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lunes, 14 de enero de 2013

Lucha eterna



Lucha eterna

—¿Qué haces aquí? —preguntó impactado, más que sorprendido.

Él no debía estar allí. Miró a su alrededor detallando el hermoso campo de flores de todo color, que era bellamente iluminado por un sol radiante que reinaba en el celestial firmamento sin nubes. No, no había ninguna señal de que algo anduviera mal. Entonces, definitivamente él no debía estar frente a su persona, pero lo estaba. ¿Por qué?

—Oh, ¿qué pasa? ¿Tan asombrado estás de verme que te has quedado sin palabras? —Dijo el otro con una sonrisa altiva al tiempo que tomaba una flor blanca de entre todas las que estaban en el suelo—. Deberías dejar de hacerlo.


—Pero, no es posible... Yo creí...

—¿Qué? ¿Que te librarías de mí con tanta facilidad? —Aplastó la flor con su mano sin piedad—. ¡No seas estúpido! Adonde quiera que vayas, iré yo, siempre.

Se acercó peligrosamente a él sin borrar su sonrisa orgullosa, pero consiguió alejarse rápidamente, aún con expresión confundida.

—Es que, él es diferente...

Su interlocutor pateó con violencia el suelo, arrancando más flores en el proceso, silenciándolo.

—Sigues siendo tan ciego como siempre. ¿Realmente crees que alguien en este mundo puede vivir sólo contigo? ¿Sin mí? ¿Creíste en verdad que él sería la excepción?

—Porque era tan puro...

Nuevamente fue interrumpido, pero por una estruendosa, burlesca e hiriente carcajada.

—¡Pues ya vez la pureza de sus pensamientos! ¿No te enteraste? Comienza a albergar desprecio.

—¡No es cierto! ¡Mientes! No sería capaz.

La incredulidad en su voz no hizo más que acrecentar la carcajada del otro.

—¡Ya es suficiente! —Fue su turno silenciar su risa y lo miró con decisión—. Bien, ya que estás aquí no puedo hacer más que luchar por continuar acaparando la mayoría de su ser. No permitiré que extiendas terreno y en caso de que lo hagas, te lo advierto, lo cubriré.

—¿Es así? Bien por mí. Te ves determinado. Excelente, me gustas más así —le dio la espalda y comenzó a alejarse con paso lento—. Estoy ansioso por ver qué hacer para evitar lo que planeo hacer. Puedes llamar a tu fiel perro faldero para que te ayude si quieres. Aunque ten cuidado, el sinvergüenza va a verme de vez en cuando.

—¿Perro faldero? ¿Te refieres...?

—Sí, a ése.

—Saca a Locura de en medio. La lucha es únicamente entre los dos, Odio. Siempre ha sido así.

—Perfecto. Que gane el mejor, Amor. Recuerda que tampoco puedes vivir sin mí.

Una risotada más se dejó oír por parte de Odio al imaginarse el mohín de repulsión que seguramente Amor hizo.

Y es así como la lucha eterna entre estos dos grandes y poderosos sentimientos continua hasta el día de hoy. Intentando comprobar quién es más fuerte.

Fin

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