Datos personales

sábado, 13 de julio de 2013

Espejo



Espejo

Azotaste tu puño salvaje en el espejo, iracunda, agrietando la perfecta imagen de ti que te devolvía. No viéndolo suficiente, el solitario golpe inicial se volvió constante, invitando tu otro puño a terminar con aquel objeto dueño de tu odio. Estabas cansada de ver día con día tu reflejo en él. No por lo que veías, no por tu apariencia, sino por lo que significaba, por lo que eras.

Ese espejo.

Un producto más de la sociedad; un ser que no hacía más que reflejar a quien estuviera frente a ti; alguien que no poseía pensamiento ni actuar propio, que limitada estaba a mostrar de manera perfecta, sin rayón ni mancha la apariencia y vida de terceros. Tu única función y ya no lo soportabas.


Continuaste tu tarea de hace trozos aquel cristal reflector sin importarte que tus manos se vieran heridas y sangrantes, pensando que se sentía bien. Insignificantes rasguños que resultaron como bálsamo en porciones pequeñas para tu desgarrado corazón. Terminaste de drenar tu furia contra el espejo, agotada; no así tu suplicio. Un grito, detonador del sufrir y el hastío que en tu interior albergabas, salió de tu garganta como un aullido lamentable antes de arrodillarte sintiendo que los fragmentos de lo que una vez funcionó como espejo se clavaban en tus desnudas piernas bajo la falda que vestías. Te abrazaste a ti misma y permitiste que las lágrimas de amargura agónica fluyeran sin reparo.

—Por favor, sálvenme —suplicaste entre sollozos en tono desesperado—. Quien sea, pero por favor, alguien hágame pedazos.

Fin

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Te gustó esta historia? ¿Qué crees que le hizo falta?