Monstruos
en mi Armario
No,
no soy una niña de cinco o seis años para hacer esa afirmación. Soy una
estudiante universitaria de veinte años que creció en una sociedad incrédula y
que, por defecto, es escéptica, pero lo aseveraré una vez más: hay monstruos en
mi armario. ¿Por qué lo digo?
Bueno,
la situación comenzó cuatro meses atrás, cuando mi familia y yo nos mudamos por
sexta vez en toda mi vida. Una casa linda, amplia, lo suficiente para cuatro
personas. Mi habitación por primera vez tenía armario. No diré que me emocioné
demasiado, no soy un infante, pero me sentí ligeramente feliz, pues mi ropa ya
no sufriría por estar en espacios pequeños como cortos tocadores u otro tipo de
muebles no precisamente hechos para guardar ropa. Las primeras dos semanas
transcurrieron un poco ajetreadas por todo lo que precedió a la mudanza, pero
nada fuera de lo normal, hasta que la decimoctava noche llegó, la que marcaría
el inicio de todo.