Quiero Morir
En aquel momento te encontrabas en la clase más aburrida para ti:
Historia.
El profesor no ayudaba mucho a que lograras entender el tema del que se
hablaba porque su tono de voz era monótono y lento, logrando en varios de sus
estudiantes el estado del sueño, entre ellos tú. Además, el dolor de cabeza con
el que amaneciste había ido incrementándose conforme el día transcurría. Era
ese tipo de situaciones las que provocaban que a tu mente regresaran las
palabras de la que fue tu mejor amiga:
“Quiero morir”.
Te sorprendiste al descubrir que pensabas en ella. No debías hacerlo;
prometiste no hacerlo, mas no pudiste evitarlo. La herida que dejó en ti cuando
se fue era profunda y nuevamente creiste que sería insanable. Inevitablemente
las lágrimas comenzaron a bajar de tus ojos deslizándose perezosamente por tus
mejillas. Volvías a llorar por ella.
El profesor de dio cuenta de lo mal que te encontrabas y permitió que
fueras a la enfermería. Una de tus compañeras se ofreció a acompañarte y por
ello no te quedó más que ir, pero realmente no era tu deseo estar en ese lugar.
La enfermera te recordaba a ella por la profesión.
Te preguntaste una vez más por qué tuvo que pasar aquello. ¿Cómo pudiste
no verlo? La culpabilidad regresó a tu ser rasgando de nuevo tus emociones con
un dolor intolerable y volvió aquel pensamiento imborrable de que si te hubieras preocupado un poco más por
ella, jamás habría tenido que cumplir con esas palabras que creías eran una
broma.
“Quiero morir”
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