Capítulo
1
—Sabes
lo que tienes que hacer ¿Cierto? —se escuchó la voz de un
veterano, la que se notaba cansada debido a los años que cargaba,
pero en ese momento sonó firme al decir esas palabras.
—A
si es. No debo tener trato con las personas e ir directamente por el
objetivo —respondió
una voz mucho más juvenil a la anterior y en contraste, llena de
júbilo y con un tono de emoción por terminar el encargo lo más
rápido posible, anhelante de demostrar que era capaz de hacerlo.
—Si
tienes eso en mente, estás listo para ir. Ve y tráela a su hogar.
Un
joven de 20 años de edad se encontraba en uno de los muchos
callejones de esa ciudad. Estaba de rodillas y al ponerse de pie se
quitó de encima una gabardina color azul rey, la que, una vez de pie
se la colocó con un movimiento magistral detrás de su espalda
abrochándosela alrededor del cuello.
El
joven se llamaba Rive Mosc, y era de buen aspecto. Alto, de cabello
color plata y sus ojos de un color verde como la esmeralda,
reflejaban gran fuerza y viveza.
Rive
miró a su alrededor notando que era muy diferente a lo que él
estaba acostumbrado y supo sin dudarlo que se localizaba en un
callejón al ver por su entorno basura tirada, aunque los botes de
basura se encontraban vacíos. Las paredes que se levantaban sobre él
eran viejas, con un color verde, pero no por la pintura, sino por el
moho que se había apoderado de ellas, mas lo que imperaba en el
lugar, era una desagradable pestilencia y deseó salir de allí, sin
embargo, su comodidad no era lo importante, así que ignoró su
repulsión mientras de su bolsillo trasero del pantalón sacó una
pequeña fotografía que abarcó toda su palma. La fotografía
mostraba a una joven de no más de dieciséis años cuya sonrisa era
lo más sobresaliente. Al verla, cualquiera diría que llevaba una
feliz vida. Su cabello castaño claro era corto, sus ojos eran color
miel. Atrás de ella había un jardín con flores y rosales.
Rive
dejó de mirar la fotografía para regresarla a su bolsillo. Suspiró
sintiéndose emocionado, por fin había llegado a su destino y para
ser sinceros, era su primer viaje a esta dimensión. No conocía
nada de ésta e ignoraba como trabajaban las personas de este sitio,
algo podía salir mal, pero como tenía el deber de encontrar a
Zaquin y llevarla a su verdadero lugar de origen, deshizo todo
pensamiento negativo y se centró en buscarla, así que lo primero
que hizo fue salir de ese mal oliente callejón que solo tenía una
salida. Ya en la calle, observó muchos edificios que se levantaban
altos, conteniendo decenas y cientos de pisos. Por las avenidas, los
vehículos circulaban uno tras otro produciendo un ruido ensordecedor
y molesto. La gente caminaba por las aceras, despreocupadas o con
prisa por llegar a sus respectivos destinos. Mosc giró a la
izquierda y topándose con las personas empezó a detenerlas y
enseñando la foto les preguntó si habían visto a esa chica y como
era obvio, estas negaron con la cabeza o mencionaron que no la
conocían. La nula información no hizo que el joven dejara de
preguntar, por lo tanto continuó con cada persona que pudo detener
para preguntar, pero después de un buen rato, los resultados no
fueron fructíferos.
Entonces
pensó en cambiar de escenario, así que dejó la banqueta para
cruzar la avenida y pasar a la otra acera y seguir haciendo su labor
sin darse cuenta que un automóvil iba pasando y que el hombre que
iba manejando frenó repentinamente al verlo para no atropellarlo.
Por toda la calle se escuchó el frenazo. Las llantas rechinaron en
el asfalto levantando humo y un pestilente olor a hule quemado, pero
a pesar de su esfuerzo, como el auto iba a una velocidad alta, el
conductor no pudo frenar a tiempo, sin embargo no llegó a impactar
contra Rive porque en el último momento, él percibió el auto y
para evitar ser atropellado, saltó al otro lado en una espectacular
y sorprendente maniobra.
La
gente que estaba visualizando lo acaecido se imaginó lo peor, pero
como no fue así y al ver que el joven desconocido había esquivado
el peligro, se asombraron. El dueño del vehículo se bajó
rápidamente cuando este se detuvo por completo y dirigiéndose
presuroso al joven, pregunto:
—¿Estás
bien? De verdad que lo siento —su preocupación disminuyó al verlo
erguido pero aun así no del todo, a simple vista se veía que nada
grave le sucedió —Fue un accidente… te me apareciste tan de
repente que yo…
—¿Ha
visto a esta chica? —preguntó sin tomar en cuenta lo que sucedió
segundos atrás. La primera prioridad de él era localizar a la
joven.
El
hombre se sorprendió a tal reacción por parte de él, pero sin más
tomó la fotografía de la chica para verla mejor y como era de
esperarse, le dijo negando con la cabeza.
—No,
lo siento, no creo haberla visto —le
entregó el retrato y mirándolo continuó— Si ha desaparecido, es
mejor que vayas con la policía.
—¿Con
la policía?
—Así
es, ellos llevan esa clase de casos y pueden encontrar a las personas
desaparecidas.
—¿La
policía? Entiendo —Así, sin darle importancia a nada, se dirigió
a donde ese buen hombre le recomendó, a ese lugar donde tal vez la
conocían o le ayudarían a localizarla.
—¡Lo
lamento! —gritó por último el hombre al perderlo entre la
multitud. Acto seguido se dirigió a su automóvil ya que algunos
conductores molestos sonaban su bocina debido a que había dejado el
carro a mitad de la calle siendo un estorbo para los otros autos.
Rive
llego hasta un centro de policías, encontrándolo por preguntas. Ese
sitio era muy grande, abarcaba toda una cuadra, y para poder entrar
se necesitaba primero subir muchas escaleras, las que ascendió,
después empujó la puerta para entrar. Lo primero que vio en el
interior, fue un cubículo con el letrero “Recepción” y supuso
que allí podían atenderlo, pero antes de dirigirse hacia allá, se
detuvo al observar a dos personas hablar.
Una
mujer madura hablaba con un hombre, por juzgar el uniforme de este,
se diría que era un policía, el trató de calmar a la mujer, pues
según lo que hablaban, desde ayer su hija no regresaba de la
escuela, había hablado a las casas de sus amistades, pero ninguna de
estas la habían visto. La madre estaba preocupada, por eso había
ido personalmente a la policía. Una vez que terminó de explicarle
su situación, el oficial le señaló un lugar donde otro policía la
estaría esperando para atenderla mejor. La adolorida madre se
dirigió al sitio señalado. Rive tomó esa oportunidad y se acercó
al uniformado y enseñándole la foto preguntó lo que toda la mañana
había preguntado.
—No.
¿Ha desaparecido?
—No.
—¿¡No!?
—El oficial se sorprendió, no se encontraba en situación de
bromas—,
entonces,
¿por qué está aquí?, vea que ahora mismo no podemos atender
cosas como esas, ya que nos han llegado informes que dos adolescentes
escaparon
de casa.
—Pero
es urgente que la encuentre.
—Escuche,
por el momento yo no puedo atenderlo, pero espere por ahí —señaló
la sala de espera donde se encontraba la gente en cómodos sillones
mientras se les atendía—, le enviaré a alguien para que le ayude
a encontrarla si es tan urgente como dice.
Acto
seguido, el oficial corrió adonde su compañero y la mujer, mientras
el joven se acercó a la sala, tomó asiento al lado de una mujer
quien se encontraba leyendo una revista de las que estaban sobre una
mesita para que cualquiera las pudiera tomar y así poder matar el
tiempo.
—Buenos
tardes —saludó la mujer amablemente —¿Alguna factura?
—Estoy
buscando a alguien —le mostró la fotografía como lo había hecho
con los demás —¿La ha visto?
La
mujer tomó la foto y la miró detenidamente, sonrió al reconocer a
la persona de la imagen.
—Sí.
Le doy clases —miró al joven devolviéndole lo que le pertenecía—,
su nombre es Rosely Zaquin…
—Rosely
—murmuró.
—…es
una chica muy inteligente, tiene unos excelentes modales y es una
muchacha muy amable. ¿Es algún familiar tuyo?
—¿Dónde
puedo encontrarla?
—¿Dónde?
—trató de recordar donde vivía, pero fue en vano, daba clases en
una escuela y a muchos alumnos, le era imposible acordarse de memoria
donde vivían exactamente sus alumnos. Negó con la cabeza—. No
recuerdo donde es su dirección, pero mañana puedes preguntar a la
directora de la escuela Oliver que queda frente al parque Margaritas.
Rive
se despidió de la mujer una vez ella le apunto la dirección de la
dichosa escuela. Como se había hecho tarde, esperaría hasta el día
siguiente para poder verla y conocerla en persona. Sus ansias de
poder conocerla se volvían más grandes al imaginarse que pronto lo
haría.
Rosely
ayudaba a su madre en la cocina, ambas se encontraban felices y esa
felicidad se debía a que mañana iba a regresar su padre y esposo.
Phal Zaquin era un hombre de negocios, jefe de su propia empresa y
debido a eso, a veces tenía que viajar por varias semanas, hasta
meses.
Phal
era también un hombre audaz, muy bien parecido con sus cabellos
color negro azabache, el que era un poco largo antes de conocer a su
esposa, pero ahora lo llevaba corto, siendo sus ojos de un color
verde fuerte, los que fueron la atracción que derretía
a las chicas cuando joven. Un galán que enamoró a primera vista a
Catalina, su esposa.
Catalina
Connor era una mujer muy hermosa que deslumbraba cuando estaba en
preparatoria y seguía siéndolo, pero en sus tiempos de juventud su
belleza deslumbraba aún más, con unos grandes ojos color miel, su
cabello tan largo, que siempre lo llevaba suelto y muy sedoso.
Inteligente y audaz, era una muchacha deseada a los ojos de los
hombres. En la graduación, en su último año de preparatoria, había
hablado con el chico que le había robado el corazón desde que había
entrado a esa escuela.
Después
de animarse y declarar lo que sentía por él, él aceptó, empezaron
a salir y después de tener varias citas y con seis meses de
noviazgo, Dilan Gabler le pidió matrimonio, ella aceptó muy feliz a
tal declaración, convirtiéndose en Catalina de Gabler. Después
tuvieron un hijo, al que nombraron con el nombre de Brian Gabler, un
muchacho parecido a su padre. A pesar de eso, dos años después, lo
que fue una bella vida, se esfumó como vapor de una tetera cuando
ella se dio cuenta que su esposo la estaba engañando con otra mujer.
Sin más, ella pidió el divorcio, el que Dilan aceptó sin ningún
remordimiento, simplemente firmó el documento junto con el que
hablaba que no quería ninguna responsabilidad por su hijo. Después
de eso, ella nunca supo más de él, pero se sintió muy agradecida
por eso, pues su vida fue más fácil sin tener que saber de la
persona que la había dejado con una profunda herida en el corazón y
por mucho tiempo tuvo la creencia que esta nunca sanaría y por ende
nunca volvería a enamorarse. Pero dos años después y de trabajar
duro por mantener a su hijo y haber luchado contra la depresión,
conoció a Phal, quien al tratar con él se enamoró profundamente y
ya tenían muchos años de matrimonio. Con él tuvo una hija, cuyo
nombre era Rosely.
Ahora,
ambas escucharon la voz de Brian, quien se dirigió a la cocina.
—Hola
familia, eso huele muy bien ¿Qué es? ¿Puedo servirme?
—Todavía
no —contestó inmediatamente Rosely—, aún no está lista. Así
que vete.
—Tengo
mucha hambre. No seas ingrata —mencionó mientras le enseñaba la
lengua a su hermana.
—Ya
mero está, no seas impacienté hijo, de mientras puedes darte una
ducha —mencionó Catalina cortando apio para acompañar lo que
estaban cocinando.
Brian
fue obediente porque urgentemente necesitaba de un baño, pues
apestaba a sudor y estaba lleno se tierra. Acababa de llegar de jugar
fútbol soccer. Tenía la costumbre de ir a jugar con sus amigos
todos los miércoles y sábados, después de llegar a casa se daba
una ducha y descansaba un rato hasta hacerse las ocho de la noche,
horario en que se iba a trabajar en un restaurante de comida,
ejecutando varios papeles, unos días era el de mantenimiento, otras
de cocinero y de cuando en cuando atendía en la caja registradora.
Después
de que la comida estuvo lista, puesta en la mesa y Brian de darse un
baño, los tres se sentaron alrededor de la mesa para empezar a comer
del pequeño bufet. Así cada quien se sirvió lo quiso.
—No
olviden que mañana regresa su padre —informó la señora de la
casa con una sonrisa en su rostro—, por eso los quiero temprano
para que me ayuden a prepararle una rica comida de bienvenida.
—Yo
no podré —menciono Brian metiéndose una cuchara llena de comida a
la boca.
—¿Cómo
que no puedes?
—Mañana
me quedé de ver con mis colegas para ver una película, ya hicimos
los planes.
—Pero
nuestros planes eran desde una semana atrás —mencionó disgustada
la más joven por el comportamiento desinteresado de su hermano —¿No
puedes ir después? Decirles que tienes algo más importante que
hacer.
—No
puedo hacer eso, ya compré las entradas, además, cuando llegue lo
saludo y ya está ¿Por qué tengo que estar aquí?
—¿Cómo
que por qué? ¡Es nuestro padre!
—Lo
sé, si pregunta por mí solo díganle que salí. Si no estoy no se
acabará el mundo.
—Pero…
—Está
bien —se interpuso la medre para calmarlos—, no te preocupes
Rosely, puede saludarlo cuando llegue. No discutan, estamos comiendo.
—Rosely
empezó…
—Brian.
—¡Es
mentira! Tú fuiste.
—Rosely.
Ya ¿no? no discutan en la mesa. Disfrutemos de la comida.
Por
sugerencia de Catalina, los dos dejaron de discutir. Después de que
el ambiente mejoró un poco empezaron a platicar de cómo había sido
la escuela o el trabajo, esas clases de charlas eran las comunes,
siempre acompañadas de risas.
La
noche llegó y todos se dispusieron a hacer sus respectivas
actividades, los que descansan a dormir y los que trabajan a
trabajar.
Al
día siguiente, Rosely, como todos los días que va a la escuela, se
levantó muy de mañana para vestirse y arreglarse, tender su cama, y
dirigirse después a la cocina en donde se sirvió un plato de cereal
con leche, el que comió de prisa para finalmente encontrarse lista
para otro día de escuela.
Un
joven de 17 años se localizaba en el cuarto de mantenimiento de la
escuela. Este era rubio de ojos miel, su nombre era Dylan Backus. Él
era un chico humilde, nada popular entre los chicos de la escuela,
pero famoso por ser un chico ignorado y debido a que siempre estaba
solo, casi no hablaba con nadie. Era usual que a la hora del
almuerzo se le viera apartado de los demás porque a él mismo le
gustaba mantener distancia de los compañeros de clase.
Ahora
se encontraba en este cuarto porque era uno de sus lugares
preferidos, ya que allí podía hacer monólogos sin pasar por
vergüenza, precisamente estaba haciendo uno frente a un trapeador.
—Hola
Rosely ¿Te acuerdas de mí?... ¿No? Bueno, soy tu compañero de la
clase de cocina… —río
—ese
soy yo, pero sabes, me gustaría salir contigo —después
de decir eso, negó rotundamente con la cabeza —¡No,
no, no! eso no, es mejor decirle: me gustaría hablar contigo para
conocerte mejor —meditó en eso, poniendo sus dedos bajo la
barbilla— ¿No sería un poco raro? —Se agarró la cabeza con las
manos y dio leves vueltas mientras hacía un sonido de frustración
—No, no, no, ¡así no! Me creerá un tipo raro…
Se
sobresaltó cuando de pronto escuchó la puerta abrirse, dejando
inmediatamente de monologar. Miró entrar al hombre encargado del
mantenimiento, quien al ver al joven allí le dijo molesto:
—¿Otra
vez por aquí chico? Esta es la tercera vez que te veo aquí.
—Lo
siento mucho señor, precisamente ahora me iba — se acercó a la
puerta dispuesto a marcharse, pero cuando iba a cerrar la puerta se
detuvo al escuchar la voz del señor de mantenimiento.
—Solo
dile que te gusta, si no te corresponde es porque no es para ti.
—jeje
tiene mucha razón— río nerviosamente, con ese consejo cerró la
puerta totalmente.
Caminó
por uno de los muchos pasillos de la preparatoria para dirigirse a su
aula. Suspiró. En el pasillo se podían ver estudiantes platicando,
tal vez los que tenían esa hora libre, por ejemplo él, aunque a
varios de ellos no los conocía. Después de esa clase libre, tocaba
la de cocina, esa clase le gustaba mucho debido a que se trataba de
la única que compartía con Rosely Zaquin, pero para él le
bastaba, tan solo con verla un día se alegraba. A él le gustó la
primera vez que la vio, y como algunos dicen: “El amor a primera
vista tocó su corazón”
Quería
entablar una conversación con ella, pero no había podido debido a
que tenía dos cosas en su contra. La primera: Es que era muy tímido
y como nunca ha tenido una conversación con alguien a parte de sus
familiares, le era un poco difícil llevar un diálogo solido con
alguien más. La segunda: Estar frente a la chica que le gustaba le
impedía hablar de algo, pues la mente se le ponía en blanco, así
que no atinaba a decir algo coherente. Solo algunas ocasiones había
podido hablar con ella, pero solo se trataba para preguntarle algo o
para ayudarla en algo y casi nunca se presentaban esas oportunidades,
ya que sus compañeras de equipo la ayudaban. Quería conocerla más,
saber sus gustos y disgustos. Lo único que sabía era su nombre y
donde vivía, fuera de eso… nada, pero lo poco que había visto de
ella le decía que era una chica alegre, optimista y que era muy
docta para entablar una buena conversación con cualquiera y eso fue
lo que primero le llamó la atención a él.
Mientras
llegaba a su aula, pensó en lo grandioso que sería hablar por más
de un minuto con ella. Su mente quedó en blanco cuando, al mirar por
el pasillo delante de él, descubrió que se estaba acercando su amor
platónico. Ella estaba platicando con una amiga y se volvió a
enamorar cuando miró su esplendorosa sonrisa. Ella pasó por su lado
sin siquiera saludarlo. Dylan se detuvo, dio media vuelta y sin
pensarlo siquiera, dijo su nombre. Ella se detuvo y al notarlo, lo
saludó amablemente:
—Hola
Dylan ¿Todo va bien?
—Todo
bien —quiso hablar más, decirle algo más, pero su garganta no se
abrió para decir otra cosa, sintió como su corazón se aceleraba
con cada segundo que la veía—, te veo en clase —rápidamente
desvió su mirada de ella.
—Claro,
hasta luego —La
joven
continúo con su camino retomando la plática con su amiga. Dylan
volvió a dirigir su vista hacia ella, mirándola partir, alejarse de
él. Suspiró decepcionado de sí mismo al no poder decir más. La
irritación tomó el lugar de la decepción.
—¡Ah!
Eres un estúpido —gritó a su persona.
Rive
Mosc se encontraba sentado frente a la directora de la escuela
Oliver. Él pedía ver a Rosely Zaquin.
—Pero
ella no es ningún familiar suyo ¿cierto? Lo siento mucho, pero no
puedo permitir que alguien entre a las instalaciones a ver a un
alumno que no es familiar de él.
—Entiendo.
—Pero
si es tan urgente como usted menciona —se levantó de su cómoda
silla y caminó a un estante en donde abrió un cajón y empezó a
buscar entre muchas carpetas hasta encontrar lo que buscaba, sacando
un sobre y de este una carpeta; la carpeta contenía todo lo
relacionado con esa alumna, como su dirección, el nombre de sus
padres, dónde había estudiado antes de entrar a esa escuela y otras
cosas—, debería ir a su casa, le daré su dirección, pregunte por
su padre, él se llama…
—Phal
Zaquin.
—Así
es, ¿lo conoce?
—¿Me
dará su dirección?
—Claro.
Es mejor hablar con el padre primero, para evitar problemas.
—Tiene
mucha razón.
Al
darle la dirección, Rive se despidió de la directora. A
continuación se dirigió a la puerta principal del campus y se paró
a un lado de esta. Iba a esperar a que las clases terminaran para
verse con ella personalmente. Estaba consciente que al sonar el
timbre de salida, todos los alumnos saldrían y que tal vez se le
pasara, pero si esto sucedía, optaría por el plan B: “Ir directo
a hablar con Phal”.
Capítulo
2
Gabriela
y Rosely caminaban hacia la salida de la escuela después de que el
timbre que anunciaba el término de clases, sonara. Estaban
platicando de varias cosas, sobresaliendo el tema del par de chicas
que habían desaparecido dos días atrás y como los oficiales decían
que se habían escapado de casa, pues esa clase de cosas eran
comunes. Las jovencitas en esa etapa, se peleaban con sus madres por
todo y esas
razones eran
suficientes
para irse de casa.
—¿De
verdad crees que Beatriz se escapó de casa? —Preguntó Gabriela a
su amiga, ya que la verdad no lo creía. Pensaba que solo eran
excusas para la policía librarse de esos casos. Betty era una de las
chicas desaparecidas y era una conocida de una amiga suya, así que
la conocía poco, pero lo suficiente como para determinar que ella no
era, o por lo menos, no aparentaba de ésas que se iban de casa tras
una discusión con sus padres.
—La
verdad no lo sé, no la conocía muy bien —recordó lo poco que
trató con ella—. ¿Y si de veras la secuestraron?
—¡No
digas eso Ros! —pidió su amiga con tono preocupado —Imagínate,
que feo sería si de verdad hubiera un secuestrador merodeando por
aquí. ¡Qué miedo! Me daría terror caminar de la casa a la
escuela. Pensándolo bien, es mejor que mi papá nos lleve y traiga
de la escuela, hasta que la cosa esté más segura.
—Esa
es buena idea —estuvó de acuerdo Rosely, un tanto divertida por la
reacción de su amiga, pero después se puso seria al ver la
importancia de esas palabras—. Tienes mucha razón, es mejor
prevenir que lamentar. Además, es recomendable no ir solas por las
calles, es mucho mejor si estamos acompañadas. Hay que darnos prisa.
—Para
la próxima nos traeremos a Mar, a la fuerza si es necesario.
Ante
el comentario, las chicas soltaron un par de carcajadas, continuando
el camino a sus hogares muy divertidas, sin darse cuenta que alguien
las estaba siguiendo. El joven Rive, había pasado por entre los
alumnos para poder darle alcance a Rosely cuando la vio, pero ellas
caminaban de prisa y al ver que la estaba perdiendo, gritó repetidas
veces su nombre, lo que hizo que ella se detuviera y volteara para
ver quien la llamaba, sin embargo, cuando vio que era un desconocido,
se asustó. Ambas chicas aceleraron el paso sintiéndose aterradas y
con el recuerdo de las chicas desaparecidas, su corazón comenzó a
palpitar con frenesí en sus pechos por el temor.
—¡Espera
Rosely Zaquin! —gritó el desconocido y sus palabras se escucharon
por toda la calle. Algunas personas vieron la situación, pero no
hicieron nada por evitar que las siguiera, más bien, algunos dejaron
de hacer lo que estaban haciendo para poner atención a lo que
sucedía, concretándose solo a mirar.
El
perseguidor acortó la distancia, pero ellas empezaron a correr y a
gritar: “¡Auxilio!”
Una
patrulla con dos agentes estaba merodeando esa colonia y al escuchar
gritos despavoridos de jóvenes estudiantes, los siguieron
descubriendo al joven detrás de las dos chicas, lo que levantó sus
sospechas, así que rápidamente encendieron las sirenas y se
adelantaron un poco al joven, pero este no se detuvo, por lo tanto,
los agentes no tuvieron otra opción que estacionar la patrulla cerca
y seguir a pie al sospechoso para detenerlo.
—¡Deténgase!
—ordenó uno de ellos.
Su
compañero, debido a su mejor condición, corrió más rápido
acercándose al perseguidor, pero el joven no se detuvo e ignoró a
los dos hombres.
—¡¿No
escuchó?! ¡Deténgase!
El
oficial apresuró la carrera dejando atrás a su compañero, pensando
que el joven no quería colaborar, que se reusaba a detenerse, así
que estaba huyendo de los oficiales, lo que era para determinar que
era culpable de algo. Finalmente el oficial logró darle alcance
tomándolo por la gabardina a la altura del hombro, lo que provocó
que Rive se detuviera bruscamente e inmediatamente el oficial lo tomó
de los brazos llevándolos hacia atrás y pegarlos a su espalda. Rive
se retorció tratando de soltarse. No podía perder el tiempo, Rosely
se le iba y no podía darse el lujo de perderla, pero tampoco podía
hacer nada, el oficial lo tenía muy bien sujeto. Las dos chicas se
detuvieron al ver que habían detenido al perseguidor, y se alegraron
de que la persecución terminara. El otro oficial llegó y con la
respiración agitada por la carrera, se acercó a las estudiantes.
—No
se preocupen—balbuceó entre bocanadas de aire— ahora está
detenido. Tranquilas, pueden irse a su casa en paz, pero tengan mucho
cuidado en el camino.
—¡Rosely,
Rosely…! —gritaba Mosc, quien aún se reusaba a someterse a la
autoridad. Se sintió frustrado cuando el policía lo acercó a un
auto, lo recargó en este y colocando su cabeza en el techo, lo
registró para asegurarse que no llevara armas, luego lo enderezó,
colocó sus manos adelante y las sujetó por las muñecas con unas
esposas para conducirlo así después a la comisaria en donde podría
ser examinado con más atención, de esta manera se decretaría su
culpabilidad o su inocencia.
—¡Rosely!
—fue lo último que dijo mirándola desaparecer entre las calles y
a él lo alejaron de ella conduciéndolo a la patrulla.
Las
dos amigas en todo el trayecto que les faltaba para llegar a un punto
y así poder separarse e ir a sus respectivas casas, se la pasaron en
silencio. Poco después se detuvieron en una calle, mirándose sin
decir nada, lo único que hicieron fue decirse con sus manos adiós.
Se habían despedido incómodas, pues lo que habían vivido unos
minutos antes había sido algo inusual y aún estaban aterrorizadas.
Los casos que últimamente se estaban escuchando harían que
cualquier persona se preocupara y estuviera muy alerta. Además,
conociendo a Gabriela, le iba a decir a su padre que desde ahora la
llevara y trajera a la escuela. Nadie la culparía por extremar
cuidados. Era mejor así, que los padres se dieran cuenta de lo que
les sucedió a que no lo supieran, así estarían más pendientes.
Así
que cuando llegara a su casa, ella también le iba a contar todo a
sus padres. Con un estremecimiento, notó que no podía quitarse de
la cabeza a ese chico y muchas preguntas se levantaron en su mente
¿De verdad era un acosador? ¿Un secuestrador? Si no, ¿cómo sabia
su nombre si ella nunca lo había visto? Esa pregunta la hizo pensar
que tal vez él llevaba tiempo observándola, vigilándola para
secuestrarla, entonces era bien evidente que sí se trataba de un
acosador y se sintió contenta de que se lo hubiesen llevado a la
cárcel. Esa clase de personas pertenecían a ese lugar.
Al
llegar a su casa, toda su preocupación se borró al ver un auto
estacionado frente a su casa, sin duda alguna, ese Roll Royce azul
plateado era el auto que manejaba su padre. Su interior apartó toda
clase de amargura para ahora llenarlo de alegría pues volver a ver a
su padre la hacía sentirse muy contenta, aunque se le hizo extraño
que llegara a esa hora, había llegado más temprano de lo esperado.
Su alegría no podía esperar más. Se dirigió rápidamente a la
puerta, la abrió y entró a la casa esperando ver o escuchar a su
padre, pero no fue así. Lo primero que escuchó fue la televisión
de la sala la que estaba en el canal de las noticias locales de la
ciudad. Se adentró más a la casa y casi enseguida escuchó la voz
de su padre.
—¡Papá!
— gritó emocionada al verlo en la cocina, parado junto al garrafón
de agua tomando de esta en un vaso.
—Hola
hija —respondió gustoso cuando terminó de beber de la refrescante
agua, ya que su garganta pedía algún líquido.
—Bienvenido
a casa —mencionó mucho más que contenta y se le lanzó para darle
un fuerte abrazo de bienvenida, él la recibió respondiendo el
caluroso abrazo.
—Ya
estoy en casa.
Rosely
se separó de él y dando un par de pasos hacia atrás, colocó sus
manos sobre sus caderas y con tono de reproche, mencionó:
—Llegaste
más temprano de lo esperado.
—Oh,
lamento que hoy no hubiera tanto tráfico, niña —contestó
en tono juguetón mientras le picó la frente con el dedo índice
para demostrarle lo divertido y feliz que estaba al regresar a su
hogar.
—Es
que queríamos sorprenderte con una gran comida de bienvenida
—explicó su comportamiento, la verdad que deseaba que su padre se
diera una sorpresa al ver el banquete que tenían pensado hacer ella
y su madre, pero desafortunadamente sus planes se habían arruinado.
Catalina,
quien había observado la escena en silencio, sonrió al comentario
verdadero de su hija, después se dirigió a la lacena para tomar
algunas cosas y poder empezar la comida, ya que de seguro su esposo
había llegado con mucha hambre después del largo viaje. Rosely se
acercó a su madre para ayudarla.
—Siento
mucho que Brian no esté aquí —informó Catalina preparando las
cazuelas y cucharas.
—No
te preocupes por eso. Déjalo que se vaya a divertir con sus amigos.
Por cierto hija ¿cómo va la escuela?
Esa
pregunta hizo que recordara lo que pasó cuando venía de la escuela,
pues por estar tan emocionada de ver el auto de su padre, se le había
olvidado por un momento ese asunto. Iba a contarles, pero guardó
silencio cuando escuchó algo sobresaliente en las noticias locales,
notando que también había captado el interés de sus padres, así
que los tres prestaron toda su atención a lo que decía una
reportera por medio de la televisión.
—“… me
acaban de informar que las dos preparatorianas que estaban
desaparecidas desde hace dos días, realmente no se escaparon de casa
como habían dicho los oficiales, pues ambas acaban de aparecer y
estas se encuentran en estado muy crítico; Una de ellas, por nombre
Matilde Escobedo, se localizó debajo de un árbol en el parque
“Rosas azules” en estado de shock, al parecer, y según lo que
mencionan los doctores, no recuerda nada y lo que más preocupa a las
autoridades es que se encontraron desnutridas, pálidas y en mal
estado de salud, la pregunta que ahora se hacen es: ¿A qué se debe
su estado tan lamentable pues solo dos días estuvieron
desaparecidas? Es lo que se está tratando de averiguar. La otra
chica, por nombre Beatriz Rincón, se encuentra en coma. La policía…”
La
noticia no continuó debido a que la señora Catalina tomó el
control de la televisión y la apagó estremecida.
—Pero
que horrible es eso. Pobres chicas, me pongo en el lugar de las
madres, me sentiría destrozada si algo llegara a pasarle a mis
hijos.
Una
ola de frío apoderó a la menor. Pensó en qué hubiera pasado si la
policía no hubiera intervenido para detener a ese joven que la
seguía, aunque tal vez solo estaba exagerando un poco las cosas.
Desde hace un par de años que la ciudad ya no era tan pacifica como
lo era antes, se habían dado muchos robos, delincuencia, pandillas y
cosas como esas.
—Saben…
—empezó a hablar —un joven se me acercó cuando regresaba a
casa, él sabía mi nombre, pero yo nunca lo había visto, ni
siquiera se trataba de un estudiante, ya que se veía más o menos de
la edad de Brian. A Gaby y a mí nos dio miedo y corrimos…
—¿Cómo
era? —la interrumpió Phal con tono preocupado.
Rosely
hizo memoria. Lo había visto por unos segundos y no se había
percatado muy bien de su apariencia, así que por un momento pensó
que no lo recordaría, sin embargo, la imagen del joven hombre saltó
a su mente y vislumbró más que nada su vestimenta, pues esta era
algo extraña, por lo tanto, no le resultó difícil describirlo.
—Tenía
una capucha, una gabardina azul, un estilo que nunca había visto y
su cabello pintado era gris, como dije, como de la edad de Brian. Lo
bueno fue que había una patrulla cerca y la policía lo detuvo y se
lo llevaron.
—Gracias
a Dios que había una patrulla circulando por esa zona —mencionó
la madre, regocijada de que su hija volviera a casa sana y salva.
El
asunto no había pasado a mayores y se alegró que Ros les contara
todo, por otra parte, a Phal no le agradó escuchar eso. Ese joven,
¿era quien creía que era? En su interior deseó que sus
pensamientos estuvieran equivocados y que solo se tratara de algún
chico enamorado de su hija y la siguiera igual que el de aquella vez,
pero... se sumió en un mundo de preocupación y solo la voz de su
mujer hizo que volviera a la realidad.
—Es
mejor que tú, de ahora en adelante, la lleves y la traigas de la
escuela, hasta que todo esté más seguro.
—Si,
en eso estaba pensando, así que aunque te de vergüenza que tu padre
te lleve a la escuela, tendrás que aguantarte —sonrió. Las dos
mujeres rieron ante el comentario.
La
puerta de entrada se escuchó abrirse y en seguida cerrarse, los tres
pusieron atención a pasos que se adentraba a la casa y después a la
cocina. El dueño de las pisadas era el hijo mayor, quien al ver a
Phal sentado, se sorprendió.
—¡Hey!
Llegaste antes de lo planeado.
—Hola
Brian.
Ambos
se saludaron chocando sus manos y después apretándoselas. Esa era
su manera de saludarse.
—¿No
estabas con tus amigos? —preguntó la joven, extrañada al verlo
allí.
—Estaba,
pero les dije que me disculparan porque hoy tenía algo más
importante.
—¿Algo
más importante? —repitió en pregunta en tono sarcástico.
—Esos
eran los planes. No molestes, ¿quieres?
Con
eso, los cuatros ayudaron en la cocina para que la comida estuviera
lista y cuando estuvo en su punto, se sentaron a disfrutar de una
deliciosa comida en familia.
—Ahora
ayúdenme a limpiar —mencionó la madre a sus hijos y estos, como
buenos hijos asintieron, por lo tanto se levantaron de sus
respectivas sillas y empezaron a recoger la mesa para llevar los
trastes sucios al fregador.
—Antes
que se me olvide —habló el señor de la casa levantándose también
de su silla dirigiéndose a la sala donde había dejado su maleta, la
tomó y regresó a la cocina—. Les traje un regalo a cada quien
—situó la maleta en una silla abriéndola para sacar algo y lo
primero fue una camisa de fútbol soccer en color naranja, con un
escucho en el lado derecho del pecho. Brian sonrió, era una camisa
de su equipo favorito —¿Qué te parece? —se la dejó en sus
manos— firmada por el mismísimo Antonio Márquez.
—Muchas
gracias Phal. Es el mejor regalo.
—Lo
sé —sonrió por la reacción de su hijo, después se dirigió a su
hija —Y para la señorita le traemos…— esculcó en la maleta y
de ella sacó una pulsera compuesta por seis pulseras haciéndola
parecer una. Cada pulsera adornada por piedras muy hermosas. Se la
entregó y ella sin perder tiempo se la puso en su muñeca izquierda.
—Muchas
gracias papá, es hermosa —le dio otro abrazo de agradecimiento y
para demostrarle cuanto lo quería.
Después
de eso, los dos hijos con más ganas, se pusieron a recoger la mesa y
a hacer lo que le correspondía a cada quien. Brian limpiar la mesa,
Rosely lavar los trastes y Catalina limpiar la estufa para después
ponerse a barrer.
Mientras
tanto, Phal salió afuera a tomar un poco de aire. Anduvo por el
camino de piedra que estaba de la entrada del terreno a la puerta de
la casa. Se detuvo a mitad del camino observando el cielo y
distinguió como este se estaba poniendo nublado tornándose en un
gris oscuro, lo que indicaba que pronto llovería. Desvió ahora su
mirada al frente al escuchar a alguien caminando hacia él. A unos
metros de distancia, el joven de la gabardina azul rey lo miró
fijamente con sus ojos color esmeralda. El señor no espero más y
preguntó regresándole la mirada.
—¿Quién
eres tú? —a pesar de haber preguntado ya sabía de quien se
trataba.
—Mi
nombre es Rive Mosc y he venido a llevarme a la que es nombrada
Rosely.
Phal,
al escuchar la confirmación de lo que ya sabía, hizo sus manos puño
y las apretó con fuerza, pues no pudo evitar sorprenderse y
alterarse. Siempre pensó que ese día no llegaría, pero… tenía
que llegar.
—Señor
Zaquin, los Diamond ya comenzaron su búsqueda, ellos saben que ella
vive aquí, aún no saben quién es y eso es una ventaja, pero han
empezado a atacar, tengo que llevármela a Blue Side, allí estará
más segura.
—¡Cállate!
—Recordó las noticias, esas desapariciones habían sido cosa de
los Diamond —No tienes el derecho de llevártela.
—No,
pero usted tenía…
—¿No
te habían detenido? —preguntó para cambiar el tema al recordar la
historia de su hija, trató de relajarse para no perder los estribos
mientras esperaba una respuesta.
—Así
fue, pero logre escapar.
Recordó
lo sucedido:
Los
dos policías lo habían tratado con brusquedad y Rive no entendía
la razón, él tan solo quería hablar con Rosely. ¿Acaso estas
personas eran así de agresivas? Tenía razón el líder al decir que
las personas de este mundo eran muy peligrosas y bravuconas y que por
eso tuviera mucho cuidado al tratar de buscar a la chica.
Se
lo llevaron a la patrulla metiéndolo en la parte de atrás, sin
quitarle las esposas, luego los dos oficiales abordaron la patrulla
y el conductor, tomando un radio, habló por este mientras el otro no
dejaba de mirar al joven. Al arrancar el automóvil el joven tomó
palabra.
—Disculpen,
tengo que ir a otra dirección.
—Guarda
silencio muchacho— le dijo con un tono no muy agradable el
copiloto—, no te hagas el inocente de que no sabes lo que hiciste,
por ahora a dónde vas a ir es a la comisaria, ahí los jefes dirán
si dejarte en libertad o no.
—No
puedo creerlo —tomó la palabra su compañero mientras observaba al
joven por el espejo retrovisor—, ahora los jóvenes en vez de
ponerse a estudiar andan de acosadores, solo piensan en mujeres. Lo
ven como algo inocente, pero después que pasa el tiempo se
convierten en secuestradores y violadores.
—Yo
no he hecho nada de eso.
—Pero
asechar a una persona es un delito…
Los
dos policías se quedaron estupefactos al ver como el joven tomó al
conductor desde atrás, apresando su cuello con su brazo izquierdo,
apretándolo contra el respaldo del asiento. Como reacción, el
uniformado frenó y la patrulla se detuvo con brusquedad provocando
que los carros que estaban detrás de ellos se desviaran
drásticamente, pero afortunadamente no hubo un accidente.
—Necesito
ir a otra dirección
—informó
de nuevo Rive, sin soltar el cuello de policía.
Su
compañero había sacado su arma y apuntándolo en el costado, le
grito:
—¡Suéltalo
maldito! —aun no podía creer lo que había pasado. Lo habían
metido con esposas en las manos ¿cómo fue posible que se las
quitara? Además, sus movimientos para apresar al policía habían
sido tan veloces que ninguno de los dos lo percataron hasta que había
sucedido.
El
oficial, al ver que no hizo caso a la orden, estuvo decidido apretar
el gatillo del arma para herirlo, pero antes de disparar, sintió
como una descarga eléctrica invadió su cuerpo hasta dejarlo
inconsciente, tampoco pudo mirar la velocidad que el joven empleó
para atacarlo. Rive había sacado de su suela del calzado, algo que
tenía un pequeño pedazo de metal, tan delgado y largo como un
palillo de madera. Ese instrumento generaba toques de electricidad
tan enérgicos como para dejar a la víctima inconsciente. También
hizo lo mismo con el que tenía sujeto con su brazo. Cuando se sintió
libre, bajó de la patrulla y retomó su camino a su verdadero
destino: La casa de los Zaquin.
Rosely
estaba por terminar lo que le correspondía.
—¿Crees
que pueda llevarnos al parque? —preguntó a su madre, estaba tan
feliz, que quería salir a dar una vuelta por allí al lado de su
padre.
—No
lo sé hija, debes tener en cuenta que tu padre debe de estar cansado
por el viaje, tal vez quiera descansar.
—Voy
a preguntarle, quizás ni quiere estar en casa, ya lo conoces —sonrió
a su madre mientras se alejaba para salir y preguntarle directamente
a su padre.
Al
salir quedó sorprendida al ver a su padre platicando con el joven
que esa misma tarde la estaba siguiendo, su reacción fue asustarse,
pero se tranquilizó a l razonar que tal vez se trataba de un
conocido de su padre, ya que estaba platicando con él. Ella dio un
par de pasos para acercarse a los dos.
—Papá
—se hizo escuchar, para llamar la atención.
—Hija…—Volteó
rápidamente cuando la escuchó. Su hija era la última persona que
él quería que estuviera allí y precisamente ocurrió su temor.
Tenía pensado despedir al joven antes de que alguno de sus hijos
saliera, pero fue demasiado tarde.
—Rosely
—articuló Rive con la intención de caminar hacia ella, pero antes
de siquiera dar el primer paso, Phal le ordenó:
—¡No
te acerques! —Rive hizo caso a la advertencia al notar en el tono
de su voz, la ira y Phal podría hacer cualquier cosa si no actuaba
con prudencia. Por su parte, Rosely dio un paso atrás asustada.
Nunca había visto a su padre comportarse de esa manera, la había
asustado y eso indicaba que algo no muy bueno estaba ocurriendo.
Quería irse, algo en su interior le dijo que debía retirarse de
ellos, pero sus pies no respondieron a tal petición, además, de
repente surgió la interrogativa de querer saber quién era el joven
de cabello plateado y esa interrogante se apoderó por completo de
ella. Quería saber quién era él y también lo que se ocultaba
detrás del rostro preocupado de su padre.
Rosely,
al igual que Phal, dirigieron la mirada a Rive al escuchar su voz:
—Ella
tiene que saber la verdad.
—¿Cuál
verdad? —inquirió Ros sorprendida, pues de verdad estaba
ocurriendo algo fuera de lo normal y sus deseos de irse corriendo de
allí aumentaron, pero también sus ganas de querer saber esa verdad
—Papá ¿Cuál verdad? ¿Cuál es esa verdad? —volvió a
preguntar al no tener respuesta alguna de su progenitor.
—La
verdad es... —Rive empezó a hablar al ver que Phal no diría nada,
pero casi al instante lo calló.
—¡No
se lo digas! Quiero que se entere por mí —obviamente no deseaba
contarla, siempre quiso evitar que este día llegara, pero sabía que
a pesar de que hiciera todo cuanto pudiera por evitarlo, ese día
tenía que llegar y ese día era este. No tenía otra opción que
decírselo y aunque le costara y al mismo tiempo le doliera, prefería
mil veces que ella supiera la verdad de boca de él, que de boca de
Rive. Él la miró y se dio cuenta que ella estaba totalmente
confundida, pero no le sorprendió, pues era un síntoma que tarde o
templado tendría que experimentar. Se aclaró la garganta y al abrir
la boca, la volvió a cerrar. Después de todo no podía decírselo y
mucho menos al recordar que los años que vivió con su familia iban
a desaparecer juntó con la felicidad —No puedo — dijo al fin
agachando la cabeza, era un cobarde. ¿Qué clase de padre era?
Al
escuchar esas palabras, Rive, como un permiso dado de su parte, miró
a la joven castaña y le informó la verdad que ansiaba saber.
—Eres
una prueba y por esa razón debes ir a donde perteneces: A Blue Side.
Capítulo
3
Eres
una prueba.
Esas
palabras le retumbaron en la cabeza. Lo primero que se le vino a la
mente fue que no era verdad, que solo era una simple broma, ¿pero de
verdad se trataba de eso? Eso era lo que ella quería creer. Eso
pedía en silencio. Que solo fuera un sueño, un sueño formulado por
su mente para fastidiarla. A pesar de esos pensamientos, no pudo
evitar que un par de lágrimas salieran de sus ojos y resbalaran
lentamente por sus mejillas hasta desaparecer a la altura de su boca.
Miró fijamente a las dos personas que en ese momento no sabía
quiénes eran en verdad. Ya no reconocía a su padre.
—¿D-de
que habla? — preguntó en voz muy apagada.
Phal
no supo que responder a tal pregunta.
—Lo
lamento tanto, hija —el hombre se giró para ver el rostro lleno de
sorpresa e incredulidad de Rosely y concluyó con voz lenta —:Tienes
que ir con él.
—¡Qué!
—su sorpresa incrementó aun más. Mantuvo la mirada en su padre,
para después dirigirla al joven —Pero…pero… —negó mientras
daba un par de pasos hacia atrás, incrédula a esas palabras.
Rive
se acercó a ella y la tomó de los brazos.
—Debemos
irnos, entre más rápido mejor.
—¡No!
!No voy a ir! —Trató de quitar las manos del joven de ella, pero
ese movimiento fue en vano, él no desistió.
—Es
duro para ti, pero tienes que venir —la voz de Rive se escuchó
comprensiva.
Al
ver que él se negaba a soltarla, Ros empezó a forcejear, como acto,
Rive se resistió a cualquier intento de escape y para terminar eso,
comenzó a arrastrarla contra su voluntad. La mente de Rosely estaba
más que confusa y no entendía del todo esa situación, ignoraba por
qué su padre no hacía nada a sus súplicas de ayuda, lo cual
provocó que una parte de ella se destrozara por dentro. Lo que sí
sabía con seguridad era que no quería irse con ese joven.
Rive
la llevó con él a pesar de la resistencia de ella, aunque la trató
con sumo cuidado para no lastimarla, aguantando los manotazos y
golpes que Ros le lanzaba con desesperación.
—¡Suéltame!
¡Suéltame! —Gritó a todo pulmón la estudiante con la esperanza
de que alguien la ayudara, de que alguien fuera a su rescate.
—¿Pero
de dónde son esos gritos? —Preguntó Catalina extrañada,
asomándose afuera para ver el escándalo.
Abrió
los ojos de par en par al observar como su querida hija era forzada a
salir de la zona de la casa. Pero no sintió nada igual cuando
visualizó a su marido parado sin hacer nada para impedirlo.
—¿Qué
haces parado allí? —Preguntó llena de desilusión y sin perder
tiempo a que el hombre respondiera, corrió a toda prisa a darle una
mano a su hija.
A
pesar de los buenos deseos de ella de ayudarla, no pudo avanzar más
cuando Phal se interpuso en su camino y la detuvo. Catalina
asombrada, miró el rostro de su marido y quedó muda al ver que no
solo no hacía nada, sino que ahora evitaba que ella hiciera algo. Un
nudo se formó en su garganta.
—¡Déjame!
¡Déjame ir con mi hija! —Su voz se quebraba aún más con cada
palabra que pronunciaba —¡Déjame ir! Necesita mi ayuda —no
aguantó más y comenzó a llorar, sin dejar de mirar como Rosely
había desaparecido de su vista al ser llevada por el joven
desconocido fuera de la propiedad.
Phal
la soltó y cuando sintió aquello, Catalina rápidamente corrió
afuera, pero al llegar a la calle, no observó a nadie, ya no estaba
su hija. Una profunda tristeza la abrazó y arrodillándose en el
suelo, comenzó a llorar como nunca, dentro de ella sintió que había
fracasado como madre. Y aunque no había sido su culpa, sentía que
pudo haber luchado más para poder llegar a donde Rosely.
Por
otro lado, Phal Zaquin se sentó en el pasto, no evitó que un par de
lágrimas traicioneras salieran de sus ojos resbalando hasta su
barbilla. El sí que había fallado como padre y como esposo; como
ser humano. No podía hacer nada al respecto, estaba consciente que
este día iba a llegar tarde o temprano. Alzó la vista y observó el
cielo nublado, una gota de lluvia cayó sobre su rostro y a los
segundos, más.
—Hace
frío —susurró.
Todo
acaeció tan rápido que no supo con exactitud lo que había
ocurrido, además en ese instante sentía una sensación extraña en
el estómago, el que estaba revuelto y eso evitó que pudiera
visualizar lo que acababa de ocurrir con detenimiento. Se sentía
peor que aquella vez cuando era pequeña y sus padres la habían
llevado a un parque de diversiones donde no solo había los típicos
juegos infantiles, como resbaladillas, columpios, etc. También había
juegos para niños más grandes y hasta para los jóvenes y adultos.
Ella había visto un juego que llamó su atención, el dragón, que
se movía como péndulo. Sus padres le había dicho que aún no podía
soportar esa clase de juegos, pero ella había insistido tanto que la
dejaron subir. Esa vez fue la experiencia más horrible que había
vivido. En ese momento se sentía como aquella vez, mareada, pero el
mareo que sentía se le quitó instantáneamente al darse cuenta que
de estar en la banqueta frente su casa, ahora se encontraba en un
sitio mucho, demasiado diferente y también se dio cuenta que estaba
tan pegada al joven que podía escuchar su corazón trabajar, lo
último que recordaba fue que el joven la cubrió con su gabardina,
después de eso, nada.
Parpadeó
un par de veces desconcertada, alzó la vista un poco para mirar a su
raptor a los ojos, pues antes no lo había visto tan cerca; no había
podido apreciar sus hermosos ojos verdes.
—¿Te
encuentras bien? —Escuchó su voz con tono dulce mientras dibujaba
una sonrisa.
Ella
se alejó rápidamente de él, la pregunta le había sido una especie
de burla o una pregunta estúpida, ¿quién se siente bien al ser
raptado? Aquel enojo que sintió, se convirtió en sorpresa al
apreciar con más claridad el lugar donde se encontraban. Ese extraño
sitio no parecía una ciudad “normal” de cualquier estado o país.
Era muy diferente.
—Bienvenida
a Blue Side —de nuevo volvió a escuchar la voz del joven mientras
se acercaba a ella, pues con la impresión dio un par de pasos
adelante.
Blue
Side
era otra dimensión. Es una de las muchas dimensiones que ese
universo tenía. En esa dimensión el cielo es de un tono color
naranja; tratándose como de una puesta de sol. Por las noches el
cielo se oscurecía, pero completamente, ya que no existían
estrellas, ni luna que reflejase la luz del día, así que por causa
de esa intensa oscuridad, las personas que vivían en Blue Side eran
iluminadas por torres que emanaban luz. Las casas eran todas iguales,
cuadradas de color blanco, y todas alineadas, ninguna fuera de lugar,
provocando que las calles se vieran en línea recta, abarcando muchos
kilómetros de longitud. A simple vista, podría decirse que los
residentes de Blue Side se vestían de la misma manera, puesto que
todos vestían con una gabardina similar a la de Rive, sin embargo,
bajo la gabardina, llevaban ropas diferentes. Lo más extraño de ese
sitio era la sobresaliente torre que estaba ubicada en el centro. Ese
lugar era nombrado Old
Tower,
donde se encontraba el líder de Blue
Side,
que respondía por el nombre de: Ban Tastur.
Rosely
secó sus lágrimas con sus muñecas mientras observaba con
detenimiento ese raro lugar a la que había sido llevada. Veía a la
gente caminar como si ella fuera alguien que viviera allí, además
los niños aun jugaban con felicidad. Ros no podía dejar de mirar
todo a su alrededor.
—Por
favor sígueme, quiero presentarte a alguien —informó Rive e iba a
tomar su muñeca para orientarla, pero ella la retiró rápidamente y
le lanzó una mirada llena de rabia.
—No
me toques —le advirtió.
—Sígueme
por favor —el joven comprendió aquella mirada—, voy a llevarte
con el líder.
—Dime
una cosa —habló al final mientras seguía al joven de cabello
plateado, en dirección de la Old
Tower; la
que no estaba lejos
—¿Qué
o quién soy? ¿Por qué mencionaste que soy un proyecto o
experimento o lo que sea?—preguntó con voz seca, pero realmente
estaba ansiosa por saber porque se la habían traído a este extraño
lugar.
—Mi
objetivo era encontrarte y traerte a este lugar en donde puedes estar
segura; protegida de los Diamond.
—¿Y
quiénes son ellos?
—Ese
nombre se les dio debido a la sustancia que se utilizó para su
creación, pues ellos son otro experimento; uno fallido y a ti te
quieren para completar su potencial. Quieren hacerse más fuertes y
convertirse en los hombres más poderosos del universo.
—Entonces
no me quieren proteger, solo quieren evitar una catástrofe —mencionó
eso en voz baja —Pe-pero hay algo que aun no entiendo ¿Por qué
yo? —No sabía realmente si quería saber la respuesta, mas en esos
momentos quería saber todo lo posible.
El
joven iba a responder algo, pero fue interrumpido por un hombre mayor
que se acercó a ambos jóvenes casi llegando a la torre. El mayor
saludó amablemente a la joven.
—Buenos
días señorita Zaquin, me da mucho gusto conocerte en persona. Me
presento: yo soy Ban Tastur, el líder de Blue
Side.
Te doy la bienvenida a esta dimensión, la cual desde un principio
debió ser tu hogar. Ahora estarás a salvo en este lugar y no
permitiremos que…
—No
lo entiendo —interrumpió al líder, todo empezó a darle vueltas,
se agarró la cabeza debido a que sentía que esta le iba a explotar
en cualquier momento—, esto no es real, es solo un sueño —empezó
a decir eso una y otra vez, para así convencerse a sí misma que se
trataba de una broma de su mente y que iba a despertar de esa
pesadilla. ¡Eso era! Eso era lo que iba a suceder.
“No
te mientas a ti misma, tú lo sabes, sabes muy bien que no es un
sueño, es la realidad”
“No,
no, no, no es verdad, es una pesadilla”
“Abre
bien los ojos y mira que esto no se trata de una pesadilla ¡No estás
en un sueño! ¡Tu padre te abandonó!”
—¡No
es verdad! —gritó a todo pulmón, provocando que tanto el líder
como Rive se asombraran, el último quiso tranquilizarla, pero antes
de poder tocarla, Rosely corrió, decidida a escapar de toda aquella
pesadilla.
— ¡Rosely!
—Es
inevitable que esto suceda —el joven dirigió su vista al hombre al
escucharlo hablar. El mayor suspiró y cerrando los ojos, prosiguió:
—Por esa misma razón le dije a Phal que debíamos traerla a este
lugar cuando solo era una pequeña, le advertí que esto podía
ocurrir, pero se negó —volvió a abrir los ojos y miró al joven—.
Sucedió lo peor, se encariño con esa mujer y su hijo y también de
la joven. Por culpa de eso Rosely ahora esta paranoica y no la culpo,
no la culpo.
Rive
fue tras de Rosely en cuanto el líder terminó de hablar. Debía
encontrarla y detenerla de nuevo para evitar que hiciera alguna
estupidez.
Capítulo
4
Rosely
corría sin detenerse, como nunca lo había hecho en su vida y sus
piernas le empezaban a doler gritándole descanso. Su desenfrenada
carrera la hizo sentir que muy pronto iba a colapsar, pero a pesar de
la tortura física, un sentimiento aún más fuerte crecía en su
interior y era el que la hacía huír, sin embargo, a pesar de
comprometer todas sus energías, sentía que no era suficiente. Se
frustró ante la sensación de que no avanzaba, pues veía frente a
ella un pasillo sin fin.
“¿A
dónde vas? No podrás escapar, no puedes dejar atrás la verdad”
escuchaba
una y otra vez esas palabras en su interior. Quería creer que era un
sueño, pero en el interior sabía que no lo era.
En
un punto se detuvo, pero no porque no pudiera continuar, sino porque
sintió como una mano se apoyaba en su hombro. Se volvió para para
ver quién era y miró a Rive, entonces cayó de rodillas, pues sus
piernas temblorosas ya no pudieron sostenerla y el cansancio que la
invadió fue terrible mientras respiraba con agitación para ventilar
su interior. No pudo evitar que unas lágrimas se escaparan de sus
ojos.
—Quiero
regresar a casa, quiero regresar, quiero regresar…—el único
pensamiento que tenía era el de volver a su hogar, volver a tener su
vida.
—Lo
siento, pero no puedes —le respondió él con voz amable mientras
se arrodillaba también para poder verla. Deseaba tranquilizarla,
pero no sabía cómo, no sabía lo que ella sentía, pero de lo que
estaba seguro era que sufría mucho y no le gustaba verla de esa
manera, quería hacer algo para alegrarla pero...
—Vamos
—estaba tratando de ponerla de pie para llevarla a descansar, eso
es lo que por el momento necesitaba con urgencia. Ese día había
sido muy duro y pesado para ella.
—Como…
como vas a mi mundo —dijo apoyándose en Rive para no volver de
nuevo al suelo, ahora sí sentia el resentimiento en sus piernas de
correr tanto, éstas no dejaban de temblarle.
—Por
medio de mi gabardina.
Rive
había llevado a Ros a un cuarto de la Old
Tower,
una habitación bien ordenada, se veía limpia, las paredes eran de
color violeta bajo, las cortinas de las dos ventanas eran tan largas
que casi llegaban al piso y tenían un color azul cielo. En medio de
la habitación se encontraba una cama grande en la que fácilmente
cabian dos personas. Una vez allí, Rive dejó sentada en la cama a
la joven estudiante, para que descansara y pudiera dormir hasta el
día siguiente. Y así hizo, se recostó cerrando inmediatamente sus
ojos, los que le pesaban mucho, además de que se sumaba un dolor de
cabeza, así, poco a poco empezó a quedarse dormida entregándose
completamente en manos de Morfeo, cayendo en un estado de completa
ignorancia.
Rive
se quedó a un lado de la contra cabecera hasta que vio que la joven
permaneció profundamente dormida. Se alegró de verla así, pues por
fin estaba en paz. El joven se acercó a la puerta del cuarto y desde
allí se volvió para verla por última vez, enseguida apagó la luz
de la habitación y cierró la puerta para dejarla reposar.
A
la mañana siguiente, la habitación donde estaba Rosely Zaquin
estaba siendo iluminada por los primeros rayos del sol, lo que le
confirió un color naranja, entonces el joven Mosc entró al cuarto
para levantarla, pues por orden del líder, tenía que mostrarle y
enseñarle los lugares y cultura de Blue
Side.
Una extranjera era bienvenida en ese lugar y mucho más si se trataba
de una invitada del líder.
Mosc
se acercó a la cama reina y lo único que ve es un bulto de cobijas
en medio de esta, al parecer la invitada se había tapado por
completo, tal vez para evitar que la vieran o para evitar ver a
alguien. Él empezó a tocar y mover el bulto con la intención de
llamar la atención de la tímida joven, además de hacerle saber que
estaba allí.
—Despierta,
es hora de que conozcas el lugar. Pero antes, me gustaría mostrarte
un lugar en especial —la voz de él era muy amable y cálida,
trataba todo lo posible porque ella se sintiera en casa.
—Me
niego —escuchó la voz de ella entre el bulto y esta se notaba algo
ronca—, déjame en paz, quiero estar el resto del día aquí, todo
el tiempo aquí —su voz se elevó con más enojo con cada palabra
que decía.
El
joven dio un suspiro, tomó las sábanas con sus dos manos y con
ellas comenzó a jalar de las blancas prendas para arrojarlas al
suelo; no iba a permitir que se quedara allí. Rosely también empezó
a estirarlas, para evitar que su plan funcionara, ¿si no quería
levantarse a las buenas, que le haría creer que lo haría a las
malas?
—Vamos
levántate, tarde o temprano tienes que hacerlo —comentó Rive aun
jalando las sabanas ya mostrando un poco de fastidio —Vas a tener
hambre y sed.
—No
me importa, me aguanto, así que déjame y vete. ¡Largó! No quiero
saber nada de ti.
Él
inmediatamente soltó las sabanas, lo que provocó que Rosely, quien
aún las estiraba, se ladeara un poco hacia atrás. Nunca imaginó
que se rindiera tan fácil. Rive cerró los ojos y dando otro
suspiro, analizó la situación, aun no se rendía y ella notó en el
aire su perseverancia, pero estaba claro que fuera lo que pensara iba
a permanecer en ese lugar. Casi enseguida de haber hecho clara su
idea, Mosc abrió los ojos.
—La
verdad me da igual —informó con voz seria —Pero…—en un
parpadear de ojos, la tomó y la cargó—… son órdenes del líder.
—¡Suéltame!
—empezó a gritar, pataleando y golpeando lo que podía del joven,
pero como siempre, sin resultado alguno.
Con
esfuerzo, Rive salió de la habitación y caminó por un largo y
elegante pasillo, pasando por otros cuartos, llegó hasta unas
escaleras, las cuales empezó a bajar con cuidado, pues era difícil
caminar con la joven en brazos, la cual le pesaba y sin contar que
aún seguía moviéndose como pez fuera del agua. Él siguió su
camino llegando a una enorme habitación, donde en medio de esta
había una larga mesa de ocho sillas. Rive se acercó a esta y
retirando una de las sillas de la cabeza, sentó a la joven en esta,
dirigiéndose después hasta la otra silla de la cabeza; al otro
extremo de la mesa, en donde se sentó.
—Buen
provecho —dijo tomando los cubiertos y comenzar a comer del plato
que estaba servido.
—¡No!
—ella cruzó los brazos en forma arrogante.
En
su expresión se notaba un gran odio hacia el joven que podía ver
frente a ella, también por la comida, pero no porque esta se viera
desagradable, al contrario, se veía muy apetitosa y más para ella
que tenía mucha hambre, debido a que no había comido nada desde
ayer. En eso, sus tripas se escucharon por todo el comedor vacío.
Hasta las dos sirvientas que estaba a un lado de la mesa, para ver lo
que se les ofrecía, habían escuchado el gruñido que habían hecho
su traidor estómago. Ros sintió mucha vergüenza, sintió como su
cara se tornaba color roja, no se vio, pero debido al calor que
sintió se pudo dar cuenta que esta estaba roja. Entre sus penosos
pensamientos, escuchó la voz de su secuestrador
mientras cortaba un pedazo de carne con un cuchillo.
—Come
con confianza, puedes estar tranquila, no está envenenada.
Una
oferta tentadora y por desgracia perdió. ¿Quién podía aguantar
sin comer al tener comida frente a uno, contando que desde el día
anterior no lo hacía? Además la comida no solo se veía apetitosa,
también desprendía un rico olor, lo que hizo que su hambre
incrementara. Agarró los cubiertos y cortando un pedazo de carne y
colocarla en su boca, masticarla y pasarla por su garganta, observó
al frente notando al joven sonriendo. Eso hizo que se molestara
mucho, lo último que deseaba era divertirlo.
Durante
todo el tiempo que duró en terminarse la comida servida, ignoró al
joven, pero le fue un poco imposible puesto que la ponía nerviosa
que él la estuviera mirando todo el rato. Sus ojos verdes no dejaban
de mirarla. Una vez acabado de llenar sus estómagos, Rive se levantó
de la silla, se acercó a la joven castaña y le dijo extendiéndole
la mano para ayudarla a levantarse.
—Te
llevaré con el líder.
—Te
sigo —aceptó levantándose de la silla e ignorando por completo la
cortesía del joven, limitándose a segurlo.
“La
gabardina”
pensó al recordar lo que le había mencionado el día anterior “Tal
vez si consigo su gabardina pueda regresar a mi verdadero hogar.”
No
dejaba de mirar la espalda donde colgaba la gabardina del joven. A
como diera lugar tenía que quitársela, pero, ¿cómo?
—Buenos
días señorita Rosely —saludó Ban cuando llegaron a un lugar de
la Old
Tower donde
el hombre ya los estaba esperando —¿Te gustó la comida? ¿Verdad
que es igual a la de tu dimensión? No hay mucha diferencia, pero
bueno, yo no estoy a cargo de informarte, ese es trabajo del joven
Rive Mosc —el veterano se dirigió al joven —Llévala a que
conozca el lugar de dónde vienen nuestros suministros.
—Ahora
mismo se lo enseño.
—De
acuerdo. Yo solo quería ver que nuestra apreciada invitada había
descansado bien.
—Disculpen
—se hizo escuchar ella para llamar su atención—, antes que nada
me gustaría cambiarme de ropa, no me siento cómoda con la de ayer.
—Eso
es muy cierto, pero que desconsiderados somos —habló Ban —Lo
mejor es que por ahora tomes una ducha —el hombre se dirigió a una
joven señorita que no estaba muy lejos de allí—, por favor Kary,
lleva a la señorita a que se tome un baño.
—Sí
señor —la mujer se dirigió a la joven para llevarla de nuevo a su
habitación.
Rive
dio media vuelta para seguirlas.
—Espera
Rive, ¿esta mañana ha preguntado por su hogar, por su antigua casa?
—La
verdad no. Solo dijo lo que opinaba de mí.
—Oh
ya veo, parece ser que lo está tomando muy bien, aun así es mejor
que la sigas vigilando.
Ante
eso, Mosc asintió para ahora dirigirse a la habitación donde las
dos señoritas habían ido. Al llegar, esperó afuera a un lado de la
puerta. Minutos después, la mujer que la había guiado salió de la
habitación e informó al joven:
—Terminó
de bañarse, solo está arreglándose un poco, aún sigue en el baño.
Tras
asentir, Mosc se adentró a la habitación y al ver que ella aún
estaba en el baño, se iba a sentar en una silla, para esperar un
poco más, pero antes de poder sentarse escuchó un leve gritó por
parte de ella, así que sin perder tiempo se dirigió velozmente al
baño y al abrir la puerta y un poco después de dar el primer paso
para entrar al lavado chocó con ella, provocando que un envase de
crema que tenía la joven en sus manos se cayera al piso.
—No
podía abrir el envase —miró la camisa blanca del joven manchada
de la misma crema que se había derramado en el piso —Lo siento
mucho.
El
joven dirigió su vista a la mancha.
—No
es problema, solo tengo que cambiarla —Después de decir eso, salió
del baño y antes de salir de la habitación mencionó—. Sigue con
lo tuyo, no tardo nada.
Al
salir de la habitación, ella lo siguió con cuidado y mientras lo
veía por entre la puerta se dio cuenta que él entró a la
habitación de al lado. Con sigilo salió del cuarto que se le había
dado y se asomó entre la rejilla de la puerta de la habitación
vecina, donde había visto entrar al joven. Rosely observó que Mosc
había dejado la gabardina sobre la cama, al ver eso, ella sonríe,
eso es lo que había planeado y realmente no creía que fuera a
funcionar.
Rive
Mosc, quien estaba en el gran armario que todas las habitaciones de
la torre tenían, había acabado de ponerse una camisa nueva, con
eso, se dispuso a salir para volver a regresar con Rosely
encontrándose con la sorpresa de que sobre la cama donde había
dejado su prenda, ya no estaba. A toda prisa salió del cuarto y
empezó a buscar a la joven Zaquin, pensando que no podría estar muy
lejos, el lugar era muy grande y se perdería. Eso le sería una
ventaja o, por lo menos eso pensaba, pero no se había percatado que
ella había preguntado la salida más cercana a una mucama y como era
de esperar que esa gente era muy amable con los desconocidos,
se la señaló. Así que ahora se encontraba de nuevo en las extrañas
calles de la ciudad de Blue Side con la gabardina en sus manos, pero
a pesar de ello, ¿cómo funcionaba? ¡No lo sabía! ¡Diablos! Debió
de preguntar, pero no quería hacerlo, no quería ser tan obvia, sin
embargo no permitió que su desconocimiento le robara la esperanza de
regresar a su hogar, cuando menos ya contaba con el boleto, solo
faltaba saber dónde usarlo.
Pensaba
en alguna posibilidad, trataba de recordar como hizo aquella vez Rive
cuando la llevó a ese sitio, pero no tenía su mente concentrada en
ese detalle, lo que se le venía era el regresar al lado de su madre,
su hermano... Se detuvo en seco, su padre, aun no entendía la razón
por la que la dejo ir. Abrazó la gabardina con fuerza y melancolía,
casi limpiándose las lágrimas que sus ojos derramaron, todo un día
completo que no dejaba de llorar, ni siquiera recordó que cuando era
niña llorara tanto. Le dolió el pecho tan fuerte que sintió que el
corazón le saldría. Lo que más deseaba en ese momento era regresar
a su hogar, estar con su familia otra vez, ¿por qué le quitaron
eso? Los recuerdos de felicidad que pasó al lado de su familia ahora
le eran como si ellos fueran el
sueño
y que eso era la
realidad. ¿Adónde
pertenecía? ¿Cuál era su verdadero hogar? ¿Su verdadera vida?
La
voz de Rive la despertó de sus pensamientos. Se giró para
observarlo corriendo a donde ella, mientras gritaba su nombre. Rive
era bastante rápido,
ya la había encontrado. No podía hacer nada al respecto. Pero no
dejaría que así la detuvieran, tenía que luchar más antes de
arrojar la toalla, si aún sus piernas la dejaban correr, ella
correría hasta ver a su frente la meta o un obstáculo tan grande e
imposible de pasar. El joven Mosc aceleró su paso, ahora que la
localizó no la dejaría escapar, estaba a unos metros por llegar,
ella aún seguía corriendo a pesar de que cada segundo disminuía su
velocidad, Rive observó su determinación y la admiró, pero no
podía hacer nada por ayudarla, así que tenía que llevarla de nuevo
a la torre, ante el líder.
Capítulo
5
La
gabardina era uno de los instrumentos, en esta ocasión, para viajar
a la dimensión donde vivía la familia Zaquin y a Blue Side. Su
funcionamiento consistía en esto: El botón que se utiliza para
abrochar el cuello de un extremo al otro, al ser presionado
se acciona
un
pequeño circuito
que está ubicado
dentro del botón y
así el
portal
funciona
abriéndose
para viajar y son
los cuatro botones extras de la prenda de vestir los que crean dicha
puerta
por
la que pueden viajar dos personas juntas siempre y cuando el destino
esté ubicado dentro del radio permitido
y por alguna extraña razón Rosely pudo descifrar y abrir
la puerta
siendo trasportada y desapareciendo ante
los ojos del joven Mosc, quien
estaba ya a
tan solo escasos centímetros de distancia, volviendo
la muchacha a su amada ciudad.
Ahora que se encontraba en las calles que ella reconocía, empezó a
caminar con tranquilidad a su casa.
Escasos
metros antes de llegar a la residencia Zaquin, la joven se dio cuenta
que la entrada principal estaba abierta, lo que indicaba, ya que
conocía muy bien a su madre, que estaba haciendo limpieza general,
pues
era
costumbre para ellos tomar un día del mes para
limpiar
la casa a profundidad, por esa razón dejaban la puerta abierta para
evitar que el polvo y la tierra no se encerrara dentro de la casa. La
joven se acercó ahora
presurosa y jubilosa
por el hecho de que estaba a nada de volver a ver a su madre, no
sabía con exactitud si el
tiempo que vivió en la dimensión Blue
Side era
el mismo que el de este. Para ella había sido una eternidad.
Entró
a la casa y escuchó a su madre en la cocina, se acercó y vio que
ella estaba limpiando el horno de la estufa. Catalina Zaquin escuchó
a alguien detrás de ella que tenía una respiración cansada, miró
sobre su hombro para ver de quién
se trataba y al ver a Rosely se levantó rápidamente, sorprendida,
creyó que se trataría de su hijo quien estaba en el ático
y había bajado
o de su marido quien estaba en la cochera, pero no era
ninguno de los dos. Miró con detenimiento a Rosely. La reacción que
tubo su madre no era la que esperaba.
—¿Quién
eres? ¿Qué
esta haciendo dentro de mi casa? —esas preguntas junto con la
mirada de su madre, que mostraba confusión, provocaron que la joven
incrédula abriera la boca negando que su madre no la reconociera.
—Mamá,
soy
yo
—mencionó
evitando sonar preocupada.
Catalina
retrocedió sin dejar de mirarla. ¿Acaso
había ido a la
dimensión equivocada?
Se
preguntó
Ros, pero descartó
esa probabilidad, definitivamente estaba en su hogar, entonces, ¿por
qué no la reconoció?
Pensaba
que se pondría feliz de verla. Temblando, dio un paso hacía
adelante para acercarse a su madre, se detuvo al ver en el rostro de
su progenitora miedo, era como si fuera hacerle algo, pero claro, si
no la reconocía debía pensar que era una loca o algo así.
Enseguida, observó a Brian ponerse a un lado de Catalina y mirando
con extrañeza a la joven preguntó:
—¿Quién
es ella? —El joven miró a su madre con seriedad y
la señora negó —¿Quieres
que llame a la policía? Es
propiedad privada.
El
mundo de Rosely se desplomó
convirtiéndose
en pequeños fragmentos de desconsuelo. Se quebró como si se tratara
de un espejo al ser arrojado
con gran fuerza al suelo y cada uno de sus fragmentos se convertía
en polvo. Rosely volteó al escuchar que alguien se acercaba
descubriendo a su padre, quien se detuvo al ver la escena, su mirada
se desvió a su mujer y a Brian y después a la de la joven, quien lo
miraba detenidamente, como esperando algo.
—Rosely
—dijo incrédulo al verla allí. Frente a él estaba su hija. La
hija que nunca creyó volver a ver.
¿Solo
él la recordaba? ¿Y por qué solo él? Era la ultima
persona que quería ver. Pasó
de largo a su padre y corrió saliendo de su casa asustada por lo que
estaba viviendo. ¿Que había pasado con su vida? ¿Qué había
pasado con su familia? ¿Qué había pasado con su padre? La joven
con el corazón destrozado corrió por las calles, ignorando por
completo los automóviles
que circulaban y se detenían de golpe al ver que ella no se
detendría y también no hacía caso de los gritos de Phal, quien la
nombraba consecutivamente.
Rive
volvió a la dimensión
de Rosely
y
corrió directo
a la casa de los Zaquin, ya que estaba seguro de que
ella fue directo ahí,
por otro lado Phal aún no se rendía en la búsqueda de su hija,
quería encontrarla y explicarle todo lo sucedido, quería volver a
estar con ella, quería demostrarle lo arrepentido que estaba de
haberla engañado y de no haberla protegido como debió haber sido
desde un principio. Ya
la
había
perdido una vez y
no quería perderla de nuevo.
Dio
vuelta en una esquina, le aterraba no saber lo que podía hacer. Se
detuvo en seco al ver a Rive.
Mientras
tanto,
Rosely
fue a la casa de sus amigas, o por lo menos eso creía, pues una vez
que llegó con una, esta le había dicho que no la conocía y la otra
hasta le había dicho que si no se iba iba a llamar a la policía. No
solo su casa, también la gente que la había conocido ya no la
recordaban. Más lágrimas derramaron sus ojos, ya no sabía que
hacer ¿Rosely existió alguna vez? ¿Quién era ella? ¿Todo lo que
vivió acaso fue un producto de su imaginación? Esas preguntas la
herían, ¿a dónde pertenecía? ¿Era de aquí o de allá?
Comenzó
a caminar sin rumbo fijo, no le quedaba nada. Su mente empezó a
vagar,
entonces algo
llamó su atención, así
que giró su rostro un poco al reconocer a una persona, a un
compañero de la clase de cocina, nunca tuvo la oportunidad de
entablar una conversación sólida
con él, pero tenía la esperanza de que él le dijera quien era
ella.
Dylan
detuvo su andar cuando escuchó la voz de una persona, esta se oía
desesperada. La joven se detuvo en seco unos metros antes de llegar
con él, no tenía caso, él la miró detenidamente y con aquella
mirada que vio en su madre, su hermano y sus amigas.
—¿Me
conoces? —preguntó extrañado el rubio y trató de recordar de
quien se trataba o dónde
la había visto y cómo es que sabía su nombre; él no era un joven
que hacía
amistades
con facilidad y mucho menos con una joven. Además era muy malo con
los nombres y rostros de las personas, así que trató de recordarla,
pero fue en vano y sonrió nervioso —¿Quién eres?
—Soy
Rosely.
—¿Cómo?
—se acercó un poco a ella al no escucharla bien, se escuchó como
si fuera un susurro.
—Soy
yo —ahora escuchó con más claridad, su voz se oía ahogada. Ros
lo vio directo a los ojos y alzando
la voz mencionó: —Soy Rosely Zaquin. Soy tu compañera de la clase
de cocina, soy yo Dylan... la de cocina... —no aguantó más, cayó
de rodillas y
comenzó a llorar. Estaba desesperada, quería que alguien la
reconociera
y
le dijera que ella era Rosely.
Al
ver esa escena, Dylan miró a sus lados y acercándose aún más a
ella se agachó para tratar de tranquilizarla y de ponerla de pie.
Trató de recordarla pero no podía, repasó
los rostros de
todos sus compañeros de clase de esa materia, pero le fue imposible,
una extraña niebla
parecía impedir llegar al recuerdo de esa chica.
“No
existo ¿verdad? Nadie me conoce, ¿quién soy yo? ¿Quiénes son
ellos?”
Ambos,
el señor Zaquin y el joven Mosc estaban buscando a la castaña. Una
vez que se encontraron decidieron buscarla juntos en vez de discutir,
por ahora tenían la misma tarea y era la de encontrar a Rosely. El
joven se detuvo preocupado, eso lo notó Phal, pero le ignoró y
prosiguió con su labor. Mosc escuchó un ruido el que se le hizo
familiar, al no volver a escucharlo siguió con su paso, tal vez su
mente le jugó una broma, dispuso
todo su sentido del oído al no estar convencido totalmente y cuánta
razón tenía, volvió a escucharlo, ese gruñido pertenecía a una
sola cosa. Los Rock estaban allí y muy cerca, casi al asecho. Fijó
su mirada a una de las calles de donde se
produjo
el gruñido y lejos observó algo moverse con rapidez.
—¡Maldición!
—Dijo
entre dientes al percatarse de que se trataban de los Rock —Nunca
están solos —acto seguido corrió a esa dirección, los detendría
antes de que llegaran a donde la joven. Phal se detuvo y observó
alejarse
al
joven, pero
no le
dio importancia y siguió su camino.
Unos
metros adelante la vio, su corazón brinco de alegría. Allí estaba.
Gritó su nombre para llamar su atención mientras corría hacia
ella. Al escuchar la voz de su padre y dirigirla a ella, su expresión
no fue muy agradable en
comparación a la de su progenitor, este se preocupó
mucha más
al notar la
inquietud de ella, en
eso
Dylan la tomó de la muñeca y se la llevó
de allí para alejarla de ese hombre. Fue tan solo un impulso, no
sabía la razón exacta del por qué había hecho eso, ni siquiera
sabía si estaba haciendo lo correcto.
Phal
no detuvo su andar, todo lo contrario se apresuró al ver como ese
joven
se llevaba a su hija y
sin
dejar de gritar su nombre acelero el
paso a pesar de su cansancio. Dylan miró
sobre su hombro
al percatarse que el hombre se detuvo para tomar un respiro, mientras
miraba el
camino que habían tomado con rostro de tristeza.
“¿Quién
es esta
chica?” se
preguntó el
joven.
No lo sabía pero necesitaba de su ayuda, “¿De
verdad que la necesita?” se
preguntó tras pensarlo
detenidamente, después de todo ella nunca le pidió ayuda, él obró
por su cuenta, pensando que hacía lo correcto, pero ella no se
rehusaba o le decía algo, así que tomo
eso como una
aceptación.
Ninguna
vez se detuvieron y abarcaron algunas casas antes de que el joven
detuviera el paso al sentir que no podía seguir, se escondieron
detrás de una casa, creyendo que sería un buen escondite, entre el
silencio solo se escuchaba la respiración de ella y él, pero ese
silencio no duro mucho, pues los pasos de aquel hombre se escucharon
cada segundo más cerca, pero se detuvieron y el hombre habló
sintiendo que ellos se encontraban por ahí escondidos:
—Ros,
hija, escucha…
“¿Hija?”
no
se imaginó tal cosa, fue una total sorpresa para él.
—…lo
siento mucho de verdad, no tenía otra opción, si no hacia eso… tu
madre estaba muy mal, estaba muy grave, igual tu hermano, tuve que
aliviar su dolor. Perdóname, regresa de nuevo a nuestro lado. Te
extrañamos.
La
nombrada comenzó a alejarse de Dylan, quien tan solo se limitó a
verla. Al principio la quería “salvar” pero ahora, sus músculos
no respondieron a su deseo, no tenía el derecho de apartar a una
hija de su padre, así que no hizo nada, ella salió de su escondite
mostrándose a su padre, quería perdonarlo, quería olvidar todo lo
ocurrido y volver a vivir como solía hacerlo. Eso era lo que
realmente deseaba. Creyó en las palabras de su padre.
Ambos
mantuvieron su mirada en Phal. Rosely caminó con la intención de
acercarse más a su progenitor para que viera que estaba de acuerdo
con él y que regresaría, pero se detuvo en seco cuando algo
repentinamente y con una velocidad sorprendente se la llevó. Phal
como Dylan no evitaron sorprenderse y mirar el lugar de donde la
joven Zaquin desapareció.
Capítulo
6
Una
especie extraña de perro grande se había raptado a Rosely, y ella
tuvo que agarrarse con fuerza del pelaje color gris con tonalidades
verdes adornado con rayas y manchas cafés y negras. Este animal era
nombrado “Rock” y estaban a la orden de los Diamond, quienes los
habían enviado con la misión de atrapar como fuera a la joven
Zaquin. Ellos nacieron debido a una mutación que los mismos Diamond
habían hecho. El Rock corrió a una velocidad sorprendente y no se
detendría hasta llegar a donde sus amos, pero de pronto se detuvo
repentinamente, chocando contra una pared que evitó que siguiera con
su carrera y Rosely cayo del lomo del perro por el abrupto detenerse
sin llegar a golpear con dicha pared.
Desde
el suelo, ella pudo notar con detenimiento como el Rock luchaba con
esa barrera invisible, extrañándose debido a que ella no sintió
aquella pared. Giró su cabeza a su izquierda al escuchar la voz de
Rive quien se acercó presurosamente a donde ella.
—¿Te
encuentras bien?
El
joven sin esperar obtener respuesta de ella, tomó una pequeña caja
que sostenía su cinturón y esta cajita la manipulo hasta darle la
forma de una resortera, la parte de arriba era redonda. De nuevo de
su cinturón sacó ahora una especie de flecha del tamaño y grosor
de un lápiz, la que puso en medio del círculo y una extraña fuerza
arrojó con una velocidad sorprendente la flecha atravesando el duro
cuerpo del Rock, quien aún seguía luchando para ser libre. En el
preciso instante en que el proyectil lo atravesó, el mutante se
convirtió en ceniza, sin siquiera darle la oportunidad de quejarse.
El
diamond era
una sustancia blanca liquida, pero al dar contra la luz se veía
como pequeños diamantes brillantes. Este líquido debía
estar muy bien protegidaoy
sellado,
pues al hacer contacto con Oxigeno o Carbono, los diamantes se
convertían
en ceniza. La sustancia de diamond era
utilizada en Blue
Side.
Los
Rock fueron creados con la misma sustancia que los Diamond, los
últimos experimentaron con animales para que tomaran fuerza,
velocidad, durabilidad y así fue que el Rock nació pero con la
desventaja de que sus moléculas no se adaptaron a la sustancia
dejando al mutante completamente invulnerable ante el oxígeno y el
carbono, con hacerles una pequeña cortada y al entrar el aire a su
piel, explotaban por dentro volviéndose ceniza.
Los
dos vieron como los restos del Rock se dispersaron con el aire
desapareciendo de su visión. Mosc se acercó a lo único que no se
había convertido en cenizas del Rock, el collar que llevaba puesto,
lo cogió del suelo y sacando una pequeña botella de spray del
cinturón. esparció el líquido sobre el collar, oxidando por
completo el metal, después con todas sus fuerzas arrojó este al
suelo. Los Diamond los tenían bien controlados, con ese collar
podían localizarse entre ellos, pero si alguna misión era fallida,
este explotaba hiriendo al Rock. Después sacó de una de sus bolsas
un frasco redondo que cabía en su mano y abriéndolo se agacho para
recoger del suelo unos pequeños circuitos fabricados especialmente
para detener cualquier cosa de metal. Estos eran llamados P-M los
cuales formaban una barrera magnética que rechazaba algún metal, en
este caso contra el collar que llevaban puestos esos mutantes, en
esos casos aquellos collares eran una ventaja para detenerlos.
Al
terminar su trabajo Rive miró a la joven quien aún permanecía en
el suelo atónita por todo, él extendió su mano para ayudarla a
levantarse, pero ella la rechazó y mirándolo fríamente se levantó
por su propia cuenta. Casi en seguida los dos voltearon al escuchar
la voz del señor Zaquin, detrás de él Dylan. El hombre, respirando
cansinamente se detuvo para mirar su hija, nuevamente.
—Ella
viene conmigo —comunicó el señor mirando seriamente a Rive
—Infórmale esto al mayor: dile que Phal Zaquin de ahora en
adelante protegerá a su hija —lo último lo mencionó elevando la
voz y enfatizando “hija”.
Al
joven no le pareció, pues su misión era ir por ella y cuidarla. Es
más, se indignó de escucharlo decir eso.
—¡¿De
qué está hablando?! ¡No pudo ni protegerla de ese Rock! —su voz
se escuchó enfadada —Entonces, ¿qué quiere decir con que la va a
proteger?
—¡Que
la voy a proteger aún que me cueste mi vida! —Respondió ofendido
el hombre —Eso quiero decir. Eso es lo que un padre debe hacer.
Las
últimas palabras tuvieron un efecto en el joven, más la decisión
que tenía lo hizo pensar un poco, su
mirada se volvió
a Rosely quien también se veía que deseaba regresar con
su familia y
no a Blue
Side.
No podía hacer nada respecto a eso, él también quería proteger a
Rosely, pero lo que podía hacer por ella era no alejarla de su
familia, de ese mundo donde pertenecía, el
que la vio crecer.
—Vámonos
hija —dijo con voz dulce el padre mientras caminaba a donde ella y
extendiendo la mano para que la tomara, pero antes de alcanzar su
objetivo sintió como algo atravesaba su cuerpo, haciéndolo sangrar,
perdiendo las fuerzas poco a poco, lo que lo hizo cerrar los ojos
mientras el dolor lo doblaba, así que sus piernas debilitadas, no
pudieron sostenerlo más. Rosely grito y se apresuró a su lado
notando como su voz comenzaba a apagarse poco a poco y lo último
que escuchoó de él fue su nombre.
Ella
se hincó incrédula por lo que estaba viviendo, por lo que estaba
presenciando, seguía sin poder comprender esa realidad, sus ojos se
convirtieron en cascadas que no detenían el flujo de las lágrimas,
gritaba a su padre con lo que sus fuerzas le podían dar, le hablaba
para que abriera sus ojos… no obstante ninguna de esas cosas
resultó
La
acción inmediata de Rive fue la de mirar a sus lados, pues ellos
estaban aquí, sabían dónde se encontraban… precisamente su
pánico se incrementó al dirigir su mirada y ver entre las sombras
que formaban las casas deshabitadas, unas sombras y estas eran de los
Diamond, esa horrible forma humana. De verdad que sintió pesar por
Rosely, pero no podía permitir que la tomaran, así que se acercó a
la joven y tomándola la arrebató del cuerpo de su padre y colocando
su gabardina sobre ellos, se la llevó al lugar que era seguro por el
momento. Blue Side.
Al
llegar levantó su rostro y la miró, notando su aspecto lleno de
sentimientos negativos, así que la abrazó sintiendo su soledad y
tristeza y le susurró al oído:
—De
verdad lo lamento, pero tengo que borrarte la memoria, es lo mejor
para ti…
Dylan
se encontraba pensativo sentado sobre la cama de su habitación, se
había levantado como siempre para ir a la escuela y al terminar de
alistarse, se miró al espejo y no evitó sentarse en la cama,
recordando todo lo que había visto la tarde del día anterior y aun
le era algo irreal. Su pensamiento se volvió a la chica y las
preguntas se hicieron presentes. ¿Quién era ella? ¿Por qué lo
conocía? Se levantó de la cama, no sabía exactamente la razón,
pero comenzó a buscar por los cajones de sus muebles, algo le decía
que debía buscar, sin importarle empezó a sacar camisas haciendo
un desorden de todo, porque lo que buscaba, quería encontrarlo, así
que sus movimientos se veían desesperados y cuando terminó de
examinar esos cajones, se dirigió al buró y de allí sacó las
cosas también, encontrando en el último cajón una cajita cerrada
con llave, en la que guardaba las cosas más importantes para él
desde que tenía memoria. Su abuelita se la había regalado.
—La
llave… —ahora nervioso se buscó la dichosa llave en los
bolsillos, siempre la llevaba con él. No la encontró y recordó
que aún estaba en el pantalón que se había quitado, por lo que se
acercó al cesto que estaba lleno de ropa sucia y buscó el pantalón
entre las prendas que estaban listas para irse a la lavadora. Al
encontrarlo esculcó en las bolsas y sacó la llave que después
insertó en la cerradura. La tapa se abrió y con manos nerviosas,
movió las cosas dentro hasta dar con una foto en el fondo —Es…
ella… —Murmuró. En la fotografía aparecía Rosely y estaba de
perfil y había otra donde la toma era de frente ¿Por qué él
tenía fotos de ella? Ya la conocía. ¿pero cómo? ¿Por qué no la
recordaba?
¿Qué
eran esas cosas?
El
recuerdo de las criaturas o humanos o lo que fueran las del día
anterior, hizo que su piel se pusiera de gallina y un escalofrío se
apoderó de él. Esas cosas se habían movido tan rápido que
desaparecieron de su vista y también lo habían hecho Rosely y ese
joven, Se habían ido dejándolo solo con… ¡Ah! Con esa persona
que habían matado… recordó al hombre, al padre de ella tendido en
el suelo, sangrando. Pudo ver todo con más claridad. Repasó los
hechos, esos que sucedieron después del asesinato: él se había
alejado corriendo de lo que podría ser una escena de crimen y al
llegar a su casa se adentró a su cuarto en donde se tiró a la cama
tratando de dormir para olvidar lo que había vivido, pero al
despertarse descubrió que el recuerdo de lo sucedido había quedado
grabado muy bien en su mente y aunque trató de desecharlo, no pudo
hacerlo. Una ira se apoderó de él al no poder olvidar y tampoco
descifrar lo que ocurría. No encontró respuesta para las preguntas
que lo carcomían. Enojado arrojó todas las cosas que estaban sobre
su buró, provocando un ruido sordo.
El
picaporte de la puerta de su habitación se escuchó, pero como la
puerta tenía el seguro, la persona detrás de esta no pudo entrar.
Después se escuchó la voz de su madre.
—¡Dylan!
¿Qué estás haciendo? ¡Sal ahora o vas a llegar tarde a la
escuela!
—Ahora
voy.
Al
llegar a la escuela y una vez el timbre del almuerzo se escuchó,
buscó a las dos chicas que eran compañeras de él en la clase de
cocina. Al dar con ella, les mostró las fotos de la joven y preguntó
si la conocían, pero la respuesta fue negativa.
—Nunca
la he visto.
—Oye
—habló la otra al verla—, creo que la he visto.
—¿De
verdad? ¿Era compañera suya?
—No.
Creo que es la que vino ayer a mi casa. Mencionó que sí la conocía,
pero no, no la conozco. Debía estar confundida.
—O
loca —dijo la otra compañera —La recuerdo, dijo lo mismo y hasta
sabía mi nombre y decía que debía recordarla. ¿Tú crees?
—Entonces
no… —Dylan volvió a guardar la fotografía.
Era
como lo había temido, nadie la conocía a pesar de que ella si lo
conocía a ellos y eso era lo que a su cabeza le daba vueltas. Se
retiró de allí con las esperanzas en el suelo. Ahora se dirigió a
la oficina de la directora y preguntó a la superior lo mismo que
venía preguntando toda la mañana.
—No
tenemos ningún dato de una Rosely Zaquin —dijo al fin la directora
al revisar los datos de los alumnos en su computadora. Backus, al
escuchar esa respuesta tan solo agachó su cabeza y miró la foto de
ella. Se veía tan feliz y sonriente, pero la de ayer se veía triste
y desolada, su rostro sin brillo. Se levantó de la silla y despacio
salió de la oficina. Caminó por el pasillo para dirigirse a sus
clases pues el timbre había sonado.
Se
detuvo en seco y miró por un instante a los alumnos caminar a sus
respectivas aulas, fue cuando la visualizo, como si se tratara de un
fantasma. La miró caminar por esos pasillos, platicando, siempre
sonriendo. Tomó una decisión y sin más corrió fuera de las
instalaciones escolares y no se detuvo. No le importó detener
bruscamente los carros o a la misma gente y solo se detuvo cuando
estuvo frente de la presidencia. Ahí comenzó a mirar los
departamentos en los que el local se dividía y al encontrar el que
buscaba, preguntó a la recepcionista del registro civil por Rosely
Zaquin. Ni siquiera en ese lugar estaba registrada, no cabía duda
que ella no existía allí.
El
joven salió del lugar muy abatido e incrédulo de eso. Caminó aún
con la cabeza gacha, se detuvo al ver a unos metros de él un
periódico de la ciudad, lo tomó y comenzó a leerlo. Él no solía
leer los periódicos, le gustaba más mantenerse informado mediante
la internet, pero una noticia llamó su atención.
“… el
empresario Phal Zaquin se encontró ayer muy mal herido. La herida
presentaba ser de arma blanca, un cuchillo o navaja…”
La
noticia hablaba sobre un posible ataque de delincuentes. Dylan
pensó que se trataba de ese hombre al
que
la joven había dicho padre.
Al leer donde se encontraba, fue a ese hospital. Al entrar al centro
preguntó
por el paciente y cuando la amable recepcionista le dijo en que
cuarto se encontraba fue directo a este. Estaba
en el tercer piso, así
que
subió al elevador. Al llegar
se encontró con la señora
Zaquin y su hijo.
—¿Quién
eres tú? —Brian preguntó no muy contento al verlo acercarse.
—Buenas
—saludó cortésmente a la señora y al joven —Mi nombre es Dylan
y necesito hablar con el señor Zaquin —trató de ser lo más
respetuoso.
—Lo
siento, pero no está dispuesto por ahora —fue la respuesta de la
mujer.
—Es
urgente hablar con él. Solo será por unos minutos… —trató de
que entendieran su urgencia.
—Ahora
no está para ver a nadie —alzó la voz el hijo —¿No lo
entiendes? Además ¿Quién eres? Largo que aquí.
—Lo
entiendo. Pero tengo que preguntarle algo…
—¡No
lo entiendes! —se puso a la defensiva. Dylan comprendía que él
estaba de esa manera porque habían atacado a su padre y que estaba
muy grave, pero realmente necesitaba hablar con él, así que dio un
paso con la intención de adentrarse al cuarto, pero no pudo al
sentir que Brian lo detenía.
—¡Señor
Zaquin, necesito hablar con usted! —Comenzó a gritar, provocando
que Brian se opusiera aún más, su madre estaba tratando de
tranquilizarlo pero no pudo —¡Necesito…! —las enfermeras que
estaban presenciando no tardaron en llamar a los guardias para que se
llevaran al problemático. El rubio seguía forcejeando sin
importarle que los guardias hubieran llegado y no cedió a que se
fuera tranquilo, aún insistía en ver al enfermo.
La
señora Zaquin se adentró al cuarto de su marido por sugerencia de
su hijo y se acercó a la cama de él. Phal se encontraba despierto,
su rostro estaba pálido y unas ojeras negras debajo de sus ojos era
lo único que sobresaltaba.
—¿Quién
era? —pregunto con voz apagada y casi inaudible.
—Un
joven, quería hablar contigo.
—¿De
qué?
—No
lo sé, pero dijo que de algo urgente…
—Quiero
hablar con él —la respuesta que dio sorprendió de gran manera a
la mujer, no podía gastar mucha energía en hablar.
—Pero
querido…
—Quiero
saber quién es. Déjalo pasar, por favor —pidió.
—De
acuerdo —accedió—, pero no te exaltes.
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