Datos personales

jueves, 9 de agosto de 2012

El Árbol Inconforme (Cuento)


El Árbol Inconforme

Érase una vez un álamo que estaba en un bosque. Don árbol era una creación de la flora respetado por todos los seres vivientes del lugar debido a que llevaba muchos años allí y había visto crecer el boscaje; pero estos últimos días se encontraba más serio, callado, indiferente e inconforme, por lo que un día decidió desahogar sus penas con el hada del bosque.

— ¡Ay, hadita! No tienes ni idea de lo que es ser un árbol viejo, carcomido y apolillado. Los niños me usan de columpio; los perros me usan de baño. Han roto mis ramas para hacer leña. No soporto el ruido de los humanos y sus máquinas motorizadas cuando vienen a “pasarla bien”. Estoy harto de que pequeños animales como ardillas y pájaros se pelen sobre mí; que las hormigas arranquen mis hojas. ¡Y lo peor de todo! Tener que fingir que no me importa, que no me duele y que no me cansa. No sabes lo difícil que es ser yo.


—Oh, ¿y cómo piensas que se podría solucionar tu problema?

—Si fuera un cobarde te pediría que me arrancaras la vida, pero no. Estaría conforme con que transformaras mi vida en cualquier otra especie botánica. Cualquier cosa sería mejor que ser un árbol.

—Yo no tendría problemas en comunicárselo a las ninfas; a ver qué podrían hacer. Pero antes, preguntémosle a otra forma de vida en la vegetación. Empecemos por la pequeña flor que no hace mucho creció a un lado de ti. Pequeñita flor.

— ¿Qué pasa, señorita hada?

— ¿Consideras fácil ser una florecita?

— ¡Caray, señorita hada! ¿Pues qué le diré? Lo único poderoso en nosotras las flores es que somos muy unidas. Somos pequeñas, indefensas; no podríamos protegernos ante los peligros de cada día aunque quisiéramos. Nos pisan, nos patean. Cuando las crías de humanos vienen a jugar, siempre somos embestidas por un objeto al que llaman pelota. Somos susceptibles a ser decapitadas por niñas y la madre Naturaleza tampoco se apiada de nosotras. Hay días que no llueve; no podemos retener agua. A veces can semejantes tormentas que arranca a unas de nosotras. Somos ciegas y no escogemos dónde crecemos; y donde sea que hayamos nacido, no podemos correr. Sin embargo, permanecemos firmes y soportamos el hecho de que algunas de nosotras moriremos.

—Por eso ustedes son una de las cosas más bellas de toda la flora —aseguró el hada—. Ahora vayamos a preguntarle a la alfombra del ecosistema: el césped. ¿Cómo le va?

—Estoy seguro de que no soy de los que más sufren, pero tampoco es todo color de rosa. Mi principal función es la de ser alimento para animales, juguete para humanos y hogar para insectos. Los humanos no me dejan crecer como quisiera. Siempre pasan artefactos molestos, ruidosos y sádicos sobre mí para cortarme. He sido víctima de pisoteos nada delicados en eventos extraños donde algunos juegan con una esfera dura y dolorosa en tanto otros animan con gritos eufóricos y ensordecedores. Incluso muchas veces he sufrido de violetas derrapes por humanos y sus máquinas con ruedas. Pero ni modo. Uno es lo que es y ha de sentirse conforme.

— ¿Quieres que prosigamos para entrevistar a cada entidad de este bosque? —preguntó el hada al árbol.

—No. Me ha quedado claro que uno debe estar conforme con lo que es; con lo que puede y no puede hacer. Estoy feliz de ser un álamo y quiero serlo hasta el día de mi muerte.

Fin

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Te gustó esta historia? ¿Qué crees que le hizo falta?