aceptó en acompañar a la mujer.

Eva se despidió de Riz, pero este aún estaba absortó en lo que hacía que pareció no escucharla, ya que no respondió nada. Fue algunos minutos después que salió de su trance cuando palmeó con fuerza sus rodillas y algo frustrado dijo:

—Demonios, el procedimiento que hice fue correcto. Creo que debo volver a ver el diagrama, Neón—se volvió a sus lados y no vio a nadie, se le había olvidado que se habían ido, dio un suspiró y volvió a mirar el techo.

Se volvió con rapidez a la puerta al notar la sombra de una persona frente a esta, observó a un hombre con una extraña capucha que le cubría el rostro. Riz se levantó de la silla, para acercarse a él y atenderlo.

—¿Se le ofrece algo?

Calomela se detuvo en seco al ver como aquel hombre se destapó revelando su rostro, un rostro mitad robot. Lo miró atónito, era igual que Neón, solo que una “versión”, por llamarlo así, más antigua, ya que sus partes robóticas estaban a la vista.

—Sí —contestó Norez a su pregunta inicial —¿Dónde está Neón? ¡Contéstame! Sé que se encuentra oculto aquí. ¡Neón! —Ahora se dirigió al nombrado —¡Sal de donde quieras que estés! ¡Si no lo haces, mataré a este hombre!

—¿Matarme? —murmuró con nerviosismo Riz. El tipo vino a lo que vino, tragando saliva para tranquilizarse y demostrar que no estaba tan asustado, mencionó: —No hay nadie aquí con ese nombre. Estoy solo, ¿no lo ves?

—Eso es lo que veo —la fría mirada de Norez se posó en Calomela —¿Dónde se esconde esa sabandija cobarde? —dio un par de pasos hacia adelante, lo que provocó que Riz retrocediera, al poder leer las intenciones del hombre. Corrió. Norez hizo lo mismo, pues no iba a dejar que se escapara.

Afortunadamente el lugar estaba llenó de esquina a esquina de varias pilas de piezas y eso hizo que Riz se perdiera de la vista del asesino, lo que provocó que Norez fastidiado, comenzara a arrojar y patear las montañas mientras caminaba y maldecía una y otra vez. Riz se escabullía lentamente evitando hacer cualquier insignificante ruido que no fuera el metal al caer al suelo. Era cuando el ruido seco que producían los instrumentos al caer, cuando Riz se podía mover libremente. Su objetivo era llegar a la puerta, y salir corriendo en busca de Eva y Neón y tal vez huir de la ciudad Del Comienzo; se habían involucrado en un asunto muy peligroso.

Lleno de frustración por no poder encontrar al dueño del taller, Norez empezó a arrojar las cosas con gran fuerza e ira y algunas cosas lograron rozar a Riz.

—¡Sal de donde estés! —gritó como si de esa manera, Riz se dejara mostrar. Al dar una leve vuelta se percató de la enorme entrada. No era estúpido, así que trotando, se puso en medio de esta y miró dentro del taller. Riz maldijo en su interior, y lanzó doble maldición a la inteligencia de Norez.

—Escucha bien —Riz posó su atención en la voz del hombre mitad robot—, no dejaré que salgas de aquí. Debido a que no quieres cooperar conmigo, tendré que destruir este asqueroso lugar junto contigo. ¡Lo explotaré!

Las palabras quedaron suspendidas en el aire y Riz se mantuvo quieto en su lugar, sintiendo como su corazón latía con gran fuerza. El sudor resbalaba sobre su frente, nervioso, sintiéndose impotente de hacer algo por él y por los demás. Su mente más que preocuparse por él, se preocupó por los jóvenes, deseoso que no llegaran en ese momento. Debía pensar en alguna solución para salir de allí y advertirles, pero el miedo fue traicionero y bloqueó su pensamiento.

¿Qué debía hacer?

¿Cómo escaparía de él?

Su mente se desbloqueó, pero no para encontrar la respuesta a su situación, sino que sus pensamientos fueron saturados de imágenes de cuando era niño. Su vida comenzó a mostrarse frente a sus ojos.




Capítulo 14
Riz Calomela

Riz contaba con siete años de edad y como acostumbraba después de salir de sus estudios, iba al taller para estar con su padre, ya que su casa siempre se encontraba sola. Desde que tenía uso de razón, siempre había deseado ser un profesor y eso se lo contó a su progenitor y él estuvo de acuerdo con esa decisión.
El señor Calomela nunca estuvo en desacuerdo en que su hijo trabajara diferente a lo que él hacía, pero un día eso cambio, cuando el señor Caleb salió y dejó al joven que cuidara el taller e informara a cualquiera que viniera que él no se encontraba, que volviera después. A los minutos, un hombre de edad madura asomó al lugar.
—¿No se encuentra el señor Caleb? —preguntó.
—Lo siento señor, pero por el momento no se encuentra, estará aquí dentro de media hora.
—No creo poder esperar tanto —informó el hombre con preocupación y casi por un momento, Riz pudo escucharlo suspirar. En seguida mostró un juguete —Mi hijo y esposa vinieron a visitarme desde muy lejos para presentarme a mi pequeño nieto, tan solo consta de un año —sonrió ahora —Ellos se irán dentro de una hora y deseaba regalarle este juguete a mi nieto. Desafortunadamente esta estropeado por un accidente y quería dárselo en persona —se escuchó provenir de él un suspiro de frustración —Creo no se podrá.
—Permítame, creo poder ayudarlo.
—¿Estás seguro?
—Claro. No por nada soy hijo de Caleb Calomela —mencionó con tono orgulloso.
Tomó el juguete y comenzó a abrirlo para darle un vistazo. No estaba del todo seguro si funcionaría, pero aun así lo intentaría. Siempre había prestado atención a todo lo que su padre le decía como mera costumbre, además de que había estado leyendo algunos manuales, después de todo, una vez terminaba de hacer sus quehaceres escolares, tenía mucho tiempo libre y ese tiempo lo aprovechaba para leer algunos manuales o guías de motores o equipamiento. En cierta forma ese trabajo llamaba mucho su atención. Y con eso en mente, al transcurso de varios minutos, el joven encontró la falla, tomó los instrumentos necesarios y la reparó. Le devolvió el artefacto. El hombre le agradeció mucho tras haberlo probado, al parecer sí funcionaba. Iba a pagarle, pero como Riz no tenía idea de cuánto debía cobrar y además no estaba seguro de que funcionaría, le mencionó que volviera al día siguiente y hablara con su padre de eso.
Así, al otro día, cuando las puertas de lugar fueron abiertas, el señor volvió.
—¿Mi hijo lo reparó? —preguntó con sorpresa el progenitor, sin comprender mucho cuando tomó la IV del hombre para cobrarse —¿No le ha dado problemas?
—Por supuesto que no. Hablé con mi hijo y mencionó que el juguete funcionaba de maravilla.
—¿De verdad? —cuestionaba incrédulo el hombre, y es que nunca había visto a su hijo hacer algo así. Ante su expresión, el hombre rio.
—Claro, bueno, eso se esperaba de su hijo, será un muy buen sucesor de su negocio. Sabe muy bien lo que hace.
—Sí, lo veo —habló observando la IV, la que cogió y registrándola en una máquina especial, le cobró. Una vez el hombre se fue y su hijo hizo presencia en el taller después de que sus clases terminaron, se dirigió a él.
—Hijo, un hombre vino a pagar algo que reparaste ayer.
—¡Oh! Es cierto —se sorprendió el niño al recordar que no le dijo nada el día anterior.
—¿Qué opinas de lo que hago?
—¿De tu trabajo? —Se encogió de hombros —Es interesante —más que una afirmación, pareció una pregunta.
—¿No has pensado en intentar lo que tu padre hace?
—Yo quiero estudiar otra cosa.
—Lo sé hijo, pero intenta esto, te gustara, ya verás. Después de todo eres sangre de mi sangre —rio divertido —Eres muy listo y aprendes con vista, práctica y lectura. Inténtalo.
Después de esa conversación, Riz lo intentó, pero con la intención de solo probar y ya, pero poco a poco fue arrastrado a ese trabajo y cuando menos acordó, ya está a cargo de todas las reparaciones. Le gustaba, pero aún muy en el interior, su deseo de ser profesor nunca desapareció y había días en que sentía resentimiento hacía su padre y a él mismo de no haber perseguido su verdadero sueño.
La realidad puede ser fatal, pero en otro mundo alterno puede que sea diferente a la original. Tal vez permitir que alguien viva un poco más de tiempo, un día, dos semanas, tres meses…

“Y en ese mundo alterno, eso era en lo que Riz pensaba, ¿Cómo hubiera sido su vida ahora, si fuera profesor? No obtuvo respuesta, ya que estaba consciente de que el “hubiera” no existe. Se lamentaba, iba a morir sin haber intentado alcanzar su meta. Poco a poco sus pensamientos fueron interrumpidos al escuchar las pisadas de su verdugo, se mantuvo en silencio sepulcral, teniendo su sentido del oído más atento. El total silencio que reinaba en ese instante, hacía que él se diera cuanta de donde estaba Norez. ¿Qué podía hacer? Esa pregunta invadió su mente paralizándolo y la respuesta aún más. Nada. No podía huir, el tiempo perdido de él, fue tiempo ganado para Norez, quien descubrió su escondite.

Calomela rápidamente corrió para salir de allí, pero le fue imposible. Norez ordenó a su RV que se colocara frente a la entrada y así la bloqueara. Riz se detuvo y corrió a otro extremo, intentaría salir por la puerta trasera, pero el animal, por órdenes de su dueño, con su extensa cola tomó al hombre por el cuello con tal rapidez, pero zafándose, se escapó de su garra y deprisa salió disparado a la entrada, pero un golpe de parte del hombre a su costado, lo detuvo. Riz se tomó el lado afectado y quejándose no perdió la vista afuera, pero esta fue bloqueada por Norez, quien le proporcionó un golpe a su estómago, derrumbándolo y lo que incitó que escupiera sangre. El mitad robot se flexionó de rodillas y sin piedad agarró el cabello del hombre adolorido y estirándolo, lo obligó a levantar su vista y mirándolo a los ojos, le preguntó:

—¿Ahora me dirás donde se esconde esa sabandija? Si lo haces prometo que te mataré rápido.

Calomela lo miró con ojos retadores a pesar del intenso dolor que sentía. Ese acto de rebelión provocó náuseas a Norez, he hizo que se levantara y le diera un puntapié a la barbilla de aquella persistente persona.

Después de eso, Riz sintió como el frío metal presionaba poco a poco su cuello, impidiéndole que el aire llenara sus pulmones.

—Te lo advertí. No existen las segundas oportunidades —fueron esas las últimas palabras que escuchó, cuando comenzó a perder fuerza, ya no pudo luchar más, su vida comenzaba a abandonarle…”

Algo pequeño puede cambiar el rumbo original de una historia. Pero en nuestro universo, ese suceso nadie lo nota, porque realmente, eso nunca llegó a suceder en la línea del tiempo original.

Las pisadas resonaban claramente por todo el taller, dándole a entender a Calomela que se acercaba a donde él y también le avisaban que si hacía algún movimiento en falso, lo encontraría. ¿Qué podía hacer? Esa pregunta invadió su mente paralizándolo por un momento, pero la respuesta que tuvo fue una luz de esperanza. Aquel cuartito, ese lugar que su padre solía utilizar para guardar algunas cosas que eran un tanto toxicas o peligrosas. Cuando era niño, a él le encantaba esconderse allí, lo había llamado un “escondite secreto” que al final ya no era ni tan secreto, ya que Caleb sabía dónde encontrarlo cuando no lo veía. Siempre lo regañaba porque ese lugar no era seguro. Tras haber pasado las semanas, el cuarto dejó de utilizarse.

Ahora, Riz se encontraba cerca de allí, se deslizaría con cautela y entraría para refugiarse, arriesgándose, pues estaba consciente que a diferencia de cuando era niño, ahora ya no lograría caber muy bien. Cuánta razón tenía al llegar y abrir el compartimiento, era muy estrecho, aun así, con rapidez entró y como pudo se acomodó, pues los pasos del hombre se oyeron más cerca asomándose a donde minutos antes Calomela se encontraba.

Norez refunfuñó, creía haberlo encontrado, arrojó con fuerza toda aquella montaña de cosas. Cuando se tranquilizó, volvió a la entrada y pasó su mirada por todo el lugar, después levantó su mano robótica y agarrando su pulgar, lo zafó de la muñeca y miró una pequeña bomba. Realmente sus cinco dedos eran un detonante. Dentro de esta había un líquido vende que tras apretarlo con fuerza y agitarlo rápidamente, se volvió un azul cristalino. El hombre se alejó y a una distancia prudente, arrojó con fuerza la bomba dentro de la instalación y una enorme explosión invadió el taller, siendo consumido por las llamas, destrozando y derribando todo a su paso. Norez se alejó de allí. Si nadie quería cooperar, entonces no servía. Así dejó atrás un taller destruido.


Evarista y Neón caminaban dirección al taller, la joven llevaba una bolsa de comida rápida a Riz.
—Te preocupas mucho por Calomela, ¿verdad?

—Solo un poco. Es que no puedo dejarlo por un minuto porque a veces se llega a mal pasar y eso no es bueno para su salud —la joven se detuvo imprevistamente, lo que provocó que el menor que la acompañaba se detuviera. Miró en dirección donde los ojos de Eva observaban y se sobresaltó al escucharla gritar: —¡Oye, Ruber!

El nombrado desde el otro lado de la calle, volteó algo desubicado al escuchar que alguien lo llamó, miró a su compañera, y encaminándose a donde ella, la saludó muy campante.

—Hola, Eva.

—¿Cómo que hola? —La voz de Eva hizo que los varones retrocedieran estremecidos —¿Sabes cuánto intenté comunicarme contigo? No pude contactarte, estaba preocupada cuando Riz mencionó que fuiste al centro ayer.

El joven inmediatamente tocó todos sus bolsillos buscando algo, tanto los del pantalón como los de la prenda que vestía. No encontró su Pantalla y volviendo la vista a la de la joven, sonrió apenado.

—No la tengo. Debió caérseme u olvidado en mi departamento.

—¿Y por eso estuve preocupada? —se preguntó tras un suspiro.

El sonido de las sirenas de las ambulancias y bomberos se hizo presente por los cielos y las calles y eso provocó una corazonada mala a la mujer, por una extraña razón, subió su vista al igual que la de los varones y observó a las ambulancias pasar por arriba de ellos. Era extraño, estas iban al contrario de los otros vehículos de ayuda que deberían ir al centro. La mala presencia que sintió fue cierta cuando escuchó a un grupo de personas informar que hubo una explosión en el taller Calomela.

Eva no pudo evitar sobresaltarse y sin esperar más, salió disparada como alma que lleva el diablo. Los dos jóvenes fueron detrás de ella.

—¡Riz! —gritó a todo pulmón y llena de pavor cuando efectivamente, lo que menos esperaba ver, estaba presente a sus ojos. El taller estaba totalmente derrumbado, los oficiales mantenían apartados a la multitud que se había juntado para ver lo sucedido, mientras que algunos paramédicos estaban buscando entre los escombros a alguien. Mohs iba a cruzar el límite, pero dos hombres la detuvieron.

—No se permite acercarse, señorita. Manténgase alejada.

—Riz, él estaba aquí —a duras penas fue audible, ya que sentía la garganta adolorida. Neón y Ruber se acercaron y el último mencionó a los oficiales.

—Un amigo trabajaba aquí, por favor, permítanos ayudar a buscarlo.

—De acuerdo —aceptaron al final —Pero tengan cuidado donde pisan.

Así los tres se adentraron a la zona y emprendieron en ayuda de los rescatistas, buscando alguna señal que indicara que el hombre se encontraba bien. Neón activó su capacidad de infra-rojo que le permitía ver los cuerpos, también lo había utilizado cuando buscó a Eva. Comenzó a mover lentamente su cabeza hasta que pudo ver a Calomela.

—¡Allí esta! —iba a gritar, pero la voz de Ruber le ganó. Inmediatamente los hombres de rescate se dirigieron al lugar apuntado —Debe estar en ese lugar, recuerdo que había un cuarto.

Una vez sacaron aquella caja de los escombros, la abrieron con cuidado dándose cuenta que el hombre a quien buscaban estaba metido allí en una posición incómoda e inmediatamente lo mandaron a un hospital y mientras eso sucedía, ignoraban a Neón, quien alejado, estrujó un pedazo de papel mostrando una mueca de disgusto.


Capítulo 15
Lazos destrozados

La habitación, tan limpia como debía estar, impregnaba los olores de lavanda con mezcla de desinfectante. Debido a la mala posición en que se mantuvo, había perdido el conocimiento y por fin Calomela pudo abrir sus ojos para poder volver a ver la luz del día que iluminaba aquella habitación del hospital. La primera persona que distinguió fue a Eva, quien toda la tarde de ayer y la mañana de ese día se mantuvo sentado a su lado. Ella no evitó sonreír alegre al observar sus ojos cafés, algo confundidos, pero llenos de aquella luz de vigor.

—¿Cómo te sientes? —ella trató de que su voz no se notara tan preocupada.

Riz parpadeó un par de veces antes de contestar a la pregunta.

—Con náuseas —movió la cabeza para mirar el techo blanco —¿Cuáles son mis daños? —más que nada deseaba saber eso, ya que con el medicamento no podía sentir mucho.

—Dos costillas rotas y el pie astillado —comunicó sin evitar sonar triste. Al notarlo él, sonrió.

—Eso no es nada Eva, aun respiro, sanaré pronto. Por cierto —recordó algo que era para preocuparse y mirando el cuarto, preguntó:—¿Dónde se encuentra Neón?

Más que la pregunta, fue el tono en que la dijo que le resultó curioso a la joven.

—Afuera… no quiso entrar ninguna de las tres veces que le invité. Lo he notado algo inusual —lo último lo dijo en voz baja.

—Dile que tenga cuidado y tú también Eva —el hombre trató de incorporarse y así poder sentarse, pero Mohs lo detuvo, para que no hiciera esfuerzo innecesario —Escucha Eva, corren peligro.

—¿De quién?

—¿De quién más? De Klaus y Bel.

Eva lo sospechó, tenía un presentimiento que aquel ataque y explosión lo había provocado uno de ellos, pero se decía que había sido un accidente, cuando estaba consiente que Riz no era una persona “descuidada” no en lo que se refería a su trabajo. Ahora comprendió por qué la “extraña” actitud de Neón.

La mente de ella estaba esparcida al salir de las instalaciones tras escuchar lo que le mencionó Riz. Levantó su vista para posarla en la persona que buscaba, quien recargado en un barandal que hacía de separador entre la calle y el hospital, leía detenidamente un pedazo de papel. Recordó que lo había visto anteriormente checando una y otra vez aquel trozo.

—Neón —el joven se sobresaltó al escucharla y rápidamente guardando la nota, se viró para prestar atención a la mujer —¿Conoces a alguien que es mitad robot, igual a ti, pero un tanto antiguo ya que su partes robóticas se pueden ver a simple vista?

Neón abrió los ojos con asombro, Riz se lo contó, claro, debía saber que eso iba a suceder.

—Neón, responde —alzó la voz —Dime, ese tipo trabaja con Klaus ¿verdad? Él fue al taller por ti —para ese tiempo ya estaba sonando enojada, así que dando un suspiro, trató de calmarse al observar como Neón se limitó a inclinar la cabeza y recibir aquel regaño. La joven se pellizcó la nariz y es que no le agradaba verlo de esa manera, no en ese momento —Te están bancando Neón.

—Así es —habló —Su nombre es Norez y es indudablemente el “secuas” más leal de Val.

—Casi mata a Calomela —el joven asintió apenado —Sabe quiénes somos y no dejará de buscar hasta que te encuentre. ¿Qué se supone que debemos de hacer, Neón? —exigía una respuesta para la pregunta porque sintió un pavor al saber que ese peligroso hombre no solo iba detrás del joven mitad-robot, sino de todo aquel que estuviera ayudándole.

La joven se giró para darle la espalda y mientras caminaba a la entrada del hospital, preguntó para sí misma, pero el joven pudo escucharla con claridad.

—¿Qué es lo mejor?

La respuesta la sabía. Neón hizo una mueca de disgusto y dolor. Sacó de nuevo aquella nota que encontró intacta en el taller y la volvió a leer desconcertado.

“Neón, te espero dentro de dos días frente la estación Spart por la tarde. Si no te encuentro, mataré día por día a tus conocidos hasta que cambies de parecer”

Indudablemente era una amenaza de ese abominable hombre que hace mucho vendió su alma humana para dedicar su vida a aquella persona que lo había “salvado” de ser igual a los humanos. Norez era un Misántropo. A la única persona que respetaba era a Klaus Val, no más.

“¿Qué es lo mejor?” se preguntó aterrado al no poder huir, y el de ir a verlo. Ambas opciones eran malas. Debía proteger los archivos, pero también debía proteger a sus amigos.

—Mantener la calma —la voz de Ruber penetró su pensamiento y algo desubicado lo miró —No deberían perder la calma —aclaró.

No sabía lo que ocurría, pero pudo notar desde lejos que su compañera y él estaban mal.

—Lo siento —se disculpó al checar que el joven lo miró no con muy buena vista —No debo meterme en donde no me llaman, pero como los noté algo alterados… lo siento.

El menor pasó por un lado del chico de ojos de diferente color, el último se recargó en el barandal y siguió con su vista al joven hasta que se le perdió entre la multitud, enseguida, alzó la vista al cielo y recargándose más, mencionó para sí mismo:

—Parece ser que su relación va algo mal. Es una lástima —observó a la gente caminar—, parecían hermanos. ¿Qué estará sucediendo? —Algo importante estaba pasando a su alrededor y él no sabía de lo que se trataba. Por alguna razón quería saberlo y así poder ayudarlos, pero siempre lo excluían. No es como si le importara realmente, siempre ha estado solo, la primera persona que conoció y pudo entablar una conversación, fue con Eva Mohs.

Por otro lado, Eva aún estaba pensativa por lo que habló con Neón y es que ahora que su mente se había despejado, comprendió que le había dado insinuaciones al joven de que fue su culpa el que casi asesinaran a Riz, además que le indicó que estarían mejor sin él. Frustrada, se tocó las sienes con las palmas.

—Él no sabía que eso iba a pasar —habló Riz al casi leer su mente —Lo que sí sabíamos era que posiblemente al involucrarnos con él y apoyarlo algo malo iba a ocurrir —la miró con seriedad —Por lo menos yo así lo pensé y no estoy arrepentido de haberle dado mi apoyo.

—Yo tampoco —fue sincera, pero no pudo ocultar su miedo.

Ambos guardaron silencio al escuchar que alguien tocó la puerta, enseguida una voz varonil se escuchó:

—Hola, hola, ¿interrumpo algo? —aquella persona ingresó a la habitación, se trataba de Caleb Calomela.

—¿Papá? —Se sorprendió el hijo al verlo —¿Qué haces aquí?

—Cómo que “¿papá?” y como que “¿Qué haces aquí?” La señorita presente me llamó, además vi en las noticias la terrible explosión del taller —el hombre canoso se acercó a la cama y dejó un par de bolsas de cartón aun lado. Miró a su único hijo —Me alegra que estás bien, hijo. Me preocupé cuando observé las noticias, pero me alegré saber que estabas bien.

—Es una lástima que el taller se destruyera. ¿Qué hay en esas bolsas? —preguntó curioso.

—Eso es lo de menos —rio burlón —Y es un regalo, ¿qué más? Son libros para que no te aburras aquí.

—¿Libros? ¿Me trajiste libros? ¿Quién lee libros ahora?

El hombre miró con seriedad a Riz y casi enseguida sonrió.

—Tú, hijo. Señorita —se dirigió a Eva—, no le preste nada de tecnología, su trabajo ahora será el de leer cada una de esa obras literarias —Mohs rio divertida al ver el rostro de Riz. Lo había matado, no solo por eso, ahora sí que no trabajaría más en reparar robot y demás, eso sí que extrañaría. Se encontraba en una cárcel —Voy a la recepción —el hombre salió.

—Tu padre es divertido, le hacían falta esas vacaciones —comentó Eva.

—Pero a mí no —mencionó en susurró —¿Qué clase de libros trajo?

Eva comenzó a echar un vistazo a la bolsa y sacó un par de ellos y le entregó uno a él. Riz leyó la portada.

—2090 por Mago Ruíz. Una novela futurista. Es absurdo, en ese año había una de las guerras más largas y peligrosas —se quejó el hombre provocando que Eva rodara sus ojos —No había nada de futurístico en eso, la tecnología se había estancado. ¿No hay otra clase de libros, como manuales de RVs o MRs o algo así?

Eva negó.

—Puras novelas.

—¿Y quieren que lea esto?

Eva se levantó.

—Pues aprende a leer de todo.

Con eso se retiró de allí, dejando a un Calomela mirando extrañado aquel libro en sus manos.


Capítulo 16

Adiós Amigo



Las luces iluminaban elegantemente y con una belleza la ciudad Del Comienzo esa noche, dejando mostrar cómo la gente de las calles caminaban para dirigirse a sus hogares después de un largo día de trabajo o para ir a divertirse a los salones dedicados para ese fin. No muchos automóviles se observaban y la última línea del tren había dejado de circular un par de horas atrás. Entre esa gente, Norez deambulaba tapando su identidad para esconderse entre las sombras que dejaba un edificio y otro, observaba a los humanos caminar con aquella tranquilidad. ¡Ah, como los aborrecía! A pesar de que el aún era mitad humano, ¡detestaba y odiaba serlo! Le irritaba saber que aun contaba con esa inutilidad, así es como describía su mitad humana, pero estaba consciente de que si no fuera por esa mitad, no podría vivir. En  su mente siempre deseaba haber nacido como un robot completo, un “robot perfecto”. Envidiaba al futuro androide que su jefe creaba, él no tendría un talón de Aquiles, pero a pesar de eso, la admiración que sentía hacía Val cubría cualquier sentimiento y lo único que deseaba hacer era cumplir con lo que él le ordenaba, quería demostrarle que a pesar de su inútil mitad-humana, era fuerte y útil.



Por esa misma razón haría cualquier cosa para obtener los archivos robados. Debía tener a Neón en sus manos y para eso debía de obligarlo a que no faltara a su cita y por eso, debía provocarlo. Por eso entró a los servidores de la red y al ver en las noticias que Riz Calomela se mantenía a salvo en un hospital, pensó en ir a visitarlo.



Así, más tarde, se escabulló con tal sigilo a la zona del sanatorio y adentrándose a donde la caja principal de la luz,  la rompió y abriéndola, arrancó todos los cables y así provocar que todas las luces del interior se apagaran. Tras escuchar el bullicio del personal, aprovechó e ingresó. Algunas enfermeras entraban a las habitaciones de los pacientes para atenderlos, pues varios utilizaban maquinas que ayudaban a su estabilidad y estas funcionaban con electricidad. Otras ingresaban para tranquilizarlos, puesto que algunos aún no descansaban y preguntaban qué había sucedido.


El secuaz de Val ya sabía dónde se mantenía Riz, toda esa información la pudo encontrar en las noticias, era irónico como los humanos ponían sin ninguna preocupación cualquier información personal en las noticias. A un par de pasos antes de llegar, se detuvo al ver como una enfermera salió, ella se sorprendió al verlo.

—¿Quién es usted? —preguntó al fin tras no reconocerlo como un compañero de trabajo, ni siquiera como un paciente, no llevaba las ropas que los distinguían, pero tampoco se trataba de un visitante, la hora de visitas había terminado.

La trabajadora no escuchó respuesta, lo que obtuvo fue algo que la desconcertó, su vista se posó a una enorme y gruesa barra de metal que llevaba y como esta era levantada para ser posada en el hombro del hombre, después pasó su vista llena de incredulidad al rostro y el hombre le devolvió una sonrisa sádica. Exacto, a eso venía. La mujer dio un paso  atrás y estaba a punto de pedir ayuda pero no pudo, pues con rapidez, Norez, con su brazo metálico, la tomó por el cuello levantándola.

—No sería bueno que alguien más viniera —mencionó, la trabajadora comenzó a sentir que se asfixiaba, aunque aún trataba de pedir ayuda, pero solo se escuchaba su voz sofocada. Divertido, Norez la acercó a su oído para poder “escúchala mejor” —¿Cómo? Ah, eso… gracias por permitir la visita —y sin compasión, le rompió el cuello.

Dejando de lado el cuerpo sin vida de la enfermera, se dejó ver a Riz, ingresando a la alcoba. Riz abrió sus ojos tan grandes como pudo.

—Que difícil resultaste eliminar —mencionó el hombre sin corazón —¿Ahora me dirás donde se mantiene escondida esa sabandija? —Preguntó moviendo de un lado a otro la barra en su posesión, intimidándolo.

Riz tragó saliva con nerviosismo, pero a pesar de eso, tembloroso, contestó:

—No lo haré.

Tal respuesta molestó a Norez. ¡Los humanos y sus estúpidos sentimientos! Apretó con fuerza la barra y se acercó a la cama. Exigía un castigo.


La joven Mohs corría por las calles desesperada, sintiendo como su corazón latía a mil por hora y no era precisamente por lo agitada, más bien por la llamada que había recibido de Neón, quien le mencionó que con urgencia debía ir al hospital donde Riz fue internado. Algo negativo vino a la mente de la joven en ese momento al escuchar la voz triste y hueca del joven, se imaginó lo peor. Al llegar ingresó rápido y comenzó a subir las escaleras, ignorando a los enfermeros, disminuyó su paso a unos metros de la habitación de Riz y allí pudo notar como Neón, recargado en el umbral de la puerta, observaba adentro. Eva tragó saliva, esperaba que él volteara y la viera, pero no lo hizo a pesar de que ya sabía que estaba allí. Se detuvo a escasos centímetros del joven.

—Lo siento.

Esa disculpa provocó que lágrimas salieran de los ojos de ella y con ojos húmedos miró dentro de la habitación, observando con sus propios ojos aquel cuadro. Riz estaba atravesado por una barra de hierro sobre la cama. Un par de doctores se mantenían parados esperando algo. Eva se adentró temblorosa y cuando uno de los doctores la vio, preguntó:

—¿Es su pariente?

Ella no contestó, se acercó y se inclinó de rodillas, y comenzó a llorarlo, sin poder creer lo que veía. Calomela había sido asesinado de la peor manera. Según los expertos, no murió al instante, no hasta que se desangró completamente. Todas las personas estaban preocupadas. En Del Comienzo estaban ocurriendo una de las peores crisis. La investigación de un homicidio se le sumó a lo demás. ¿Qué es lo que estaba ocurriendo? Se preguntaban.


El ambiente era tenso. Pocas personas fueron al funeral del hijo de Calomela, tan solo aquellas personas que lo llegaron a conocer muy bien. Además, Caleb no quiso hacer algo tan grande, la habitación no era grande, Eva miraba el ataúd de su amigo desde la puerta, aun no podía creer lo que sucedió. Se limpió un par de lágrimas que escapaban de sus ojos grises-azulados, había perdido a un gran amigo. Caminó para acercarse al otro extremo, no había dejado de llorar desde la terrible noticia, miró a Caleb sentado en la fila primera observando con mirada perdida el féretro. Su rostro demacrado delataba que él había llorado mucho más de lo que ella pudo hacerlo.

—Riz —murmuró pasando sus dedos por el ataúd con suavidad, deseosa de que le respondiera: “¿Qué sucede?” volver a escuchar su voz. Pero sabía que eso no ocurriría. Deseaba verlo por última vez, pero no tuvo el coraje de abrir la caja, no quería observarlo tan pálido y sin vida. Deseaba recordarlo como él era. Jovial, distraído y lleno de vida. Abrazó el ataúd y volvió a llorar incontroladamente —Adiós, amigo.

Una vez el funeral terminó y enterraron a Riz, la joven Mohs fue directamente al lugar que alguna vez fue el taller Calomela. Sus ojos rojizos observaban el terreno solo, las máquinas habían limpiado todo. El dueño era el señor Calomela, pero tras escuchar una conversación, se dio cuenta que estaba por vender el lugar. Antes de que eso sucediera, ella fue, de alguna forma para despedirse, pues aquel lugar se había convertido en su segundo hogar, casi siempre se la pasaba allí.

Estaba tan absorta en sus recuerdos, que no notó que Ruber, como Neón, la habían seguido desde el cementerio, pero se mantenían alejados de ella para no perturbarla, tan solo se limitaban a observarla desde lejos. Ambos preocupados por ella, pero más que nada, el último sentía una tremenda culpa. Todo había sido su culpa, nunca debió aceptar ayuda de nadie, cualquier persona que estuviera  a su lado corría peligro. Ruber percibió un extraño sentimiento que emanaba del menor y lo observó de reojo, notando que este miraba con detenimiento una hoja arrugada, movió los labios sin escucharse nada, ese día era el día de la confrontación. Miro en dirección a Eva, si escapaba era probable que le hicieran algo a ella.

Maldijo a sus adentros y estrujando el recado, lo tiro para pisotearlo con frustración y dando media vuelta, caminó dirigiéndose al lugar de encuentro. Por otro lado, Ruber alzó su brazo como reacción de detenerlo y así preguntar lo que le preocupaba, pero el menor se fue sin más.

—¿Neón? ¿A dónde vas? —preguntó una vez ya se había marchado, arqueó su ceja y del suelo tomó el papel que había tirado Neón, lo desdobló y comenzó a leerlo. Al terminar, levantó la vista en dirección  a donde el menor desapareciera, para después dirigirla adonde Eva se mantenía.
  
Capítulo 17
Neón vs Norez

Una habitación completamente oscura, Klaus se mantenía sentado frente a un escritorio, el que era iluminado por una pequeña lámpara que dejaba ver lo que hacía. En sus manos tenía algunas piezas que servían para completar lo que estaba armando, una pistola que cabía en su mano con facilidad, estaba a punto de terminarla, tan solo faltaban algunos menores.

Su vista dejó de prestar atención al soplador que utilizaba para soldar piezas, al notar que recibió una llamada, movió su mano hacia al aparato de llamadas y lo accionó y por medio de un audífono escuchó a Norez decir:

—Jefe —Klaus no respondió, dejaría que el hablara de sus “planes” —, muy pronto tendré en mis manos los archivos hurtados. Por fin tendré una revancha con el mocoso traidor y estoy seguro que vendrá a la cita —su voz se escuchó segura, ya que lo que había hecho esa noche fue el “sello” —Ah, ya está aquí.

La llamada finalizó y Klaus, quitándose el audífono, no le dio mucha importancia. Sonrió a sus adentros al imaginarse la confrontación. Ya estaba decidido el ganador, Norez no era capaz de ganarle a Neón y bien lo sabía él, ¿quién conoce mejor a la creación que el creador? Norez era un imprudente e impaciente, ya quería robarle a la fuerza a Neón aquellos archivos, pero lo dejaría hacer lo que le viera en gana. Además, el joven fue una renovación del viejo, o sea, Norez. Por ello, como había estado haciendo desde un principio, si su ayudante no detenía al joven, recurriría al plan B, por si acaso. Por el momento se mantendría informado de la pelea.


—Vaya, vaya, ¿a quién tenemos aquí? —exclamó con son de burla Norez al joven, por otro lado, la burlona voz del hombre nunca le había irritado tanto a él, no como ese día, no se sentía con ganas de siquiera querer oírlo o verlo.

El enojo que emanaba Neón reflejaba que no perdonaría aquel hombre que había osado interrumpir la paz de sus amigos. Esa mirada penetrante hacia Norez provocó que este se diera cuanta que era la primera vez que lo veía de esa manera. Dejó de reír y se serenó.

—¿No te gustó el regalo que te envié? Lo hice especialmente para ti.

—¡Norez! —La voz de Neón se escuchó con una dureza inusual —Has hecho cosas terribles, conozco tu naturaleza, pero —la última palabra fue pronunciada con cólera—, nunca perdonaré que hayas lastimado a mis amigos. ¡Eso nunca!

—¡Deja de decir sandeces y demuéstrame tu coraje!


El joven de cabellos de diferente color se acercó a la joven dolida y colocándose a su lado, contempló lo que ella veía; nada realmente. Miró de reojo a Eva deseoso de consolarla, de decirle buenas palabras, pero no era bueno con ello, no sabía que decir en aquellas circunstancias, pero recordó que había escuchado que no era necesario expresar algo, que con solo estar al lado y demostrar apoyo, era suficiente.

—Yo estaré aquí, Eva —mencionó —No estás sola, también te apoya Neón, estaba aquí hace un momento, se tuvo que ir apresurado.

—¿A dónde?

—No estoy seguro, pero se observaba enojado.

—¿A dónde fue, Ruber? —se giró preocupada, por un momento pensó que se había ido para siempre, que nunca lo volvería a ver, y antes de que partiera deseaba disculparse.

Sin pensarlo dos veces, tomó al joven por los brazos para comenzarlo a zarandear deseando que le dijera por donde se había ido el menor. Por otro lado, Ruber dudó en decirle, pero al verla insistente, le entregó aquella hoja arrugada viniéndosele a la mente que era parecida a la que Neón tenía. La desdobló sin saber lo que leería, así que cuando lo hizo, se quedó impresionada, Neón no se había marchado  de la ciudad, había ido a enfrentarse con aquella persona.

—Él no puede… —dio un paso con la intención de ir al lugar citado y darle alcance para detenerlo; no deseaba perder a nadie más, pero no pudo seguir, ya que Ruber la detuvo al tomarla del brazo. Eva viró su rostro para encararlo.

—No vayas, Eva —le advirtió con voz calmada y serena —No sé lo que sucede, pero es peligroso el que te involucres. No deberías  ir.

Ella trató de zafarse de él, pero Ruber la volteó para sí y tomándola del otro brazo, la miró fijamente, decidido de no dejarla.

—¡Suéltame! ¡Déjame! —era en vano, el joven era mucho más fuerte.

—No irás Eva —ordenó —No lo hagas —trató de soltarla para que se apaciguara, pero ella, al sentirse liberada, sin pensarlo dos veces, abofeteó al joven sintiéndose ofendida por como le daba órdenes, ella ignoró la fría mirada por parte de él.

—Debo detenerlo, no quiero que le suceda nada. ¡No estoy lista para eso! No me importa si me odias Ruber, voy a ir.

El joven tan solo la miró alejarse. Ella lo dejó sin saber que aquellas palabras le hirieron más de lo que él pudo imaginar. Al perderla de vista, levantó su rostro hacía su derecha para descubrir un anuncio donde aparecía Belirio Fucus, no evitó lanzar una mirada de odio hacía la persona. Por culpa de esa persona, de ese ser viviente, todo a su alrededor estaba cambiando por completo. Entrecerró los ojos para poder mirar la desquiciada sonrisa que mostraba el anuncio. Al verlo, no podía evitar sentir… ¿Qué era? ¿Rencor? ¿Angustia? ¿Odio? ¿Miedo? No reconocía tal sentimiento que despertaba en su ser, pero una cosa se le vino a la mente como un rayo y se extrañó por ese pensar, era probable que Belirio Fucus muriera. ¡No! Él iba a morir, definitivamente eso iba a suceder, otro sentimiento extraño lo invadió, todo estaba planeado, era un plan siniestro de un hombre.


La batalla había comenzado, la tención de ambos se observaba alrededor de ellos. Neón fue el primero en atacar, lanzándose contra su enemigo para emboscarlo, pero Norez vio su movimiento y supo que lo abrazaría, por esa razón, cuando el joven se acercó, él se agachó y lo abrazó tomándolo de los muslos, pero en el momento en que se agachó para tomarlo, Neón lo agarró de los costados, al sentirlo, el hombre planeó erguirse un poco para azotarlo contra el suelo, pero ante la primera inclinación, el joven tomó impulso para colocar sus plantas de los pies sobre los robustos hombros de Norez y los usó como soporte dando un brinco para alejarse de él, volvieron a quedar frente a frente.

—Eres bueno, niño —mencionó el hombre con nada de gratitud, todo lo contrario, Neón sería un buen oponente. Estaba capacitado para mantener una buena pelea. Klaus debió implantar en su memoria ataques y defensas. Por eso tenía que atacar con prudencia —Lástima que  sea tu último movimiento —gritó.

Neón no se hizo esperar, quería terminar esto rápido, así que corrió de nuevo para proporcionarle una patada, pero Norez leyó su movimiento. ¡Fue fácil! En el momento en que levantó la pierna el joven, Norez se inclinó lo más que pudo deslizándose un poco adelante para golpear la única pierna que Neón equilibraba, provocando que desequilibrara, pero él alcanzo a estabilizarse sosteniéndose solo con sus manos, levantando sus piernas al aire, así en esa posición, hizo un giro sobre su eje dándole una patada a su enemigo en pleno rostro.

Norez dio un paso hacia atrás mostrando una rabia, ¿lo estaba subestimando? Era mejor de lo que creía. Neón volvió a su posición y sin esperar a que su enemigo se recuperara, se lanzó contra él para darle otra patada, Norez incrédulo bloqueó con sus brazos el ataque, pero eso no hizo que el menor se detuviera para lanzarle  un derechazo, pero el mayor no iba a permitir que un niño le volviera a dañar, así que con su antebrazo desvió el golpe de Neón dándole la oportunidad de tomarlo del otro brazo y se lo torció para después darle tres golpes en el costado.

Ante esos brutales golpes, Neón lanzó un grito de dolor y al sentirse un poco liberado, se zafó de él y rápidamente se giró para verlo cara a cara, pero al hacerlo recibió un puñetazo en la boca del estómago que le sacó el aire. Aprovechando su debilidad, el mayor tomó al joven del cuello con su brazo izquierdo y lo levantó para obligarlo a mirarlo a los ojos.

—¡Maldito! Me diste un golpe y no te lo perdonare.

Neón tomó con sus manos la muñeca de su agresor y trató de zafase, pero le fue imposible, comenzó a perder aire y por ende, la  fuerza. El mayor sintió rabia hacia él y deseaba aplastarle su pequeña cabeza, pero no podía hacer eso, ya que perdería los archivos y antes que nada debía recuperarlos. Klaus había hecho que los archivos solo se pudieran copiar o pasar a otra computadora o Pantalla que fuera fabricada por él. En pocas palabras, con cualquier otra provocaba que sufriera un apagón, parecido al que sufrió el taller Calomela.

Así que del brazo de Norez, por unas ranuras salieron unos cables que se dirigieron lentamente hacia el joven. Esos cables se implantarían en la memoria de Neón para robar los archivos. Estos seguían subiendo a su cuello para después subir a sus mejillas, y Neón, con cada segundo, se sentía más agotado. Todo terminaría aquí.

—¡Neón! —el nombrado reconoció aquella voz. Norez se giró para ver a Eva detenerse a varios metros de allí.

Capítulo 18
Fin de la Batalla, el Comienzo de la Guerra

La voz de la joven llegó hasta él y su tono le anunció que no podía dejar de luchar, no podía darse por vencido tan fácil. Tenía cosas que hacer como el de no permitir que nadie más resultara herido, estaba comprometido a evitar que más personas perdieran la vida. A su mente llegaron recuerdos de Riz. Él, pensar en él indujo que un sentimiento de fuerza creciera en su interior. Sus ojos reflejaron un profundo odio hacia Norez, quien se mantenía ajeno a sus emociones, ya que miraba hacia donde Eva.

El joven, aprovechando esa distracción, metió su mano a una de las bolsas del pantalón y sacando una pequeña daga, que había guardado de antemano por si la necesitaba, con todas las fuerzas enterró el instrumento en el brazo de Norez, quien se dio cuenta de que la muchacha era mera distracción. Sintió un dolor inimaginable. Soltó a Neón y tomándose la parte afectada, gritó más que adolorido, furioso.

Desde el suelo, Neón tomó aire, el que comenzaba a faltarle, alzó la mirada al hombre que aun gritaba. Del brazo salía una especie de gas que el dueño trataba de detener, pero era inevitable, le había dado en un lugar vital. Fue allí que Norez se dio cuenta que no fue un golpe al azar. Neón sabía con exactitud en que parte debía dañar. Eso creó que el enemigo se sintiera avergonzado. Neón se levantó y Norez le lanzó una de sus más rudas miradas.

—¿Por qué? —susurró Neón en tono bajo —¿Por qué tuvo que ser así? —Por primera vez, Norez sintió algo inusual dentro de él, al mirar al chico. Sin duda alguna se refería al humano que había asesinado.

Pero no iba a permitir que lo siguiera humillando, así una vez que el gas dejó de fluir, con la otra mano trajo consigo a Neón e iba a proporcionarle un golpe, pero tal movimiento lo bloqueó el menor colocando su palma, deteniendo el puño del hombre. El rostro de Norez se distorsionó por la ira y lo lanzó con fuerza, pero Neón obtuvo equilibrio. Después se fue contra Norez lanzándole golpes y patadas como todo un experto en artes marciales, Norez esquivaba algunas, pero lamentablemente no todas, algunos llegaban a su cuerpo y hasta pleno rostro.

Así los dos entraron en una especie de trance, hasta Eva, quien aún seguía mirando, pudo notar tención y concentración en el ambiente. Los ojos de ella se llenaron de asombro al ver al joven pelear de esa manera, nunca se había imaginado que peleara tan bien, así que después de todo, no fue necesario que lo detuviera. Neón sabía lo que hacía y tenía lo más importante para enfrentar a Norez, era mitad robot.

En uno de los tantos golpes que se lanzaban, Norez, fastidiado y fuera de control, sin poder creer que ese niño era igual o más fuerte que él, lanzó un puñetazo con su brazo de acero en dirección a su rostro, con la intención de noquearlo, pero, como si fuera en cámara lenta, Neón vio su movimiento y desplazando el puño de su contrincante hacia arriba con su mano izquierda, lanzó el puño derecho propinándole un golpe en la quijada.

Al recibir el golpe, Norez dio pasos hacia atrás, mareado, permitiéndose erguirse solo cuando el mareo lo dejó, entonces se acercó al joven preparado para regresarle el ataque, haciendo un movimiento rápido, lo que hizo que Neón lo perdiera de vista y colocándose detrás de él, le hizo una llave tomándolo del brazo. Sin piedad, Norez colocó su enorme mano en la cabeza del joven y lo inmovilizó obligándolo a agacharse y su furia era tanta que deseaba en ese preciso momento romperle el brazo y eso precisamente es lo que iba a hacer, pero no contó con que el chico comenzó a agacharse más y más abriéndose de piernas y ese movimiento hizo que fuera Norez quien perdiera el equilibrio al sentir que caía adelante y no tuvo opción más que soltarlo. Pero no tomó en cuenta que en su posición, el menor recargó sus manos sobre el piso e impulsándose, levantó las piernas hacia atrás dándole un golpe con los pies a Norez en pleno pecho, incitando que se quedara sin aire.

El mayor retrocedió asombrado e incrédulo, sacó un arma, una pistola que lanzaba plasma. Al verla, el chico corrió al lado contrario y Norez mostró una sonrisa de satisfacción, por fin volvía a tener el control sobre la pelea.

—¡No corras, cobarde! —gritó el hombre mientras apuntaba el arma y la activó, cargándose el plasma rápidamente, el que dirigió a Neón, pero antes de que el mortal plasma lo alcanzara, Neón arrancó con su brazo derecho la tapadera de una alcantarilla y la usó como escudo, dando el líquido en esta, derritiendo el metal ahí donde impactó, y a una velocidad increíble, lanzó la tapadera contra Norez, quien al verla, como acto reflejo, ubicó su brazo como escudo y los metales golpeando entre sí, produjeron un brote de chispas y un escalofriante sonido.

Por unos segundos, su mirada llena de sorpresa, miró la tapadera al caer al suelo, enseguida volvió sus ojos al frente, sorprendido de recibir dos patadas en el rostro por parte de Neón, quedando arqueado hacia atrás. El joven quedó por unos segundos parado en la cara de Norez, luego se impulsó hacia atrás y con una maniobra en el aire, cayó al piso de pie.

Por otra parte, los ojos desubicados del mayor miraron el cielo azul, se enderezó para encarar a Neón, dándose cuenta que su rostro estaba muy serio y que sus ojos cafés reflejaban indiferencia. Sintió también que de él emanaba una extraña energía. ¡Era imposible! Esos ojos reflejaban una sentencia, estaba decidido a matarlo.

—Lo mataste —siseó el joven casi inaudible por la furia que sentía y esta creó un nudo en su garganta al recordar a Calomela —Lo mataste —gritó ahora —¡No te lo perdonaré! ¡Nunca lo haré!

Dando un brinco, corrió para acercarse a su enemigo, pero esta vez, por impresionante que pareciera, Norez soltó el arma y en vez de ponerse en guardia para seguir luchando, corrió en dirección contraria. El joven, sorprendido por esa reacción, se detuvo.

—¿Piensas huir? —miró como Norez se dirigía a un edificio, atónito entrecerró los ojos “¿Qué piensas hacer?” se preguntó, solo una respuesta se le vino en mente, ¿acaso mataría a más gente? No lo permitiría. ¡Ya no! Ya no lo dejaría escapar, esta vez lo detendría.

Al primer paso, se detuvo en seco, sintió un extraño escalofrío, algo inusual. Percibió que alguien los estaba observando, miró a los lados con nerviosismo, después sus ojos se enfocaron en una cámara de vigilancia que descansaba en un poste, la contempló con un aire de recelo. ¿Klaus? Un estremecimiento invadió su columna al imaginarse como esa persona reía. Hasta pudo sentir como su desquiciada sonrisa atravesaba la cámara para llegar a donde él. Por un instante quedó petrificado, su mente comenzó a divagar, algo no andaba bien. Tuvo un mal presentimiento.

—Neón, ¿te encuentras bien? —fue la voz de Eva que lo despertó de lo que parecía un trance. La miró sorprendido, pues había olvidado que ella estaba en ese lugar, siendo espectadora de todo.

—¿Qué haces aquí? —preguntó con seriedad —No deberías estar en este lugar, es muy peligroso. Es mejor que te retires.

—Fue increíble —la voz de ella se escuchaba llena de admiración —Neón, no sabía que podías pelear así. ¡Fue impresionante! Aquel tipo te tuvo miedo, huyó…

—No, no es verdad —la áspera voz de Neón por un momento asustó a la joven. Ella dirigió su vista a donde el joven miraba, Norez ya no estaba a la vista —Él está tramando algo, por eso voy a…

Sus ojos cafés se abrieron como platos al dirigir su vista a la cima del edificio y notar que Norez se asomaba al borde y tomando impulso, saltaba contra un auto flotante haciendo que el automóvil volara descontroladamente y también que los otros carros se desviaran creando un accidente aéreo. Arriba del auto, el secuaz de Val rompió el vidrio y tomando al hombre que manejaba, lo obligó a salir y lo arrojó afuera. La altura era de varios metros y por esa razón el pobre hombre cayó sin más, tan solo escuchándose sus huesos crujir al caer contra el pavimento. Eva no evitó gritar al ver la escena.

—¡Corre! —gritó Neón al ver el verdadero propósito de su enemigo. El auto venía contra ellos. Como reflejo, el joven tomó el brazo de la mujer y la obligó a correr. Cayeron al pavimento cuando el automóvil impactó contra el suelo y desprendió piezas.

—¿Te encuentras bien? —Neón estaba más preocupado por ella que por él mismo. Eva se puso de pie y mirándolo, asintió. Después observó la pierna de él, dándose cuenta que estaba lastimado.

—Neón, tu pierna.

Él miró su pierna humana, donde tenía clavado un pedazo de metal, pero no le dolía gracias a la adrenalina que fabricó su cuerpo y si no fuera porque Eva lo mencionó, de seguro él ni siquiera lo hubiera notado. Estaba decidido a quitárselo.

—¡Espera! —Eva lo detuvo —No puedes hacer eso, si lo haces, desangrarás más rápido. Debemos llevarte a un hospital.

—Eso no puede ser, no puedo ir a un hospital —miró a sus lados —No puedo dejar a Norez así, debo detenerlo —sonrió cansado, por lo visto la adrenalina estaba terminando. Dio un par de pasos buscando a su enemigo, no debía perderlo de vista, pero al parecer lo hizo. El muy loco estaba en el auto al momento de chocarlo, pues a propósito lo había estrellado. Su mirada desquiciada fue evidente. No soportaba ser derrotado por un niño.

Algo lo tomó por sorpresa.

—¿A quién buscas, compañero? —escuchó detrás de él aquella voz desquiciante. Neón se giró para ver a Norez, el muy sinvergüenza tomó a Eva con la intención de romperle el cuello y la chica quedó inmóvil.

—¡Cobarde! —vociferó el joven, apretando su mandíbula al ver a su amiga como rehén.

—Entrégame esos malditos archivos y la dejaré libre —fue lo que atinó a decir, con una mirada totalmente perdida. Claro estaba que el menor no creyó en sus palabras, ¿creía que era tonto? ¡No la soltaría!

—No hagas caso Neón —dijo Eva con ojos lagrimosos, asustada. Su voz tembló, tiritó porque estaba aterrorizada y no quería morir, pero aun así, lo que decía lo decía de corazón. Prefería dar su vida a que esa persona obtuviera lo que quería —Corre, no te preocupes por mí…

—¡Ah! ¡Cállate! —un brusco movimiento hizo que ella guardara silencio.

—No la lastimes —advirtió el joven sin quitar su mirada del hombre.

—Entonces has lo que te digo.

—Primero suéltala —pidió —Después te los doy.

—¡Ja! ¿Y me crees estúpido?

—¿Y quieres que yo te crea a ti? —la voz de Neón se oyó desesperada.

Estaba claro que ninguno de los dos creía en lo que el otro decía. Aun así uno debía de ceder y por la mirada que ambos se lanzaban, ninguno estaba dispuesto a hacerlo. Norez lastimó a la joven para que gritara, lo que hizo que Neón apretara sus puños con fuerza y sintiéndose fútil ante la situación, suspiró con cansancio.

—De acuerdo —mencionó al final —Pero —miró a Norez—, la dejarás ir.

—Sí, sí, vamos, dámelos —la voz de él se escuchaba exasperada.

El joven se acercó para que así los cables de Norez se conectaran a su USB y así los archivos pasaran directamente. Del brazo del mayor, los cables volvieron a salir, solo que esta vez con más lentitud ya que el anterior ataque que sufrió por parte del joven, lo dañó severamente, sin contar el choque que sufrió minutos atrás, sin embargo, al acercarse el menor a Norez, no fue con la intención de pasar los archivos, pues era consciente del daño que sufría su enemigo y supo que estaba en desventaja, además de que por sostener a la joven con su brazo derecho, ese lado estaba descubierto y tomando esa ventaja, Neón velozmente extrajo el metal clavado en su pierna y lo clavó en el costado de su enemigo.

Con tal movimiento que no esperaba, Norez soltó a Eva, quien una vez se sintió liberada, corrió fuera de su alcance. Norez tocó su costado y observó su mano llena de sangre e incrédulo, echó un vistazo con su ojo llenó de lágrimas al joven.

—Aun sigues siendo humano —mencionó Neón con frialdad.

El secuaz mitad-robot se sentó en el piso y sus labios se transformaron en una mueca de miedo al sentir como la vida se desprendía de él. Iba a morir. Estaba muriendo. ¿Así se sentía la muerte? No quería desprenderse de esa vida que le otorgó Klaus, pero ya no hubo oportunidad para él, cayó completamente en el suelo, sin vida.

Habían ganado la batalla, pero apenas comenzaba la guerra. Klaus supo que su secuaz más leal fue derrotado, como pago su vida fue tomada, todo ese tiempo estuvo observando la pelea y a pesar de que sabía el resultado de esta, no evitó sorprenderse al ver que Neón era más fuerte de lo que él mismo pensó. Se levantó de la silla y atravesando la oscuridad de aquella habitación, salió, ahora le tocaba a él entrar en acción.



Capítulo 19
Un Mensaje Inesperado

Las autoridades no tardaron en llegar a la escena de los hechos. Las sirenas que daban paso a las patrullas y a las ambulancias invadieron las calles y llegaron a la zona de la estación Spart. Eva y Neón no esperaron a que las autoridades llegaran, se fueron inmediatamente de allí. No deseaban ser interrogados por la policía, siendo testigos de lo que ocurrió. Además que Neón no quería que el hospital lo viera, estaba empeñado en no cruzar uno, ya que sería un problema debido a sus partes robóticas.

Eva lo cargaba completamente, ya que el pobre niño no podía mantenerse en pie por toda la sangre que perdió. Lo llevó a su departamento. Allí, ella comenzó a aplicarle primeros auxilios, lo primero que hizo fue cocer la herida de su pierna.

—Estoy agradecida que no te haya pasado nada mucho más grave —mencionó ella terminando de cocer su herida —Aun así, insisto en que visites un hospital.

—Gracias por ayudarme —Neón sin aguantar más se recostó completamente en el sofá, sintiéndose listo para dormir en cualquier segundo —Eva, no entiendo por qué fuiste a ese lugar. Yo estoy agradecido de que no te haya pasado nada —sus ojos reflejaron tristeza y es que no soportaba recordar cuando Norez la tenía amenazada. ¿Qué hubiera sucedido si su plan no hubiera funcionado?

Eva se sentó en el suelo y recargándose en el sofá, comprendió el sentimiento del joven.

—Fue genial haberte visto pelear —fue lo que atinó a decir —Por un momento creí que no eras tú.

Neón se acomodó mejor, levantó sus brazos para mirar sus manos. Ahora que lo mencionaba, nunca había luchado con nadie; prácticamente esa fue su primera vez y debía de admitir que concordaba con Mohs. Cada uno de esos movimientos los tenía guardados en su disco duro, y al verse en la necesidad de usarlos, los utilizó. Fue como algo innato en él. Puso sus manos sobre su frente y recordó que Norez también luchaba de esa manera, pero la diferencia de lucha era mucha entre ellos dos, lo supo por el resultado. Entonces Val sabía de eso y aun así permitió que Norez peleara contra él, ¿por qué no lo detuvo? ¿Norez sabía que estaba en desventaja? Se frotó la cara con las manos, no debería estar pensando en eso.

—¿Estás bien? —El joven miró a Eva, quien se había puesto de pie.

—Quiero dormir —respondió abatido. Se giró para darle la espalda a su amiga. Tenía razón, merecía descansar, así que retirándose, ella se dirigió al baño para darse una larga ducha.

A pesar de que quería descansar, el menor no evitaba pensar en la confrontación. Recordó que había sentido que alguien los vigilaba. No cabía duda que era Klaus, supo el desenlace de todo, y aun así no hizo nada por detenerlo y eso que Norez era fiel; desde que lo conoció, siempre supo de Norez respetaba a Val. Una extraña ira se apodero de él.


Fue de esa manera que el día finalizó. Ambos jóvenes durmieron como nunca en su vida, descansaron muy bien y ninguno se levantó por nada hasta que el sol mostró sus primeros rayos a la ciudad. Eva, al terminar de vestirse, salió de su alcoba y se dirigió a la cocina; tenía mucha hambre. El día anterior no la había sentido por el impacto de lo sucedido; pero ahora era diferente, su estómago resintió, así que se preparó algo.

—Buenos días —saludo al ver a Neón con una toalla sobre su cuello, fue el quien la despertó, al parecer tomó un baño.

—Buenos días —regreso el saludo, tomó asiento en la cabeza de la mesa y esperó a que la mujer terminara de comer para decirle algo importante.

Eva notó eso, así que se dio prisa en terminar y preguntó lo que le sucedía.

—Sabes, Eva, estuve pensando detenidamente que me tengo que ir de aquí lo más rápido posible. Es mejor así, aprovecho que Norez ya no vive. Que yo sepa, Klaus no tiene a otro secuaz.

Eva agachó la cabeza para mirar el plató que antes tenía comida. Quería decir algo, pero el joven no la dejó, no estaba con ánimos de escuchar excusas.

—Eso sería lo más prudente. Yo soy algo así como una bomba de tiempo… —cerró sus ojos con fuerza para evitar que su ojo traicionero derramara lágrimas —Mucha gente a muerto por mi culpa. Toda una semana llena de muertes y catástrofes, y todo por mi culpa…

Mosh negó.

—No es tu culpa. Es culpa de Klaus, ese hombre que nunca debí nacer, ese maldito es el causante de todo ese dolor…

Ya no continuó más, no tenía caso decir eso, ¿quién lo sabía? Sólo tres personas… Aun así, trató de comprender sus sentimientos, debían serle una enorme carga esas muertes. No sería egoísta y dejaría que se fuera; aunque fue poco tiempo en que estuvieron juntos, ella ya lo quería como un hermano. Entre sus pensamientos, escuchó un peculiar sonido, era su Pantalla, al parecer había recibido un mensaje. Se levantó, se dirigió a tomarla y buscó el mensaje sorprendiéndose al ver el remitente.

—¿Ruber? —Abrió el mensaje y tras leerlo quedó atónita a lo que sus ojos leían —¿Cómo? ¿Por qué?

—¿Qué sucede? —se preocupó el menor y se acercó junto a ella.

Ruber se encontraba en su humilde departamento, uno muy pequeño. Había salido de darse una ducha cuando le envió aquel mensaje a su compañera de estudio. En él le decía que se iba a ir de la ciudad, no le explicó el porqué. La razón se la guardaría para sí; además, nadie la entendería. Hacía tiempo que quería salir Del Comienzo, pero no podía porque Efrin no lo dejaba salir, sentía responsabilidad hacia él. Esa voz en su cabeza que le retenía era para ir a verlo; ahora que no estaba, toda esa responsabilidad terminó. Ya tenía todo guardado. No era mucho a decir verdad. Tomó la bolsa, listo para salir cuando escuchó que alguien tocaba la puerta. No esperaba a nadie, ¿se trataría de la dueña del edificio? Estaba a punto de abrirla cuando se detuvo al escuchar la voz de Eva.

—¡Ruber, abre la puerta! Sé que estas allí adentro, me lo ha dicho la dueña —el joven de ojos de diferente color retrocedió, sí que era rápida —Ruber…

¿Por qué había llegado precisamente en ese momento?

—Explícame rostro a rostro la razón por la que me abandonas —la voz de ella se calmó un poco. Ruber se acercó a la puerta, pero no tenía la intención de abrirle.

—¿Por qué viniste? —preguntó.

—¿Por qué? —tal pregunta la molestó y es que a veces Corindo se mostraba tan frío —Porque no quiero que te vayas —golpeó la puerta como si de esa manera esta se abriese. —No quiero perder a otro amigo —dijo al fin con un nudo en la garganta. Se sentía tan vacía en ese momento. Todas las personas que apreciaba poco a poco se iban alejando de ella. Riz, Neón y ¿ahora Ruber? Ya no deseaba alejarse de nadie más.

—Eva… Yo… lo siento de verdad.

—¿Entonces por qué, Ruber? —un recuerdo del día anterior se le vino a la mente; en ese momento en que se reusó a obedecerlo de quedarse cuando quería ir por Neón le había dado una bofetada. ¿La odiaba por eso? —Lo siento… —se disculpó con voz apagada.

Ruber parpadeo varías veces, ¿ella se disculpó?

—¿Te disculpas? ¿Por qué? —si hubiera alguna persona que debía disculparse sin duda alguna era él.

—Por qué te golpeé ayer. Lo siento por eso. Vamos, abre y hablémoslo —siempre lo veía actuando de manera extraña y desde que lo conocía nunca le había preguntado cuáles eran sus angustias, sus preocupaciones, nada; a decir verdad no conocía nada de él, salvo su nombre.

Por otro lado, el joven sonrió mientras se acariciaba la mejilla que ella golpeó. “¿Por eso? Eso ni siquiera me dolió”

“No te preocupes por eso, Eva” quiso decirle pero lo que mencionó fue totalmente diferente.
—¿Por qué no quieres que me marche? —tal vez lo único que deseaba era saber que a alguien sí le importaba o solo quería saber la razón.

—No quiero perder a nadie más —alzó la voz con la intención de que él la escuchara. Y sí, a Ruber le sorprendió su respuesta, pero también a Neón, quien la había acompañado y todo ese tiempo se mantuvo en silencio. El menor miró a Eva; ya había perdido a alguien importante para ella y ahora él la iba a dejar sola.

Adentro en el departamento, Ruber miró por primera vez indeciso la bolsa de sus pertenencias y después la puerta. ¿Qué debía hacer? ¿Cómo debía responder? Tomó el picaporte; dudó en abrirla. Afuera, Eva escuchó un ruido y mirando el picaporte deseó que este girara.

—Abre, Ruber —murmuró —Abre la puerta.

—Eva —Neón apartó la vista del picaporte —Creo que… —guardó silencio al escuchar el picaporte y enseguida la puerta se abrió un poco, solo se mantuvo unos centímetros alejado del marco.

La mujer se sintió feliz, así que abrió completamente la entrada y así pudo ver el interior del departamento. Su felicidad no duro mucho, ya que a pesar de que el cuarto era pequeño no visualizo al joven de ojos de diferente color. Ambos espectadores dirigieron su vista al frente y notaron que se encontraba una ventana y estaba abierta. Rápidamente se dirigieron allí y asomándose, Eva notó la silueta del joven correr por la calle.

—¡Ruber! —fue lo último que escuchó el joven. Se detuvo, pero no se giró. Vio hacia adelante y segundos después retomó su camino.

—Maldición —refunfuñó Mohs incrédula de que a pesar de que abrió la puerta el sinvergüenza se escabulló por la ventana.

Neón miró a la joven algo enojada e iba a decirle algo, pero no lo hizo, pues sucedió algo inusual, recibió un mensaje a su procesador, lo que era extraño ya que nunca nadie había hecho eso; es más, ni él mismo sabía que tenía esa función. Extrañado, lo abrió percatándose de quién era el remitente y leer el contenido, quedó pasmado con sus ojos tan abiertos como un plato. Eva lo notó un poco más pálido y con la mirada perdida, extrañándose.

—Recibí un mensaje —tartamudeo, tragando saliva con dificultad—, de Klaus.

—¿Qué? —el miedo y la sorpresa que sintió el joven ahora fue transmitido a ella.

—Me espera en el museo de Fucus.

Un viento frío se coló por la ventana que aun permanecía abierta y envolvió a los dos jóvenes, quienes se mantuvieron en un silencio sepulcral.



Capítulo 20
Frente a Frente con Klaus Val

En aquellos momentos de silencio lo único que se escuchaba era el ir y venir de los carros ya que el edificio estaba construido precisamente en una de las calles del Cielo más concurridas. Lo que era más, nadie vivía en aquel edificio a excepción de la dueña, pero ella ya estaba medio sorda así que el ruido no le molestaba mucho; por eso era increíble que Ruber estuviera viviendo allí.

En la habitación se podía sentir la tensión de ambos jóvenes, como si se tratara de un rígido hilo a punto de trozarse con cualquier movimiento. Quien rompió el silenció fue Eva, al preguntar:

—¿Debemos ir?

—¿Eh? —por unos momentos Neón se sintió confundido, pero al comprender la pregunta de su compañera, contestó con rapidez: —¡Por supuesto que no! Debe estar planeando algo. Si voy… —Ni siquiera podía terminar la frase, pues no sabía que pensar —Se trata de una trampa —Atinó a decir al final—, debe esperarme rodeado por muchos MR que están a su merced.

—Neón —ella lo miró fijamente —Esta debe ser una oportunidad. Esa oportunidad que hemos estado esperando —¿De verdad se trataba de eso? Minutos antes ni siquiera pensaba en esa “oportunidad”.

Por su parte, Neón negó con la cabeza no estando de acuerdo con sus pensamientos.

—Está planeando algo. ¡Maldición! —¿Por qué se sentía de esa manera tan inútil? Deseaba saber lo que fuera que Klaus pudiera tramar, pero nada se le venía en mente. ¿Por qué arriesgarse a salir? Bueno, la cita sería en el museo Fucus y era una zona restringida.

—Sí Riz estuviera aquí, estoy segura de que pensaría en una solución —mencionó Eva sintiéndose triste, pero a la vez avergonzada porque no podía pensar en nada; comenzó a sentirse igual que el menor. Se agarró las cienes y las apretó con fuerza como si de esa manera algún rayo de luz iluminara su mente —¡Demonios! —Nada, sus intentos eran en vano —¿Por qué no puedo ayudar en nada? Riz tuviera una solución. Ahora mismo nos estaría diciendo qué hacer o qué no hacer —Sin darse cuenta, sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, abriendo su cicatriz al nombrar y pensar en Riz Calomela.

—Eva, tranquilízate —sugirió el joven al verla de esa manera. Compartía su sentimiento.

¿Por qué razón Klaus le envió aquel mensaje? ¿Por qué quería verlo? ¿Se trataba de una emboscada? ¿Las palabras en el mensaje eran ciertas? Además, del lugar privado donde se citó el encuentro, Val recalcaba que no llevaría ninguna especie de robot. ¿Sería esa “oportunidad” de la que habló minutos antes la joven? De una cosa estaba seguro y era que no tenía ni la más mínima idea de lo que pasaba por la cabeza de Val.

Tras pensarlo detenidamente, decidió ir. Fuera o no fuera una oportunidad, Neón se encararía de él o de quienquiera que fuera en su lugar. Así era, pensaba que mandaría a algún secuaz. Planearon algo, Eva se escondería y si podía, tomaría una foto si se trataba del mismo Val; a su vez, Neón llevaría escondido un micrófono que grabaría cualquier conversación que tuvieran. Así delatarían que Klaus Val aún estaba con vida y la grabación iba a ser una prueba sólida para que la policía interviniera e interrogara a Bel, y que así revisaran la fábrica principal donde seguramente estarían todos sus planes. Como fuera, estaban preparados para lo que pudiera venir.

De esa manera llegaron a su destino. Ese lugar era un tesoro familiar, por decirlo de alguna manera. Allí, el señor Fucus había hecho un museo mostrando todos los automóviles clásicos, de varios años de antigüedad; exhibía con orgullo sus vehículos, pero tras la muerte de él y la toma de la presidencia de su hijo, Bel cerró el museo convirtiéndolo en una simple cochera. No obstante, a pesar de que se encontraba cerrado al público, en ese momento la puerta se encontraba abierta, lo que indicaba que lo estaba esperando.

Entraron y sigilosamente Eva se escondió detrás de un carro del año 2100. Neón prosiguió y se detuvo en medio de la sala; miró a su alrededor. La zona era tan iluminado por tenues focos, así que la vista no era muy clara, pero eso no era problema para el menor. Al minuto, el eco de unos pasos se hizo escuchar. Neón se giró en dirección a donde el sonido; un hombre comenzaba a acercarse, hasta que se posó frente al joven. Neón entrecerró sus ojos con desconfianza.

—Belirio —pronunció.

—¿Bel? —repitió la joven sorprendida desde su escondite, donde podía escuchar la conversación. Miró su Pantalla; parecía ser que no necesitaría tomar fotografías. Neón, había tenido razón; Klaus no iba a mostrarse.

—Viniste de verdad —mencionó Bel dibujando una sonrisa.

—¿Qué estás haciendo tú aquí? ¿Dónde se encuentra Val? —Comenzaría con preguntas simples —Fue el quien me envió ese correo, ¿verdad? ¿Te envió él a cubrirlo?

—Espera, espera, muchacho —Bel alzó la manos indicándole al menor que dejara de hablar —Son muchas preguntas.

—Fucus, no sabes que estás siendo usado por él. Él solo te está utilizando…

—¿Por quién? —preguntó haciéndose el que no sabía.

—¡Por Klaus Val!

—¿De qué hablas? —Bel sonrió divertido. Esa sonrisa fastidio a Neón, ¿acaso estaba cubriéndolo?

—De la unión que formaron tú y él.

Belirio no pudo más y comenzó a burlarse de lo que escuchaba. Su risa llegó hasta los oídos de Eva.

—¿Se volvió loco? —se preguntó la joven. Se levantó un poco para poder distinguirlos.

—¿De cuál unión estás hablando? Ah —Fucus levantó su palma para evitar que Neón dijera algo —¿De esa alianza? —se encogió de hombros —En cierta manera, creo. Aunque trabajo solo.

Neón no pudo comprenderlo, ¿de que hablaba? Se estaba comportando extraño.

—Así es Neón, estás equivocado en una cosa —el hombre miró ahora con seriedad al joven —¿A quién esperabas ver? Esa persona está frente a tus ojos —estiró sus brazos al ver como la expresión de seriedad en el rostro de Neón se convertía en una de sorpresa —Está frente a ti. Así es. Yo soy Klaus Val.

“¿Hurtó su nombre?” pensó el chico por un instante, pero la respuesta a esa cuestión se escuchó cuando el hombre continuó:

—Belirio Fucus está muerto; yo me encargue de eso —Sonrió burlón ante la desorbitada expresión que mostraba Neón —Lo que hace la tecnología, ¿no? Me explicaré. Todo ha sido mi plan; desde el comienzo hasta aquí. Yo planeé mi muerte y también mi huida. Estuve fugitivo por dos años, pero daba pistas pequeñas para que las autoridades no perdieran mi rastro y fuera fácil para ellos dar conmigo. De ese modo, cuando me “descubrieran”, podía volver a escaparme y así sucesivamente por dos años. Luego, entré a una fábrica de experimentos, la que explotó, extraño, ¿no? La explosión hizo un daño severo al perímetro, desintegrando mucho terreno. Me dieron por muerto, pero no enseguida. Esperaron un tiempo antes de declararlo públicamente.  Al ver que no encontraban más pistas de mí, se anunció mi defunción.

“¡Hasta dónde puede llegar la estupidez humana! Me declararon muerto y hasta mostraron cuerpo; del que supuestamente extrajeron ADN y comprobaron que se trataba de mí; una prueba esencial. A continuación, me hice una cirugía para parecerme al queridísimo hijo del señor Fucus. Aprovecharía el hecho que Fucus deseaba de corazón que su hijo se interesara en su trabajo y tomando esa ventaja, me deshice de Bel. Aun así, estaba preocupado de que Fucus se diera cuenta de que no era Bel por, no sé, ¿su instinto paterno?

“Afortunadamente el hombre murió facilitándome el acceso, pero seguía preocupado. ¿La gente me aceptaría? Allí entra el testamento que dejó Fucus a su hijo, dejándole toda su herencia a él. Fingí sentir remordimiento por la muerte de mi “padre” y así retomar su trabajo, siendo el nuevo sucesor de la empresa. Todo según mi plan”

Cada una de las palabras que escuchaba, fueron un gran golpe tanto como para Neón, como para Eva.

—Ahora tú —Neón observó el dedo de Klaus que lo apuntaba—, has venido aquí. Otra cosa a mi favor. Claro, imaginé que tendrías algún plan para delatarme —miró en dirección donde Eva; luego volvió su seria mirada a Neón y puso su dedo índice en la sien izquierda —Todo está en pensar, Neón.

Aprovechando que el joven se mantenía en estado de shock tratando de carburar lo escuchado, Klaus sacó de su saco la pistola en la que había estado trabajando especialmente para usarla ese día. Fue entonces que Eva, saliendo un poco de su estado, salió de su escondite y gritó el nombre de Neón para advertirle, pero había sido demasiado tarde. En fracción de segundos, tan solo miro impotente cómo Val apuntaba la pistola hacia la cabeza de Neón y la accionó, disparándole. En ese momento el joven salió de su ensimismamiento, pero antes de conseguir moverse siquiera, un círculo tan pequeño como una moneda de centavo se aferró a su frente y una onda electromagnética se apoderó de su cuerpo, obligándolo a paralizarse.

Neón sintió su cuerpo pesado y no pudo sostenerse. La frecuencia mareo su parte humana, obligándolo a hundirse a la oscuridad y no saber más, cayendo al suelo. Eva corrió con preocupación con la intención de socorrerlo, pero se detuvo a escasos centímetros de él porque vio que Klaus se acercaba al joven. Eva pudo percibir la tranquilidad que emanaba de Val, pero también notó que su propio pulso aumentaba por cada centímetro que Klaus se acercaba a Neón. ¿Qué le iba a hacer? ¿Todavía no ha terminado?, se preguntó mientras sus ojos, fijos en el hombre, lo miraron inclinarse al joven. Se sintió más deseosa de  auxiliarlo, pero sus piernas no respondían; en vez de eso, su reparación se aceleró al igual que el trabajar de su corazón.

Val conectó una Pantalla al USB de Neón y así pudo pasar la información que le había sido robada. También comenzó a esculcar sus ropas.

—Un truco viejo —dijo él mientras de las ropas del muchacho sacaba aquel micrófono de grabación con el que habían grabado la conversación.

Se guardó el electrónico; no dejaría que nadie escuchara aquellos diálogos y volviéndose a erguir miró con detenimiento a la joven, esbozándole una media sonrisa; una sonrisa satírica, para después pasar a un lado de la joven sin preocupación alguna.

—Neón, ¡Neón! —ahora sí, sus piernas reaccionaron y arrodillándose ante el nombrado; no supo qué hacer —Vamos, abre los ojos —insistió.

Sintió pánico.

Pánico por él, por Klaus, por ella, por la ciudad, por todos. ¿Qué iba a suceder ahora que aquella persona de quien procuraban evitar que obtuvieran los archivos, ya los tenía en su poder? Aun moviendo al joven, se detuvo y mirando la nada, un pensamiento invadió su mente.

“Todo, ¿ha sido en vano?”

“Riz, ¿qué pensarías de que todo lo que hemos hecho para evitar algo fue en vano?”

“He fracasado, Riz”

“Hemos sido simples  piezas de un juego de ajedrez”

“No sé cómo debo actuar. No sé cómo debo reaccionar. No sé por qué estoy aquí. No se cómo debí reaccionar.”

“No pude hacer nada. No soy nadie. No pude ayudar en nada. ¿Qué debí hacer? ¿Qué debimos haber hecho? ¿En qué nos equivocamos?”


Klaus caminaba hacía su hogar, o más bien, hacía la casa de Belirio; apretaba con fuerza el aparató donde tenía guardada la información. Había sido fácil, mucho más sencillo de lo que había planeado. A decir verdad, sobrevaloró a Neón. Sus pensamientos fueron disueltos al escuchar la voz del guardia de seguridad.

—Bunas tardes, señor Fucus —Klaus no contestó al saludo, sino que se limitó a seguir caminando; se detuvo cuando introdujo la contraseña para abrir el portón hacía la enrome casa.

—Por cierto —habló antes de ingresar a la mansión con una sonrisa de satisfacción dibujada en el rostro —Me parece que hay jóvenes merodeando cerca del museo.

—¿De verdad? —el hombre se sorprendió al escucharlo; se suponía que su trabajo era el de cuidar los terrenos —¿Llamo a la policía?

—No —mencionó ingresando al interior y mirando al hombre a los ojos, continuó sin poder borrar su complacencia del rostro —Mejor llama a una ambulancia. Me prepararé para ir a la fábrica —terminó.


Capítulo 21
Escape a la fábrica

Abrió los ojos provocando que los volviera a cerrar al sentir una afanosa luz. Nunca había sentido ese terrible dolor de cabeza y esas nauseas que la invadían. Se sentía como si acabara de salir de un juego mecánico. Cuando sus ojos se volvieron a acostumbrar a la fuerte luz, se dio cuenta que estaba en la habitación de un hospital. Abrió los ojos con sorpresa al recordar lo que había sucedido. Se estaba acercando a Neón, pero ni siquiera llegó a él cuando también había perdido la conciencia. Es que aquella información le fue inesperada, así que aquella parte de su memoria no tenía idea de lo que le sucedió, pero ahora que estaba consiente, reconocía que estaba en el hospital. Se sentó en la cama y trató de ponerse de pie, pero un mareo la obligó a volver a tomar asiento.

Neón —susurró con pesar al recordar que la última vez que lo vio estaba inconsciente.

Se levantó y tan rápido como pudo su cuerpo, salió del cuarto. Una enfermera la vio salir y amablemente trató de que volviera a la cama, pues todo el día de ayer y la mañana de ese día había estado inconsciente. Pero sus palabras fueron en vano, ya que la joven la ignoró y siguió su paso, estaba preocupada por su compañero. ¿Qué sería de él? ¿Cómo es que habían llegado a ese lugar? Más adelante, observó a tres médicos que hablaban entre ellos, desviaron su mirada al percibir a la joven.

Esa joven era quien acompañaba al otro joven, ¿cierto? —uno de ellos dijo eso.

Sus dos compañeros se limitaron a asentir y por alguna extraña razón Eva sintió que sus miradas estaba llenas de curiosidad, sin duda alguna habían notado que Neón era diferente.

¿Dónde está él? —Deseó saber ella —¿Dónde lo tienen?

Escucha —una de ellos trató de calmarla pues ella estaba levantando la voz—, necesitamos hablar contigo, respecto al joven. ¿Qué es él?

Ellos tres fueron los encargados de revisar con preocupación a Neón, realmente estaban sorprendidos de notar que el chico era diferente; por ello, la llevaron a una sala privada para poder conversar con Eva respecto a Neón. Obviamente, Eva no respondió a sus preguntas, al contrario, lo que hablaba era del tema detrás de las empresas Fucus. Decidió no callar a eso, por esa razón, en ese preciso instante estaba diciéndoles que Belirio realmente era Klaus. Pero a pesar de decir la verdad, los tres doctores se miraban con incredulidad y volviendo sus miradas a ella, regresaban a hacer preguntas respecto a Neón.

¡Demonios! Les estoy diciendo la verdad —gritó desesperara y harta mientras se levantaba de la silla.

De acuerdo, lo entendemos —uno de ellos se puso de pie y trató de tranquilizarla.

No es verdad, no me creen —Eva negó rotundamente y continuó con voz alterada —Klaus sigue con vida, estoy segura que está en la fábrica, y si no hacemos algo para llegar allí y detenerlo, podrá terminar su “robot perfecto” ¡No es importante lo de Neón!

Escucha, para eso que nos acabas de decir necesitamos pruebas —uno de ellos, el de mayor edad, se puso de pie lo que provocó que el primero que se levantó, volviera a tomar asiento —¿Las tienes? Por favor, toma asiento —estiró su brazo apuntando la silla donde segundos antes Eva estaba.

Eva golpeó con fuerza la mesa con sus manos sin obedecer al mayor.

Esta es una pérdida de tiempo —soltó mientras daba la vuelta para salir de la habitación con rapidez, sin preocuparse de que los médicos le gritaban para que se detuviera. La determinación de encontrar a Neón y poder salir de ese espantoso lugar y así ellos mismos detener a Val, la obligo a desobedecer a los mayores.

Por otra parte, a Neón lo tenían atado de las manos y los pies en una cama, ya que cuando los médicos se dieron cuenta que su cuerpo estaba combinado con metales, lo creyeron un peligro, y debido a que no podían ponerlo en una máquina ordinaria porque su cuerpo era de metal, no sabían qué hacer con él. Por ello, lo que se les ocurrió fue atarlo y llamar a algún especialista. Desde que recuperó la conciencia, al igual que su compañera, él trató de decirles que Klaus Val estaba vivo y que Belirio estaba muerto, pero los médicos no hicieron caso, ya que pensaron que estaba mintiendo.

A su reacción de burla, el joven apretó su quijada con fuerza, molesto por la ignorancia de las personas, habían cerrado su mente, se engañaban a sí mismos diciéndose que el peligro no existía, que tal cosa era imposible. Tenían miedo, por eso se engañaban, el miedo les forzaba a no sospechar, porque muy en el interior temían que fuera real; recordó las palabras de Klaus, los humanos llegaba a ser necios. Los ojos cafés de él no dejaban de prestar atención a los médicos que en la misma habitación caminaban con desesperación mientras hablaban entre ellos en voz baja, para después mirarlo por unos segundos. Al parecer estaban esperando a alguien, pero Neón no esperaría a saber de quien se trataba, no tenía tiempo; Klaus tenía en su poder los archivos.

Sin esperar un segundo más, recargó todas sus energías a su brazo robótico e hizo que desprendiera las cadena de hierro con la que estaba atada, realmente no le fue nada difícil, fue como quitarse una cinta de su muñeca. Repitió la misma acción con su pierna. De esa manera sus dos extremidades quedaron libres y así fue como rompió las otras dos. Tal hazaña indujo que los doctores abrieran sus ojos como platos al ver con qué facilidad rompió las cadenas de hierro, sus rostros reflejaron terror y sin más, salieron con rapidez de la habitación, dejándole libre el camino al joven. Si él hacía temblar a las persona, ¿qué no haría el verdadero robot indestructible de Klaus?

Trató de salir de allí y en eso se encontró con Eva, quien aun lo estaba buscando sin esperar, porque los especialistas llamaron a seguridad para que los detuvieran, ambos corrieron y salieron de la instalación médica. No se detuvieron hasta que Neón lo hizo porque divisó a lo lejos cómo un automóvil salía de su estacionamiento y estaba listo para despegar y unirse con los demás en las calles del Cielo. Teniendo esa oportunidad, el joven mitad robot con rapidez se acercó y casi se puso enfrente del vehículo tapando su paso, lo que provocó que el hombre que maniobraba el automóvil frenara.

¿Pero qué…? —el conductor se asustó al escuchar el golpe — Aléjate de aquí, crío —gritó enseguida asomándose por la ventana.

Llévenos a la fábrica —Neón se acercó a donde el conductor.

¿Estás loco? ¡Largo de mi camino!

Al joven definitivamente no le agradó la reacción del hombre y el último estaba a punto de salir, creyendo que asustaría al joven y así se alejaría, pero se llevó con la desagradable sorpresa que Neón tomó la puerta y la arrancó sin ninguna dificultad, miró al tipo quien retrocedió un poco de su asiento atemorizado por tal cosa y con voz seria, le repitió:

Nos llevara a la fábrica, ahora —su voz se escuchó llena de autoridad y su mirada igual, no deseoso de escuchar una respuesta negativa.

El dueño del auto asintió sin más. Eva, quien presenció todo, también se asombró a gran manera, pues nunca había visto al joven comportarse de esa manera, pero dejando esas cosas, subió al vehículo porque sentía que si no lo hacía la dejaría allí, ya que la prisa se le notaba muy clara a Neón. Con los jóvenes a bordo, el hombre comenzó a emprender su vuelo, estaba a prisa —por órdenes del menor —que no se detenían en ningún semáforo, induciendo casi choques entre los otros automóviles y no solo eso, hizo que los robots-patrulla de esos sectores ignorados, comenzaran a seguirlos para que se detuvieran y darles su tiquete de disturbio al tráfico.

Estamos en problemas —mencionó Eva mientras miraba por la ventana del fondo al escuchar las sirenas del control de tráfico.

Todos estaremos en problemas si no hacemos algo —se escuchó la voz de Neón con una seriedad penetrante, casi frialdad. Ignorando lo que sucedía afuera.

Eva se volvió a su posición original y observó la mesura en el rostro del menor. Esos últimos días había estado actuando de una forma diferente. Y ella podía comprenderlo en cierta manera; es más, se ponía en sus zapatos, se sentía más valiente, independiente, pero a la vez asustada y más que nada adolorida. La guerra transformaba a las personas en gente más dura, para así poder seguir sobreviviendo.

Aproximadamente después de 20 minutos de viaje, por fin arribaron a la entrada principal de la fábrica. El automóvil se detuvo frente a la inmensa puerta de hierro. Los jóvenes se bajaron con una velocidad que al conductor le maravillo, sí que llevaban prisa.

Gracias —se alzó la voz de Eva sin perder el paso del joven.

¿Y me lo dices? —el hombre se encontraba realmente molesto por el disturbio y más fastidioso al notar que decenas de robots de la ley se detuvieron alrededor del auto.

Infracción por exceso de velocidad y por no detenerse a la luz de alto —se escucharon al mismo tiempo las máquinas y en seguida de su boca salió una nota que indicaba una multa.

No me vengan con eso —el conductor se recargó en su asiento, fastidiado.


Los pasillos y salas del edificio estaban totalmente vacíos, ningún alma se escuchaba, ni siquiera estaban los guardias que deberían estar vigilando que nadie ajeno a los trabajadores de la fábrica entrara a ese lugar. La nada era lo único que penetraba los oídos de Neón. Un mal presentimiento invadió al joven al entra al cuarto central y no ver a nadie. ¿Qué había sucedido con los obreros? Sin haberse dado cuenta, por toda la ciudad Del Comienzo se escuchaba una nueva noticia que impactó no solo a los colosales de las empresas, sino a cada citadino. Belirio Fucus había despedido a todos los empleados que habían dado horas y parte de su energía a la empresa y a las fábricas. Los murmullos contra el hijo sucesor del señor Fucus no se hicieron esperar. Toda la gente lo tenía en sus bocas. ¿Pero le importaba a él? No. Porque Belirio Fucus ya estaba muerto.

Eres una persona muy inteligente, Val” Esas palabras acometieron su mente en son del eco que hacía al caminar por los pasillos desolados de aquella fabrica. “Pero resultas una amenaza a la humanidad.”

Palabras dichas hacía siete años atrás por Marino White, compañero y amigo de él. Marino había descubierto sus verdaderas intenciones al trabajar en las fábricas que podían darle toda la tecnología por a ver. Marino escuchó a alguien detrás de él, se trataba de Klaus, él dio la vuelta y lo miró con seriedad, con rostro más que nada atiborrado de decepción.

Es una lástima” terminó con un suspiro y pasaba de largo a Val, quien se inmutó al observar la computadora que lo había delatado. Había cometido un grave error. ¿Quién era perfecto? Dibujó una media sonrisa y sin dejar de mirar la luz azul de la pantalla del monitor, dejo de sonreír. ¿Todo para él habría terminado?

¡Por supuesto que no!

Apenas era el comienzo de su historia, de sus planes. No debía dejarse caer en el pozo de la perdición. Debía mantenerse en pie y seguir luchando por aquello que anhelaba elaborar.

Pero primero tenía que detenerlo. Detener a Marino, quien poco a poco caminaba tranquilamente por el pasillo para dirigiese a la oficina y contar lo que había descubierto de su compañero. Pero él nunca terminó de cruzar el pasillo, porque Val se fue contra él apuñalándolo por la espalda, lo hirió, haciéndolo sangrar a mares.

¿Qué haces?” su voz se escuchó ronca, y su sorpresa no cabía en sí. Deseó dar vuelta y encarar a quien creyó fue su amigo y ver sus ojos negros, pero Klaus no lo dejó, al contrario incrustaba más y más la navaja sin importarle que la cuchilla se había enterrado completamente, pero no dejaba de perforarla más, casi como si disfrutara hacer aquello.

Tú lo dijiste” escuchó la fría voz de Val susurrarle al oído “Soy inteligente. Sabré cómo salirme con la mía.”

Marino White cayó al piso gritando de dolor, deseoso de tomar el arma que tenía en su cuerpo, pero la fuerza le estaba abandonando. Mientras tanto Klaus admiraba sus manos llenas de la sangre de White y limpiándose en su bata blanca, metió su mano a una bolsa de la vestimenta y de allí saco un teléfono, el que dejo a un lado de su excompañero moribundo. Para poder salirse con la suya, primero Marino debía comunicar a las oficinas sobre lo que descubrió y así investigaran que Klaus efectivamente estaba creando un “robot-perfecto”. De esa manera, como último respiro, Marino les dijo a los encargados que Klaus Val estaba creando un “robot-perfecto”, pero solo pudo dar aquella información. Lo que deseaba Val. Fue de esa manera que su plan empezó a funcionar.

Aquel recuerdo le atraía añoranza, pero aquel sentimiento no le debía ser un problema. Klaus Val se detuvo frente a una puerta sellada, en donde adentro tenía lo que el tanto ansiaba. ¡Su obra maestra!


Capítulo 22
La verdadera identidad de esa persona

Tan rápido como entró, el joven mitad robot salió de la sala central al no ver a nadie, por un momento se sintió ansioso y desconcertado por no saber dónde comenzar a buscar, ya que existía muchas habitaciones y el tiempo lo tenía contado. Pero a su mente vino una puerta en lo más profundo de la fábrica, un cuarto que ni siquiera salía en los planos de la factoría. Se detuvo en seco, repasó con su vista los pasillos —de los que había en montón y pareciera un laberinto; es más, si uno no llegaba a conocer bien las instalaciones, cualquiera podía perderse —Eva tan solo se quedó en silencio. Neón señaló izquierda para sí y prosiguió a tomar ese sitio, Eva lo siguió y mientras corría, se preguntó si había hecho lo correcto en haberlo seguido, pues se sentía como un estorbo.

Con la respiración entrecortada, ambos se detuvieron al quedar frente a una puerta que parecía haber estado sellada, pero que se encontraba abierta, Neón tranquilizó su respirar y abriendo más la puerta, un extraño frío del interior del cuarto envolvió el cuerpo de los presentes. La habitación estaba en total oscuridad, tan solo un par de tenues luces alumbraban un poco las penumbras. La vista de Eva, totalmente asombrada por lo que alcanzó a ver por la luz que entraba de afuera por la puerta, alcanzó a notar cápsulas llenas de una especie de líquido; esa habitación le hizo recordar a las típicos cuartos de los científicos locos de las series, donde experimentaban con androides y esa cosas.

—Klaus —el eco de la voz de Neón se oyó por toda la habitación.

Nadie respondió, la helada habitación parecía solitaria.

—¿Crees que esté en este lugar? —preguntó Eva abrazándose el cuerpo porque sentía frío.

—Realmente no lo sé —admitió.

Quería adentrarse más, pero como no conocía ese lugar tenía un poco de desconfianza. Mas debía de hacerlo para investigar más a fondo; por lo menos para él no era difícil ver entre la penumbra. Pero en eso, antes de dar el primer paso decidido a adentrarse, escuchó un resoplido y en seguida la voz de Klaus.

—Llegaron en el preciso momento —de una sombra el hombre se hizo visible a ellos. Los miró con sus ojos azules y una sínica sonrisa.

Había muchas cápsulas, pero solo una estaba con alguien adentro, aunque no podían ver su rostro debido a que estaba tapado y que llevaba una vestimenta de una sola pieza, sabían a la perfección que se trataba de aquel androide inteligente. Val lo había conseguido.

—¿Ese es…?

—Así es —mencionó sabiendo de antemano la pregunta completa que iba a formular Eva. Continuó con un tono repleto de orgullo: —Es Andro. Contémplenlo, contemplen mi creación —miró a Neón —A decir verdad, ya estaba terminado cuando robaste los archivos.

—¿Ya estaba? —no comprendió de inmediato.

—Aparte de los archivos que robaste que decían la información de Andro —deslizó su mano a la cápsula con lentitud—, te llevaste otra programación. Un sistema operativo que me costó mucho más tiempo en descífralo y crearlo que a mi querido Andro —señaló con su dedo índice su lado derecho, en donde había una extraña máquina que a simple vista daba a una forma de cabina telefónica, pero sin vidrio transparente, estaba totalmente cubierta de hierro. —Eso es una máquina del tiempo.

—¿Qué? —la vista tanto de Mosh cómo de Neón se desviaron con rapidez a Klaus.

—Lo que te interesaba era esa programación —comprendió Eva.

—Construí esa máquina para que Andro pueda viajar al pasado y así pueda hacer una masacre. Exactamente en el año 2118, cuando Isaac Ferrie decretó aquella absurda ley que prohíbe que las grandes mentes superen su propia capacidad de crear, experimentar. ¿Él tenía miedo de que esa clase de androides atemorizaran a la humanidad? Entonces eso tendrá. Un regalo de parte de Klaus Val del futuro.

Debían de admitir algo, cada vez que se quedaban a ver con Val, siempre algo inesperado les era revelado. Mientras los jóvenes procesaban aquella declaración de guerra, Klaus insertó un código para que la compuerta de la cápsula se abriera y despertara su proyecto prohibido. El agua se drenó, la puerta comenzó a abrirse mientras un ruido de descompresión se oía por la habitación, los ojos de Andro finalmente fueron abiertos. Eva y Neón no dejaron de prestar atención, estaban tensos; esperaron a que el androide finalmente saliera.

El androide salió y Neón, como mera reacción, estiró su brazo frente a Eva como protección, mientras un desagradable olor de peligro impregnaba su nariz. Por otro lado, Eva no podía creer lo que sus ojos estaban observando, Neón igualmente bajo su brazo atónito, sin dejar de mirarlo.

El androide comenzó a mirar a su alrededor sin hacer o reaccionar ante nada, sus ojos buscaban a alguien, sus ojos se detuvieron a la pareja de jóvenes que se mantenían plantados a su frente. Miró detenidamente a Neón; no era la persona que buscaba. Su vista pasó a Eva; tampoco era la persona que buscaba. Miró a sus lados y su vista se detuvo en los ojos azules de Klaus.

—K-Klaus Val —se escuchó con dificultad, cómo si se tratará de un niño recién aprendiendo a hablar.

Klaus sonrió con jactancia, por fin había terminado. Por fin se demostraba a sí mismo lo más que pudo dar de sí. Frente a él tenía a su androide. Klaus se acercó más a él y con manos temblorosas lo agarró del rostro y revisó sus facciones perfectas, pero más que nada, se detuvo para no quitar su vista de los hermosos ojos que tenía, ojos de diferente color. Entonces, a una sorprendente velocidad, la mano y parte del brazo de Andro atravesó el pecho de Klaus, robándole la vida en ese instante. Por fin… Por fin su trabajo había finalizado.

Eva con rostro de terror ante la escena donde la creación asesinaba a su maestro, se tapó la boca para disminuir su grito ahogado. El androide sacó su brazo del cuerpo sin vida de Klaus y miró su mano llena de sangre; fue la llave que necesitó, ahora sabía exactamente por qué había existido. Se acercó a la máquina del tiempo e iba a encenderla, para programarla. Pero fue en ese momento en que Neón despertó de su asombro y con rapidez se acercó a Andro para evitar que ingresara a la máquina, pero como si lo hubiera leído la mente, Andro rápidamente dio un giro y tomando del brazo de Neón se lo torcióhacia la espalda, lo que provocó que el joven dejara soltar un quejido al sentir que su cuerpo fue bruscamente golpeado por la máquina del tiempo.

—Neón —Eva no podía ver con claridad entre las penumbras, pero por las siluetas pudo distinguir que ese tal Andro acorraló a Neón.

Enseguida, tan rápido como Andro tomó a Neón, lo empujó con fuerza para alejarlo de él. Ante la fuerza, Neón no evitó estamparse en el suelo. Aprovechando eso, el androide abrió la puerta de la cabina y fue de esa manera en que por fin su rostro se vio. La luz que iluminaba el interior iluminó un poco la habitación.

—¿Ruber? —los ojos bicolor del androide se posaron en Eva.

Ella se giró al sentir a alguien detrás de ella, miró con asombro a quien había nombrado. Ruber Corindo ingresó a la habitación y las miradas de ambos, tanto de él como Andro se miraron.

¿Tú eres quien me ha estado llamando?”




Capítulo 23
Despertar

“Esperaba la llagada del transporte al igual que las demás personas a su alrededor, unas que ya estaban allí desde antes que él y otras que apenas llegaban. Cuando el transporte arribó a la parada, todos subieron, a excepción de él.


Iré en el próximo” pensó mientras vio el camión lleno de pasajeros alejarse. Ya era la segunda vez que hacía eso; el deseó de alejarse de esa ciudad era muy grande, pero… alguien le llamaba. Aún seguía llamando; esa voz en su cabeza no se detenía por nada. No se trataba de Efrin Corindo. Esa voz, esa persona que le hablaba, ¿quién era? Cada minuto que pasaba se hacía más y más intensa. Detuvo su andar y miró en dirección a la fábrica principal.


¿Qué quieres de mí?” “¿Quién demonios eres?” “¿Quién soy yo?” “¿Quiénes somos?”


La voz era más penetrante que otras veces y sin duda alguna provenía de la fábrica Fucus. Fue allí. Siguió por un pasillo y aunque nunca había ido a ese lugar y no lo conocía, sabía muy bien por dónde ir para llegar a aquella habitación; ese lugar totalmente desconocido donde se encontró con la perturbarte sorpresa de que él mismo se llamaba.”


—¿Eres tú quien me ha estado llamando? —Ruber pasó de largo a Eva y dio un par de pasos dentro. Se detuvo al observar el cuerpo inerte de Klaus.


—Klaus... ¿está muerto?


—¿Quién eres tú? —preguntó Andro al no poder escanearlo, lo que hizo que se alejara de la máquina un poco como con intención de acercarse a Ruber.


—¿Y tú?



—¿Qué significa todo esto? —Exigió saber la respuesta Eva —¡¿Qué está sucediendo?! —Miró a Ruber, quien se sorprendió y estaba igual que ella, no sabía lo que sucedía —Ruber… —guardó silencio, pues no sabía qué decir.


“El mundo alterno en donde Ruber Corindo no existía o no debió existir. La muerte de Riz afectó mucho a Neón y había encontrado entre los escombros de lo que fue el taller una nota escrita con puño y letra de Norez, indicándole que si no iba a enfrentarse con él, mataría a cada una de las personas que estuvieran involucradas. El joven pensó en Eva, dolida por esa pérdida, no deseaba que ella siguiera sufriendo, no se perdonaría si algo le llegara a suceder. Por ello, armándose de valor y odio, se enfrentó por segunda vez a Norez. La primera fue antes de que Mosh lo encontrara. Esta vez, el enfado que sentía sobre su rival, lo obligó a sacar todo de sí y de esa manera ganó la batalla. Después de la muerte de su compañero mitad robot, recibió un mensaje de parte del propio Klaus. Eva nunca se enteró de aquello, ni siquiera se vio involucrada en la pelea entre los dos mitad robot.


Sin saber lo que esperaría, el joven quedó atónito ante la revelación de que Belirio realmente era Klaus y de descubrir sus planes. Val robó los archivos. Al abrir los ojos despertó en una habitación de un hospital, ignorando lo perturbados que se encontraban los doctores; el menos trató de contarles lo que sabía, pero siendo un vano intento, debido a que aquellas personas no creyeron palabra alguna. Neón no tuvo otra opción que hacer las cosas a su modo y sin contar con la ayuda de las autoridades; él mismo terminaría con todo eso. Así, escapando de las garras de los doctores, salió de la instalación médica y se dirigió a la fábrica.


Por otro lado, Evarista observó por un noticiero en su Pantalla que se hablaba de un peligroso joven mitad-robot que escapó de las autoridades, la joven supo de inmediato que su amigo iría a la fábrica, sin saber realmente la verdad. Decidió ayudarlo, por ello pidió a su amigo Nec que la llevara a la industria. Al llegar, pidió a su amigo que le dijera al centro de policía que viniera a la fábrica. Mientras Nec hacía lo pedido, Eva corrió por los pasillos del lugar, sin sospechar lo que se avecinaba. Dio con la habitación del fondo y cuando llegó, observó a Neón paralizado mientras el androide perfecto era activado. Se dio cuenta que habían llegado tarde, pero creía que no era imposible terminar con la pesadilla que se avecinaba. Por eso, acercándose al joven, lo despertó de su anonadamiento.


Al escuchar la voz de la joven, el joven despertó de su miedo y rápidamente se fue contra Klaus al ver que el androide se le acercaba; eso no significaba nada bueno y tan rápido como atacó al científico golpeándolo en el rostro, se fue contra Andro, quien a pesar de ser el tan nombrado “robot-perfecto”, parecía no estar allí; parecía ido. Era verdad que había sido despertado, pero aun le faltaba algo. A pesar de buscar a su creador, no lo encontraba, miraba a los lados buscando a aquella persona, aquellos ojos. Sin embargo, Neón se esforzaba por mantenerlos alejados el uno del otro, pues tenía la sensación de que si se acercaban lo suficiente, algo muy malo pasaría. Por ello, Val viendo que la situación se le había salido de las manos, activó la máquina y se adentró a ella con la intención de volver al punto de inicio de su plan y hacer las cosas mejor. No obstante, viéndose libre un momento de Andro, Neón no se lo permitió, sacándolo de allí. En eso, Andro, se abalanzó contra su oponente al tiempo que este salía con Klaus, por lo que fue el androide quien terminó dentro de la máquina. Cuando Klaus lo vio entrar a la máquina, supo que parte del plan inicial podía hacerse, así que liberándose de Neón cuando tomando un taladro eléctrico, se lo incrustó en su costado humano. Luego, fue a la máquina y con los controles exteriores, cerró la puerta antes de que Andro saliera y la programó para viajar al pasado.

¿Qué era?, ¡Que debía hacer?” se preguntó mientras la máquina se encendía y lo envolvía una destellante luz, que en ocasiones se volvía tenue y en otras demasiado fuerte.

Búscame”, aquellas palabras que le susurró Klaus, ¿que significado tenían? ¿Se trataba de la persona que debía encontrar?


Abrió los ojos, percibido un lugar claustrofóbico y aunque a él eso no le afectara, a cualquiera sí. Enseguida, escuchó unos pasos acercándose, giró su cabeza lentamente y sus ojos de diferente color miraron con detenimiento a un niño, quien con mirada llena de asombro, mencionó mientras miraba a su derecha:


—“Ruber, hay alguien aquí.””


Él ya lo sabía. Siempre estuvo consiente de ese hecho, era diferente a cualquiera de su edad. No sentía hambre, no llegaba a comprender del todo los sentimientos de los que lo rodeaban, no sabía nada, ¿pero era eso? ¿Eso que miraban sus ojos con asombro a su frente y quelo reflejaba como si se tratara de un espejo? ¿Él era él? Era él mismo quien se llamaba, quien no lo dejaba salir de esa ciudad; la persona que se mantenía una y otra vez en su cabeza, no era nadie más que su mismo pensamiento.


—¡Ruber, no dejes que se escape! —la voz de Eva traspasó su pensamiento.


¡Por supuesto! El viaje; ahora lo entendía un poco mejor, eso que debía hacer, primeramente tomar la vida de alguien. El joven levantó su vista para observar que Andro daba una vuelta a punto de ingresar a la máquina del tiempo, pero Ruber no lo dejaría, así que se abalanzó contra él con fuerza, lo que logró que ambos cayeran al suelo. El androide colocó sus piernas en el pecho de Ruber y empujándolo con fuerza lo obligó a alejarse de él; Ruber se levantó.


—No-esta-vez —Andro se incorporó y al querer dar el primer paso sintió un peso extra en su pierna izquierda. Se viró observando a Neón, quien lo sujetaba con fuerza.


El androide ladeó su cabeza, para después con nada de dificultad golpear al joven con el mismo pie que le sujetaba, lo que provocó que Neón lo soltara, pero casi al instante, se levantó con intención de detenerlo, pero no fue necesario, ya que Ruber tomó de los hombros a Andro impidiendo que siguiera su paso y lo empujó con fuerza a la máquina, provocando que todo su cuerpo golpeara el frío metal de la cabina. Por otro lado, Neón aprovechó aquel suceso y con rapidez comenzó a buscar alrededor de la máquina; controles o lo que fuera que ayudara a extinguir la máquina, auto-destruirla o lo que fuera, pero al encontrar una escotilla en la parte de atrás y abrirla, sintió que alguien con brusquedad lo alejaba de ese lugar.


Andro, quien escapó de Ruber, acercó a Neón a sí mismo y tomándolo del rostro lo empujó contra la cabina y lo seguía empujando como si quisiera que su cabeza se fundiera en el material, provocando que el pobre joven gritara de dolor. Intentó empujarse él mismo hacia adelante para no sufrir tanto, pero aquel monstruo era por mucho más fuerte. Por otro lado, Ruber se volvió contra él, así que hizo que soltara a Neón.


—¡Huyan de aquí! —Ruber gritó tanto a Eva como a Neón mientras tenía amarradas las manos de su semejante, deteniéndolas detrás de la espalda.


La mujer había estado tan concentrada en la pelea que apenas si escuchó a Ruber, despertando de su ensimismamiento; pero dirigiendo su vista a Neón, vio que el joven había ignorado por completo la orden de Ruber y se encaminaba nuevamente a la escotilla de la máquina. Eva se dio cuenta de sus intenciones, pero también dirigió sus ojos a tanto Ruber como a Andro, notando como el último, con una vuelta rápida despistó al primero y se zafó de su agarre y de la misma manera como se soltó, se volvió a donde el menor, y en el momento en que abrió la escotilla e iba a desconectar la energía de la maquina, Neón sintió que lo alejaban con fuerza. Cayó a pocos centímetros de la persona que lo alejó y sus ojos llenos de asombro lo miraron.


Notando la situación en la que se encontraban los varones, Eva decidió tomar partido en la lucha de desconectar los suministros de energía; por lo menos de esa manera podría ayudar para que no viajara a otro lado. Dejaría que las autoridades se encargaran de detener la creación de Val, la que por lo visto, a pesar de recién despertar era bueno en lo que hacía y se le notaba a leguas que deseaba entrar a la máquina e irse a hacer su trabajo; el trabajo de producir caos en el pasado. Eva más que nada, se adentró a la máquina para tratar de desconectarla desde allí; debía de existir algún botón con esa utilidad. Se colocó frente a lo que le pareció la placa de controles dado que era la única que tenía esa apariencia. En la placa se veían las teclas y logotipos de cada función, mas no sabía cual era cual. De hecho, ni siquiera tuvo el tiempo de verlos bien cuando sintió la presencia de alguien a su espalda. Se volvió y miró a Andro, aterrada.


—¡Eva! —Desde la habitación, las voces de Ruber y Neón se percibieron asustadas y como acto reflejo, se acercaron a donde ellos, adentrándose también en el compartimiento. Fue en ese momento, que algo ocurrió.


Más que apagar la máquina, la hicieron funcionar. Una luz que los cegó se hizo presente, envolviendo casi toda la habitación, llevándose a los cuatro jóvenes a un lugar que nunca creyeron que irían, al pasado.


2º Parte 

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