Nadie me entiende
Me encontraba acostado sobre mi
cama. Un sudor pegajoso, abundante, frío y doloroso comenzó a recorrerme el
cuerpo; las indetenibles y potentes sacudidas que los escalofríos me
ocasionaban me hacían temblar interna y exteriormente. Me erguí con dificultad
y dolor para sentarme en el borde del colchón. Mi respiración era agitada e
irregular, pareciendo que con cada segundo que transcurría, incrementaría de
velocidad, hiperventilándome. Poco a poco, descubrí que algo me pasaba; algo
dentro de mí.